miércoles, 24 de octubre de 2018

ERISSOMA & LUCAS BOLAÑO (PING PONG; AUDIOTALAIA ATP009; 2017)


El ambient experimental de ERISSOMA es la piel que cubre como un traje a DAVID MATA, músico autodidacta que viene dando bastante que hablar en los últimos años gracias a composiciones muy trabajadas dentro del complicado campo de la electrónica. Técnicamente esta es la segunda vez que escribo de su obra tras la reseña que hice de Rough Grossland, publicado a través de EL MUELLE RECORDS y que mostraba a las claras su tremendo manejo de las texturas (reseña aquí).

El trabajo del que hoy os voy a hablar es Ping Pong, colaboración entre ERISSOMA y LUCAS BOLAÑO (de EXPERIMENTAL LITTLE MONKEY; os dejo un enlace a su portfolio) que hunde sus raíces en un concierto en el Museo Reina Sofía en 2014. Tras el positivo feeling obtenido repiten en algunos conciertos de improvisación y empiezan a trabajar en el disco que tengo en las manos mediante materiales que se van mandando y procesando durante un año. 

53 minutos alucinantes que masteriza el propio BOLAÑO y viste de gala EDU COMELLES en una preciosa edición limitada en AUDIOTALAIA (100 copias) a cartón verde cuya con sugerente portada realizada con tinta acrílica y técnica de transfer sobre el mismo cartón le da un precioso efecto metalizado. 


La música en conjunto está plagada de detalles y cada escucha abre la puerta a nuevas interpretaciones de cada uno de los cortes del disco. Lo que pudiera haberse tornado errático y vacio gracias al intenso procesado en realidad acaba resultando un acierto porque ambos artistas han apostado por un equilibrio perfecto entre electroacústica, ruidismo, vanguardia y melodía, siendo esta casi siempre abstracta y no evidenciable a priori. 

Se trata de música que tienes que interpretar con todos los sentidos alerta, así que se aconseja auriculares, oscuridad y sobre todo una buena ecualización porque los graves adquieren una importancia vital que aunque no percusiva, sí marcan el férreo ritmo de algo que late y se mueve a impulsos. Otros cortes son una balanza entre el Drone Ambiental y un piano acústico que va labrando notas en la muralla abigarrada de electricidad estática. En perfecta simbiosis arcana siempre, sea la melodía tratada en reverso o transcurra a otro ritmo no circadiano, lo cierto es que todo parece hablar de vivencias personales (otra vez abstracción) en la fuente misma donde nacen los sentimientos y las sensaciones.


"Amanece" abre el disco con sonidos percusivos al ralentí y lo que parecen grabaciones de campo muy procesadas. De fondo se va abriendo camino un flujo, capa ambiental que se mueve en el sentido de las agujas de un reloj y pone al restos de los sonidos a bailar como un Derviche. Tambores que van y vienen o que marcan el paso de animales que sólo viven durante varios segundos y que están condenados a repetir los mismos movimientos en una danza eterna. Es una coda sentenciada a muerte y descuartizada en pedazos de sonido... una caja de música que marca los minutos como un vibráfono o un arpa de mano y todo con cierto deje tribal, arcaico y arenoso. 

Por contra "Un Camino" se viste de folk electrónico a lo GLITTERHOUSE en un fantástico ejercicio de oscuridad opresiva, cinematográfica y con la guitarra abriendo paso como un cútter sobre nuestra aceitosa sustancia gris. Unas notas delicadas como las láminas corporales que se obtienen de un Microtomo. Escamas existenciales que se val disolviendo al contacto con el aire atmosférico como las sustancias hidrosolubles se suicidan en el medio líquido.

"La Imaginada" tiene unas subidas de intensidad épica que ríase usted de Jericó y las Trompetas. Los ambientes hostiles son relativos y puede alcanzarse la paz interior en el interior de un tornado. Toques Post Rock alumbran algunos pasajes (incluso con algo de los soundscapes de algunos proyectos de STEVEN WILSON) y un contraste tremendo entre los sonidos agudos y los graves que adquiere vida cuando el volumen es alto. Lenta, repetitiva y con la estructura de un sueño, contrasta sobremanera con la más enrevesada "Subterráneos" que tira por derroteros más Noise o de electrónica minimalista. La forma melódica está, solo que yace amortajada entre algodones metálicos.


La magnificencia espiritual vuelve con "En Gris" (esta sensación suele ser común a todos los cortes o tramos en los que irrumpe el llanto percusivo del piano) y me recuerda bastante a Sentimiento Oceánico de ATTHIS (reseña aquí). La guitarra y ciertos loops hacen que algo de electrónica francesa se cuele (hasta el rock progresivo diría) pero no sé si es una casualidad o una influencia tangencial, pero el caso es que si tuviera que citar un nombre diría BRIAN ENO o quizás también SUSO SAIZ por la versatilidad. 

"Saltos y Cristales" podría adornar sónicamente cualquier oscura coproducción hispano italiana de los 70 por sus golpes acampanados, angulosidad y sobre todo su forma bizarra (mérito del arpa, santoor o guitarra acústica en cascada, que no me queda del todo claro) y vuelvo a sacar a la palestra eso que dije de Folk electrónico. Toques flamencos (a lo Spanish Gothic rural diría) sacan de contexto espacio temporal a una melodía que no termina de definirse nunca y que en su tramo final opta (de forma gloriosa) por el tenebrismo.


Sigue la psicofónica "Ensayo Desde El Cobertizo", tan expresiva como el encefalograma de un médium dopado con LSD y vuelta a los páramos industriales donde se cría el orín y el óxido a cantidades exportables. Casi como ESPLENDOR GEOMÉTRICO intentando hacer la canción del verano. "El Viaje" representa todo lo que hasta ahora ha sido Ping Pong. Contrastes brutales entre las cuerdas y la electrónica llevados al nivel creativo que puede darse en una relación sentimental destructiva cargada de pasión y hormonas. La música que produciría la calima en un nuevo mundo apocalíptico de alquitrán semiderretido y ojos entrecerrados como en un Western (apócrifo) de SERGIO LEONE (no en vano algo parecido a una harmónica subraya algunos pasajes); es más, si alguien hubiera silbado por encima de este corte creo que hubiera tenido que cambiarme la ropa interior.

Un grandísimo trabajo de colaboración que me ha dejado exhausto por la multitud de detalles. Tan capaz es de crearte espacios aleatorios de un pasado ignoto y costumbrista como de construir gigantescas NeoCatedrales de Neón como en la última "Por Fin", epitafio que flota en la atmósfera durante unos minutos incluso después de desaparecer la última nota.




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