miércoles, 1 de julio de 2020

MOURA - "MOURA" (SPINDA RECORDS SDR18034 LP / SDR18036 CD; 2020)


Reconozco que el impresionante debut de MOURA me ha descolocado bastante. Un paquete promocional sin instrucciones de uso (letras en cuneiforme) en un momento en el que no estaba siguiendo las redes sociales hizo que mis pensamientos se fueran inexorablemente a "otra banda que toca Desert Rock co tintes Psicodélicos". Pues bien, ahora que justo son las 13:01 del 1 de Julio de 2020 estoy ante la ardua labor de invertir el proceso psicológico de las ideas, resetear mi cabeza a punto de fábrica, invertir el peristaltismo del pensamiento y volver a meterme por el Svadhishthana Chakra cualquier atisbo de prejuicio que haya tenido lugar en mi psique. Y digo todo esto porque el alucinante bastión sonoro de Folk Lisérgico (por resumir) Gallego merece que me ponga los purgativos que tenga que ponerme para volver al inicio. 

Veamos, voy a soltar una reflexión que quizás no sea alquímicamente perfecta pero: tocar Desert Rock es muy fácil (copiar motivos melódicos equiláteros o con forma de triángulo equilátero), meterle tintes Psicodélicos sube a la banda de nivel si está bien conjuntada (melodías triangulares isoscélicas o con forma de triángulo isósceles) , y hoyar por los terrenos del Acid Folk y Progresivo es como comer piedras con musgo, duro y suave (melodías con forma de triángulos escalenos). ¿Qué hacen MOURA en este discazo?... Papiroflexia geométrica sonora para Tímpanos No Euclidianos. 


No temo que la Santa Compaña (misteriosa agrupación norteña de periodistas musicales rancios) me lleve, pero sí que me da cosilla que me den de hostias y me dejen al borde de la incosciencia. Voy a intentar ir poco a poco porque hay tanta miga en este disco que no quiero dejar nada atrás. La formación (con músicos que han militado en Lüger (reedición del primero YA), Jet Lag, Elephant Band o Holywater) son:

Diego Veiga: guitarra eléctrica, guitarra acústica, harmónica y voz
Hugo Santeiro: guitarra eléctrica, guitarra acústica de 12 cuerdas y guitarra clásica
Fernando Vilaboi: hammond e sintetizadores
Pedro Alberte: bajo
Luis Casanova: batería

A los que hay que añadir las excelsas colaboraciones de A IRMANDADE ÁRTABRA que fueron:

Belém Tajes: voces y aturuxos
Pedro Villarino: bombo, tarrañolas y tin whistle
Miguel Vázquez: pandeiro, tambor y pandereta
Antonio Prado: lata, pantereta y efectos
Pablo Reboiras: zanfona
Susana Pérez: clarinete
Brais Maceiras: acordeón


Y es que el jodido Cosmos empieza en la Tierra. Las botas de los astronautas hay que probarlas en suelo granítico humedecido por eones de líquenes supurantes.... sólo (con tilde, que me gusta más) entonces sabes que puedes bailar claqué en Gravedad Cero en la superficie de cualquier planeta. El biorritmo ancestral (ritmo circadiano de la Naturaleza) se lleva en este disco al máximo grado expresionista musical a través del Proto Glam de T. Rex, Pentangle, Fairport Convention, Nick Drake y toda esa jerga post sesentera que cruzó la línea que lleva directamente a que en tu armario convivan los zapatos de plataforma con los zurrones y los gorros de ala ancha; los pelos cardados con las barbas inhóspitas o las axilas impenetrables. 

MOURA pertenecen ya a una tercera oleada (la segunda va por derecho propio a Dungen, Secret Chiefs 3 y el Psych nórdico, al Occult Doom Pastoral de Circulus o al desfase en comuna de Sylvester Anfang)... es decir, esto nuevo no es pero sí que une el Pagancestrismo Procesionario de Popol Vuh con el Prog rock de más altísimo nivel de ahora de cosas del sur como Atavismo, Viaje a 800, Melange, Mohama Saz y de ahí a Triana porque me da la gana. SPINDA RECORDS demuestra un gusto exquisito al fichar a una banda así, una labor ciega que hace que no coedites sino asumas todo el riesgo de la tirada. Nada más que por eso me meto dos petardos en cada fosa nasal y viva la fiesta de mi cerebro.


El sonido es un yunque atemporal gracias a La Cortina Roja Estudio (José Gutiérrez Costas) y la posterior masterización de Fernando Mejuto; la fotografía de Leo López es de las que se disfrutan en portada grande aunque hay tirada tanto en LP como en CD. El resto, la música:

"Eira" abre la Cara A con un sincopado ritmo de bodhrán, cánticos druídicos al más puro estilo de Sangre de Muérdago y el arrope acústico de cascabeles, harmonios y lo que parece una Shruti Box; hay que recordar que el Folk norteño guarda concomitancias técnicas con lo oriental y en una hipérbole imposible los instrumentos gaélicos y celtíberos (estructuras muy melódicas en mortaja) se hermanan con acordes hindúes (estructuras angulares no melódicas o Ragas). El tema estalla al minuto y pico entrando la base rítmica apuntalada con un soberbio Hammond tan insistente como un jodido dolor de muelas o un cólico ciclópeo (véanse las dos piedras de la portada). 

La guitarra borda un riff que puede recordar a The Soulbreaker Company pero las voces son harina de otro costal.... limpias pero con un fantasmal eco que le sienta de lujo mientras el resto de instrumentos parecen una reinvención fuzzera madurada en barrica de los Grand Funk Railroad. Brilla un bajo gravísimo que lo mismo puedes unirlo al Neo Doom Sabbathiano que al Heavy Psych tipo Naam, Ancestors y cosas así (sin ir más lejos Of Sound Mind del 2009). 


Lo curioso con MOURA es que un 20% de su sonido me lleva al Rock Progresivo que se está haciendo ahora en tierras sureñas. Burbujeantes teclados y una impresionante Jam pseudo jazzística a partir del minuto 7 retuercen el sonido hacia el Canterbury más desquiciado y el Art Rock de Henry Cow aunque sólo sea durante unos breves instantes; luego vuelta al motivo inicial y paso al segundo tema "Da Interzona a Annexia" donde la escalera de riffs va directamente al centro de la Galaxia para copular con Hawkwind y sinusoidales impulsos ácidos como Zumo de Litio. Las voces suben de nivel recordándome al debut de Lubianka o los ya citados Atavismo. Mantras que se derraman y enroscan con coros angelicales en segundo plano pero que junto a la pesadez de la base rítmica y la insistencia de los teclados te golpean con una fuerza que te saca el aliento... espirometría forzada en unos pulmones invadidos de hongos espaciales. 

Una de las cosas que más me vuelan la cabeza son los soniquetes circenses de los teclados cuasi andalusíes, el desparrame in crescendo de unas guitarras machanocas hasta el punto de sacarte la vértebra atlas de su sitio sin anestesia ni cirugía y cómo se subliman Cuzo, Melange y Mohama Saz en un único flujo de sonido trenzado. En sí tienen ese deje Kraut rockero del debut de Lüger (a través de la figura de las seis cuerdas de Diego Veiga pero llevado a terrenos folkies).


Damos la vuelta al plástico y empieza "O curioso caso de Mademoiselle X" mostrando como toda Cara B de un vinilo Progresivo setentero la parte más introspectiva y acústica (¿quién se acuerda de Fooz?); sube el tema la intensidad pero siempre dentro de parámetros espaciales contenidos. Si fuera un Cometa diría que no dejan perder ni un gramo de su cola de residuos pétreos y si fuera Shub Niggurath diría que no deja de amamantar a ninguno de sus mil retoños. Arpegios fuzz muestran notas musicales casi visuales que forman una melaza a medio tiempo flotante como un mojón seco brillante iluminado por la luna en el remanso de un lago (creo que el hammond va puesto de Tranxilium hasta las cejas, o seré yo?). 

Panderetas, zanfona, sintes y vaya usted a saber qué se adueñan de un impresionante inserto ambiental experimental que quita el hipo allá por el (otra vez) minuto 8. Todo perfectamente integrado en la estructura del tema, fluyendo a la deriva como el detritus de un accidente aeroespacial en la estratosfera. Diálogo alucinante entre los palillos de la batería, la guitarra y una ominosa onda serrada del teclado... por cierto que el aterrizaje del tema tiene genes de Black Sabbath

Cierra esta monumental obra "Ronda Das Mafarricas" (original de Zeca Afonso con letras de Antonio Quadros). Un pedazo de himno con un tono en la voz al más puro estilo Brendan Perry de Dead Can Dance en un country espectral resultante de llevar al límite las homilías de Wovenhand. Podría definirlo de mil maneras distintas pero creo que restaría magia y es mejor que no comparta las escarpias de mis pelos. Que cada cual haga velcro con quien quiera.


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