miércoles, 19 de febrero de 2014

NEBRASKA (ALEXANDER PAYNE; ESTADOS UNIDOS, 2013)

"Después de recibir un “premio” por correo, Woody Grant, un anciano con síntomas de demencia, cree que se ha vuelto rico y obliga a su receloso hijo David a emprender un viaje para ir a cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos —rota durante varios años por los continuos desvaríos etílicos de Woody— tomará un cariz distinto ante la sorpresa de la madre y del triunfador hermano de David. (FILMAFFINITY)"

ALEXANDER PAYNE dirige este maravilloso drama con tintes de road-movie y comedia con unos actores sencillamente exquisitos. BRUCE DERN encarna un sueño americano en declive, cuyas últimas y máximas aspiraciones son conseguir una furgoneta nueva (aunque no pueda conducirla) y un compresor de aire, mientras que WILL FORTE interpreta a un hijo absolutamente perdido en la vida que decide subirse al carro de los sueños de su padre. NEBRASKA nos enseña que nunca es tarde para conocerse, para indagar en aquella persona que siempre has tenido a tu lado y que a pesar de creer que conoces en ocasiones acaba resultando un completo desconocido. De igual forma, los sueños íntimos del ser humano no tienen edad, y la búsqueda de metas se sobrepone en ocasiones a la misma enfermedad y la desidia.

Los desolados paisajes rurales estadounidenses, con esas polvorientas carreteras interminables y los pueblos más conservadores de América son el escenario perfecto sobre el que se desenvuelven los personajes, que en una busca casi griálica lo único que acaban obteniendo es tiempo para conocerse mejor el uno al otro. Impertérritos asistimos a la puesta en escena de personajes que rozan el puro delirio; los hermanos de Woody, su esposa o los primos de David son caricaturas del estadounidense rural profundo, con sus defectos y sus virtudes. Mención especial para un olvidadísimo STACY KEACH, uno de los grandes secundarios del cine.

Rodada en un blanco y negro exquisito, NEBRASKA cuenta con unos cuidadísimos diálogos que rehuyen la comedia de situación para ofrecernos un humor en ocasiones sutilmente lacónico. Nuestras emociones son como una balsa a la deriva... podemos perfectamente llorar mientras una risa nos atraviesa la cara, para acto seguido sentir la furia de aquellos que intentan aprovecharse de WOODY

NEBRASKA bebe directamente de los grandes del cine y la novela americana; es un CLÁSICO imperecedero llena de virtudes y con muy, muy pocos defectos.


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