No sé si es políticamente correcto decir que el nuevo proyecto del enigmático Misa Tridente junto a Doce Fuegos me ha provocado un nudo en la garganta. Garrote Vil (1820 - 1978) se compone de un solo corte de 40 minutos de duración en un limitado digipack masterizado en los Estigia Estudios de Miguel Souto (Ab'bhau, Excurse, Svdaria, Suspiral...) quien además aporta voces junto a Isabel Sierras. Fiel a todo ese submundo mistérico de los proyectos relacionados con Misa Tridente, se incluyen extractos manipulados de la mítica `Psicofonía del Infierno´, supuestamente obtenida por Germán de Argumosa en 1985 y que de por sí daría para todo un artículo. Fenómeno social o paranormal, invito a que indaguéis en el asunto.
La construcción de Garrote Vil es bastante ritualística, cercana al Dark Ambient que se practicaba en Cold Meat Industry o Cold Spring. Escuchado con auriculares, sus bases rítmicas pulsátiles y su manera de mezclarse con el Noise podrían recordar a insanos proyectos de Power Electronics como SPK, Throbbing Gristle, Whitehouse (sin el Harsh) o muchas de esas entidades psicopómpicas que habitaron Crucial Blast (Skullflower o Theologian). Cuando entran las voces el asunto sube enteros bastante; cánticos entremezclados con percusiones al más puro estilo Like Drone Razors Through Flesh Sphere o lo que es lo mismo, un Doom de carácter experimental y litúrgico arrebatadoramente oscuro.
Misa Tridente, ya hollados por aquí en su Split con Maaurge (2017) o el excelente Iucidium (2019), ve exponencialmente multiplicada su durísima propuesta en Garrote Vil merced a las voces absolutamente demenciales de Souto e Isabel Sierras. Las guitarras, tocadas al otro lado del río Styx, reflejan toda esa sin razón de la España Negra del garrote, de un necrótico Berlanga y unos queridísimos verdugos. Cacharros, electrónica y pulsos electromagnéticos desembocan en un pausado interludio allá por el minuto 17... difícil decir cuándo y en qué momento Doce Fuegos (Miguel Palau) erosiona la música con la mandolina y violín eléctrico (aunque todavía no he reseñado su último disco, os dejo en enlace al primero El Templo de las Cuevas), pero se deja caer su lánguido y apesadumbrado tono sin lugar a dudas a partir del minuto 20. Un telúrico fondo electromagnético sirve para que Palau apriete un pelín más el vil garrote y las cuerdas vocales del reo bien pudieran electrificarse para ser tocadas por su arco. Imposible no acordarse con sus abstracciones lisérgicas al violín de ese particular sonido que consiguen los Cyclobe de Stephen Thrower y Ossian Brown aunque lo que prime en ellos sea la zanfona.
Brilla sobre todo cuando la electrónica de Misa Tridente se convierte en una base drónica ultra minimalista y el violín (o mandolina) se queda prácticamente zurciendo un putrefacto y necrótico cosmos de notas a penas sugeridas; de cuerdas rozadas mínimamente por el arco que se contestan a sí mismas en un loop o reverb que se meten de lleno en el Ambient y la Clásica Contemporánea. El tramo final es arrebatadoramente oscuro, con voces entre susurradas y Black (algo de MZ412), decrépitas líneas de sintetizadores teratogénicos y un fundido a negro tan frío y helado como el anillo del garrote en las ejecuciones patibularias.
Una joya de la música oscura nacional.
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