viernes, 21 de agosto de 2020

ANA BÉJAR - "SAHARA STAR" (DISCOS BELAMARH BLM5, 2020)


"Es el final de los tiempos
Es el final de los días
Es el cielo con la tierra
Es una fruta podrida
En el suelo masticado
Un hueso ya sin semilla"

Que un disco como Sahara Star salga en este momento de la historia de la música no es baladí. ANA BÉJAR es parte de la historia musical (escrita, oral y sentida) de nuestro país, pero perdonadme que en vez de hablar en retrospectiva, y a tenor de los momentos sociales que se están viviendo a nivel mundial, hoy os hable hacia delante, sin retrotraerme ni un maldito segundo. Internet está ahí para quien precise información biográfica pero yo, salvo de terminados apuntalamientos retrospectivos que precisaré para sostener este texto, prefiero hablaros con las sensaciones que me ha provocado, y esas sensaciones hablan siempre de algo que está delante, nunca atrás... es decir, Sahara Star es un disco cinético, motriz, profusamente engalanado de belleza, y que discurre por una suerte de espiral imperfecta.

Cada vez que crees que vas a retomar parte de algo pasado te das cuenta de que lo has sobrepasado en la circunv(o)alación (hacia dentro o hacia fuera) de la espiral; no hay punto de partida per sé ni meta, llegada o fin. El aquí y ahora de 42 preciosos minutos de música que te tocan la espina dorsal, que alteran el estado perceptivo y con la complicidad siempre del oyente, hacen que te drogues musicalmente. Los sobrios y estáticos momentos en The Good Man (Luscinia, 2016), palidecen con mucho si los comparamos con Sahara Star, mucho menos rígido y anclado a ese primer Dream Pop o como diablos se llame... y posiblemente me equivoque pero se primer trabajo que aquí lo tengo en mi estantería, tenía algo de Cabaret itinerante que aglutinaba una maravillosa colección de ideas que es en este último disco que recoge en físico DISCOS BELAMARH donde se han sublimado. 

Su versión de "La Materia No Existe" de 713ºAMOR (Atardecenaranjainfierno; El Muelle Records, 2016) sería ejemplo radical de lo que Ana Béjar puede hacer a tu psique si se lo propone y el Ep intermedio Everything I Say (Madrugada Records, 2019) un descenso a los infiernos lánguidos de Julee Cruise con aliño de PJ Harvey... ¿o será Gospel Folk mezclado con canciones de cuna teratogénicas?. Para eso tienes tus orejas y yo las mías. Y este va a ser todo el repaso al pasado que voy a permitirme porque la vida son dos días y el horizonte me reclama. No voy a parar hasta que le de un beso con lengua al maldito horizonte.. porque dice una leyenda que me acabo de inventar que si lo hago, y el horizonte me devuelve el beso, de ahí a la cópula hay un paso, y de la cópula imposible a regenerar el mundo solo es un pasito más.

Sahara Star (toda la música de Ana excepto la versión de "Everything" de Vic Chesnutt y algún tema de con el apoyo compositivo de Jesús Martínez), masteriza Guillemo Quero y se graba entre Algeciras, Madrid y grabaciones de campo en Tánger . Los créditos completos vendrían a ser:

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Ana Béjar: vocals, guitar, keyboards, drum machine, shutri, mandoline. 

Jesús Martínez: guitar, keyboards, e-drums, bass. // Alfonso Pachés: drum machine songs 4, 8, 9. // Atthis: drones and piano, song 4. // Conrado Isasa: lap steel, song 5. // Gerardo Ramos: bass, songs 3, 10. // José Ojeda: piano song 5; guitar song 9. // José Vargas: field recordings song 9. // Matías Eisen: bass song 1. // Nacho Laguna: bass, songs 4, 9.

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"I First Came Blind" abre con unos toques percusivos que parecen un bodhrán. De forma desnuda la voz te arropa cuando hace frío y evapora los exudados de la muerte cuando estás en tránsito. Coros espectrales, minimalismo de guitarras que te mecen en un acuoso tempo surf evanescente y desértico (me atrevo a decir Californiana... como una versión más humana y menos motórica de Moon Duo o Wooden Shjips) y constante drone de fondo tan característico de la Shruti, instrumento que adoro desde hace muchísimo tiempo por su presencia meditativa. Si todo el Pop fuera como este tema la vida nos iría mejor a los humanos. El homónimo "Sahara Star" es una pieza de orfebrería con fantásticas programaciones percusivas y coqueteos electrónicos sobre los que brilla la acústica y un insistente bajo. Uno de los detalles (que se perpetúa a lo largo del álbum) es un procesado exquisito del sonido guardándose un perfecto equilibrio entre melodía y experimentación (puestos a metaforizar, en un torno de barro puedes hacer bellas piezas o modelar auténticas angulosidades sin sentido). 

Sigue "Rhoda", espiritual coda con Ana en apnea por los registros más altos de sus cuerdas vocales. Susurros Folk teñidos de acidez en una intro marcada por los teclados. Pasan 3 minutos como un suspiro y cuando entran las percusiones electrónicas me da la sensación de estar cayendo a una velocidad tan rápida que me deja el cuerpo en estado de embriaguez. Buceo en melaza sonora, puedo respirar bajo el agua el Soma musical de Ana Béjar y tararear sin ahogarme "If Got a Star". Como seguidor absoluto de los trabajos de ATTHIS no puedo más que quitarme la tapa de los sesos como dádiva y ofrenda. Hablando de ambientes acuáticos, ese piano me retrotrae a Sentimiento Oceánico (reseña aquí). Preciosos los espacios entre las voces y cómo sale a la superficie el sonido del bronce cuando vibra (quizás un cuenco tibetano, quizás electrónica procesada, no lo sé).


La frontera se traspasa con "Everything", para mí uno de los grandes temas del álbum. Pulsátiles aires tribales que transitan por la World Beat. Hay algo trágico en cómo se derrama el piano, en cómo Ana canta y dialoga con la mandolina, en los sprints oníricos a lo Nick Cave o PJ Harvey y si me apuráis, Jarboe sin la negritud inabarcable de esta. Si este disco hubiera salido en un país como Finlandia o Noruega habría reventado listas. El Pop exquisito, inteligente, hipnagógico y brutalmente introspectivo no es materia para oyente hispano, acostumbrado a pachangas monumentales de plazas del pueblo y guirnaldas infectas. 

Apasionante cómo se va creciendo "Haunting Eyes" en un etéreo Country. Bajo la voz y la guitarra hay algo magnético que me atrevería a comparar a las composiciones de Lynch con Badalamenti para Julee Cruise. Es la sensación de que cuando la música se acopla y permanece suspendida en ámbar acústico podría durar eternamente. Hasta el Aspergillus en una maldita tumba egipcia parece durar eternamente cuando se duerme. Despierta cuando entra en contacto con el oxígeno miles de años después... así es "Oxygen" (this is the way how all begins....). Una infección del alma como puente orgánico hacia la cover de Vic Chesnutt "Exile". Me niego a describir este tema. Si estuviera en pleno desierto viendo el atardecer y de repente el giro de la tierra se parara no me importaría lo más mínimo. Aquí y ahora, siempre Presencia. 

El tramo final pasa por las grabaciones de campo de "And Yet it's Not Night", otra obra de arte que puede recordar la faceta experimental de Ana con Carlos Suero en IO.  Sincopado viaje a través de motricidad sincopada, electrónica mezclada al ralentí con tal cantidad de detalles que te recomendaría ponerte auriculares. El fin de fiesta con su germánico nombre "Himmel und Erde", pero cantado en castellano, viene a ser un himno mántrico donde no sé que me pone más los bellos de punta, si las letras, la Shruti Box o la sensación de que algo se acaba para empezar otra cosa... o bien la seguridad de que la espiral nunca se acaba y ese horizonte al final no llega, y por lo tanto me quedo sin el beso con lengua.

***

(fotografía Jose Vargas)

Para terminar os dejo con una pequeña entrevista. Mi idea inicial era simplemente obtener vivencias y anécdotas con un pequeño cuestionario y usarlas para darle empaque a la reseña pero poco a poco fue adquiriendo forma y aunque mis preguntas resulten algo rígidas, Ana Béjar las dota de vida con sus acertadas respuestas:

Lo primero es que el disco me parece exquisito. Tras “The Good Man” y “Everything I Say” creo que tu música se ha sublimado y todo suena en un fértil plano meditabundo, melancólico y profundamente ensoñador. Los arreglos son preciosos y dignos de elogio. ¿Cómo surge la idea, proceso de grabación de “Sahara Star” y cómo eliges al impresionante plantel de músicos que te rodean?.

-     Cuando terminé de dar conciertos con “The Good Man” pasé un tiempo de colaboraciones con otros artistas mientras iba escribiendo las canciones e intercalando las sesiones de grabación de Sahara Star. También en esa etapa saqué un EP de versiones. Como ves, más que surgir de una idea o de un concepto determinado de disco, Sahara Star viene de una continuidad natural. La mayoría de los músicos son compañerxs que vienen de otras colaboraciones previas como Jesús Martínez, José Ojeda, Conrado Isasa o Alfonso Pachés, gente afín artísticamente y buenos amigos.

Viendo los créditos, uno se imagina a todos esos músicos tocando a la vez y seríais una big band de la hostia. ¿Es “Sahara Star” un disco de composición o de colaboración?... es decir, ¿qué espacio has dejado al libre albedrío de los músicos que te han ayudado?. Se distinguen perfectamente los drones neoclásicos del piano de Atthis y la huella personal en la forma de tocar de cada uno de los colaboradores.

-      Cuando le paso una canción a un músico para algún arreglo, conozco tan bien su estilo que confío plenamente en el resultado, así que intento que lo que añaden  permanezca, incluso si hay alguna leve imperfección en cuanto a sonido o ejecución, pues al fin y al cabo eso le da más vida. En cuanto a melodías puedo sugerirles cómo hacerlo, pero intento no dirigirlos, para que de ese modo lleguen a conclusiones que quizá yo no habría contemplado. En lo que se refiere a bajo, batería o sonidos y atmósferas en general es diferente, ahí no doy mucha soltura.

En esta ocasión casi la mitad de los temas están producidos y grabados los instrumentos por mí a excepción de algún arreglo. Es algo que ya hice con mi EP de versiones anterior, experiencia que me llevó a atreverme con canciones de este disco como ‘Exile’ o ‘And yet it’s not night’ o ‘Everything’. Las canciones que grabamos Jesús Martínez y yo llevan mucho peso de sus guitarras y el modo de concebir  arreglos, un contrapunto magnífico que creo equilibra el disco en su conjunto.

Imagino que no habrá sido un disco fácil Es un disco de canciones pero cada una de ellas parece abrirse hacia dentro como una espiral y la complicidad del oyente parece ser necesaria para ahondar cada vez más hacia el centro.

-     Cuando grababa en un estudio con la  banda al completo y grabábamos a la vez en diferentes cabinas, el proceso era totalmente opuesto al de ahora que trabajo en mi estudio probando y jugando sin tope de tiempo. Cada detalle ha sido sopesado, probado, rescatado, eliminado, vuelto a rescatar... un proceso siempre abierto que creo generan esas espirales que comentas, la sensación envolvente, la de ir desenterrando algo a cada escucha.

El equilibrio entre las bases rítmicas electrónicas, el folk y esa cadencia drónica del shruti box y el harmonium le dan a tu música un cierto perfil australiano,  americana también. Trip Hop que podría recordar a la escena electrónica nórdica (el Dream Pop noruego), partes experimentales, grabaciones de campo… “Sahara Star” es una joya que se abre con las escuchas. ¿Cómo demonios (tus ojos) te definirías a ti misma y a tu música ante un profano?.  

-       Es sorprendente, porque hablas de estilos que nunca habría considerado definitorios de mi música y eso para mí es positivo. Creo que el didyeridú australiano te puede recordar a las notas pedal del shutri box que toco en este disco, un instrumento muy folclórico con el que se consigue un drone y que te puede recordar también al sitar, la zanfoña u otros instrumentos folclóricos  de Asia o Africa que dan una nota constante por debajo, durante el desarrollo de una pieza musical.

Las bases rítmicas electrónicas que compongo son perfectas para trabajar esas canciones circulares que me gustan tanto, consigo cadencias casi tribales que con un batería en el local de ensayo no me saldrían, quizá porque a veces veo la fórmula rock como una prisión de la que escapar. Definirme me resultaría muy difícil pero dicen que hago rock experimental, rock de aristas, que continúo una tradición folk-rock..., con el prefijo ‘post’ a lo mejor se resuelve el acertijo: ¿‘post-folk’? ;-).

Discos Belamarh cuenta ya con un buen puñado de referencias pequeñas pero muy cuidadas. El futuro de la música no parece estar en los grandes estadios tal y como se ve en los acontecimientos del día a día. Llevas toda la vida en esto de la música; ¿qué diferencias hay entre la Ana Béjar de los comienzos y la Ana Béjar que se viste ese precioso traje que adorna la portada del disco?.

-     El verano pasado fui a presentar mi anterior EP a Radio3, al programa de Julio Ruiz, y éste me sorprendió con un extracto de una entrevista de hacía 20 años. Oí mi voz y me enterneció reconocerme, con tanto por aprender y por atreverse a realizar por delante.

He luchado por muchas cosas durante todos estos años: por ser escuchada y tratada en igualdad por el resto de mis compañeros a pesar de la etiqueta de “chica del grupo”, en tener el valor de hacer las cosas a mi manera y confiar, en continuar mi carrera a pesar de las dificultades... Creo que he conseguido una cierta autonomía que me permite disfrutar más de la música y estar abierta a un montón de experiencias y proyectos que me llenan de vida.

El futuro de la música no está en los grandes estadios, el mío tampoco lo fue nunca. Mi futuro estuvo en salas de mediano/pequeño aforo, esos han sido los escenarios donde he tocado mis canciones, muchas noches mágicas que no cambiaría por nada. Los artistas underground o minoritarios de este país seguiremos con nuestra música de una forma muy parecida a la era pre-pandemia, en el sentido que nunca fuimos programados en las fiestas populares, nunca nos invitan a estadios o a grandes festivales, no hemos recibido ayudas para sacar nuestros discos o pagar a los músicos, siempre fue un “háztelo tú mismo”; ya tienen a Loquillo para que dé esos grandes conciertos, esos que no ponen a la gente en peligro, porque ahora resulta que hay eventos que están protegidos por el Espíritu Santo y otros que son organizados por pequeños promotores o colectivos, que esos sí, esos son muy víricos.

  Dicho lo cual, ¿Cómo crees que trata este País y su industria musical a los artistas?... lo digo porque parecen primar más últimamente los pequeños (pero grandes) discos: Javier Arnal, Colis, Ojeda, Conde… gente que lleva toda la vida ahí pero que sin embargo parecen navegar contra corriente. 

-     No sé si es correcto decir que la industria prima actualmente a artistas como los que mencionas... Formamos parte de un colectivo donde cada pasito que damos es a costa de un gran esfuerzo. Claro que a cambio contamos con la total libertad de decir y hacer las cosas como consideramos. No tenemos nada que ver con el modelo de negocio de la música desechable/intercambiable/hit de spotify, canciones creadas para “petarlo” : ( , nada que ver con esa forma de consumir o crear arte, por eso somos libres de hacer las cosas a nuestro modo. Estamos al margen, atrincherados en carreras ya largas. No recibimos la atención o soporte que acaparan otros artistas de calado más popular. Me gustaría que el público supiera que cuando compra nuestra música está contribuyendo a que el arte más ‘local’ y no masificado tenga también su oportunidad. 

Hay algo críptico, intimista y onírico en el disco. En música y concepto. Si existe algo así como drogarse con música, sin duda “Sahara Star” es un trippy en toda regla. Viéndote con aquel gorro ruso en Málaga cuando tocaste en directo, y enrocando a este sueño musical que parece sacado de Carlos Castaneda no puedo por menos que preguntarte por las letras y concepto. Tu procedencia y África parece que tienen algo que ver con el asunto, no?.

-     Que Sahara Star te parezca un viaje es el mayor cumplido que puedo recibir. Viajé mucho de pequeña con mis padres, y luego todo lo que pude. Pero sí, sigo viajando con la música y me hace muy feliz si logro que otrxs lo hagan. Una vez se me acercó una chica en Berlín después de dar un concierto de voz y shutri, me dijo que había “hecho un viaje” y que no se  despertó hasta que dejé de tocar. Perder la noción del tiempo, ¿podría ser ese el concepto?

Temas como `Everything´ poseen una mezcla entre marcialidad y tribalismo que te desnudan el alma. Cuéntame algo de este corte en particular porque me tiene fascinado.

-     Me invitó Jordi Ximeno de Noaloha records al disco homenaje de Vic Chesnutt. Quise romper el encorsetamiento rock y grabé una base con mandolina y un ritmo muy profundo e insistente, lo demás fue fácil porque Chesnutt tiene mucha alma.

Tengo una duda que me corroe. Si estuvieras ante el fin del mundo, aquí y ahora, y escucharas “Sahara Star”, ¿qué efecto emocional te gustaría que provocara en el oyente?… lo digo porque hay escuchas en las que uno anda al borde del llanto y la melancolía y otras en las que parece que estoy sumido en un subidón de serotonina en vena que me deja una sonrisa de oreja a oreja. 

-     Que cause el efecto de un brebaje de Juan Matus por ejemplo, que a modo de psicoactivo que nos avive la sensibilidad y nos lleve por el camino del corazón. Es pedir mucho, pero no subestimemos el poder de la música.

Muchas gracias por tu música. Este es tu espacio para despedirte y expresarte como te plazca y prometerme que el subidón de `Exile´ no se me acabará nunca. 

-     Gracias a ti, y, según andan las cosas por aquí, a finales de este agosto maldito, sólo puedo decir “Que la fuerza nos acompañe”. Creo que las ganas de auto-exilio no nos van a abandonar por ahora...


"Es el cielo con la tierra
No dejemos que el fuego
Hiele la oscuridad
Bebamos vino caliente
En el invierno más frío
Dime cuándo nos perdimos, cuándo nos abandonamos
Dime cuándo nos perdimos, sin rumbo"


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