Diez añitos cumple la longeva banda madrileña BUBBLE BONES que tras diversos cambios de formación se quedan en SIMÓN GUMBO a la guitarra y voz (y como el miembro original de la banda) añadiéndose CUÉLEBRE a la batería y PABLO PANTERA al bajo y voz, siendo este último el único músico que no participa en The Howl ya que de su labor se encargó SHAKIN DAVID. Os dejo también una reseña de su anterior disco por si queréis entrar en contexto In The Land Of Zimandias (reseña aquí).
Espectacular y sugerente artwork a cargo de ANA CEREZO y se graba, mezcla y masteriza por ANTONIO ASTRAY en ESTUDIOS FONORAPTOR y la edición a cargo de la ambivalente NOOIRAX. Terminados los detalles técnicos, me dispongo a ponerme el disco como tiene que ser. Desnudo, impregnado de patchoulí y con una chapa de Blue Cheer clavada en mi pezón izquierdo. Iluminando, una lámpara de lava más grande que una hormigonera industrial y por si acaso comprimidos de Epanutín y Luminal no fuere que me diese alguna crisis convulsiva con el abanico de sonidos y colores.
El clásico inicio de "Country Woman" ya es un derroche de energía explosiva con una guitarra infusionada en fuzz, wah-wah y distorsión con el punto de mira puesto en MC5, Jimmy Hendrix y los Grand Funk Railroad. El sampler de granja es un puntazo, por cierto. Sigue "Electric Touch" con bajo y batería machacones, voces hard rockeras a la americana (esa medio aguda/medio rasgada que se te pone después de hacer gárgaras con gasoil) además de los coros de Ana Laura y Silvia aquí y allá y sincopados ritmos boogie a la guitarra.
"Monkey Finger" tiene algo de Black Sabbath en el ralentí de la percusión en un temazo rockandroll adornado otra vez con los coros femeninos dándole aromas Glam. Hasta aquí el disco es puro desparrame y diversión con estructuras más o menos convencionales, espacio para solos de guitarra incendiarios y buenos temas (atentos al sonido del dedito saliendo de donde estuviese) pero lo mejor está todavía por venir.
Para mi gusto, la esencia de BUBBLE BONES que más me gusta empieza en el homónimo "The Howl". Su Hard Blues Psych cabalgado por un bajo meditativo y los consabidos mantras vocales circundando la melodía principal de una guitarra que va y viene como un buen blues añejo. Baja todavía más el tempo, suenan cascabeles, la batería se queda en los minimalistas toques de queda del bombo y platillo y listo, ya está el clímax dispuesto como una sábana para que discurra la acidez in crescendo seña de indentidad de la banda. Dura seis minutos pero podrían ser treinta.
"Intergalactic Diplomatic" es podredumbre; detritus espacial abandonado a su suerte. Fuzz a la guitarra y ritmos cuasi bailones en un himno festivo de estribillo pegadizo a lo Hawkwind. Apoteósico (Cosmic Warfare!!!!!!). Me parece escuchar un arreglo de teclados que le sienta como un guante pero no veo nada al respecto en los créditos (sería muy, muy interesante añadir a su sonido algún sinte o instrumento de viento como luego se verá).
Como tirar de una piñata cargada de piruletas en Gravedad Cero... el primero que pille una gana. El contraste es "Zen Warrior & The Electric Whiplash", corte mucho más rápido que me trae a la cabeza cosas como Farflung, Mars Red Sky y cosas así. Muy acertada la voz de Carolina Dubois saliéndose de los parámetros habituales de la banda para abrazar un potentísimo Heavy Psych. Ambientes progresivos a lo Pink Floyd con esas notas de guitarra procesada lanzadas al éter en un interludio maravilloso que hace que me reafirme en que este disco va creciendo minuto a minuto.
Ese sonido del que hablo continúa en "Flying Saucer". La base rítmica es imposible que no recuerde a Hawkwind pero el cóctel molotov de wah-wah guitarrero barre las influencias al espectro Blues. Moraleja: la banda tiene su sonido propio y han alcanzado la madurez. Suenan arreglos de vientos (creo que trompeta) sobre lo que tampoco veo nada en el libreto y ruidismo espacial soterrado.
Como si fuese una versión bastarda de su primer "Country Woman" pero con armónica, ahora es "Angry Woman" en clave Country Blues obsesivo tan divertido como ponerle plantillas de cobre electrificadas a las botas de cuero que te llevas a los Rodeos. Por cierto, atentos y atentas al desparrame psicodélico del epílogo y como vuelve a fundirse de nuevo a la melodía inicial. La balada caleidoscópica "Broken Star" se desliza como una procesión de colores en descomposición hacia el infinito.
En el espacio exterior no hay horizontes (no debe) así que todo se diluye y trenza al negro en un ciclópeo punto de fuga. Las notas de guitarra espaciadas y los ritmos simples pero efectivos de la base rítmica conforman un atmosférico tema donde vuelven a aparecer los coros de Carolina Dubois. Huele a gasolina de cohete y sónicamente tiene otra vez algo de los franceses Mars Red Sky.
El cierre es cíclico. Vuelta a los ritmos directos en "Royale With Cheese" para deleite de un power trío que disfruta vomitando ácido de pilas.
Poco más. Para mí, disco imprescindible, clásico desde ya si te gustan estos estilos y la consagración de una banda que merece mucho porque siempre hace las cosechas en los correctos tiempos de siembra y rindiendo los tributos al hermano Sol y la hermana Luna.
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