Embelesamiento es la palabra que más se acerca a describir el artwork del nuevo disco de MAUD THE MOTH. El vinilo, impreso por la parte rugosa, con acabado metalizado y una caligrafía demencial, son obra de Charles Boisart. Es de esas cosas que tienes que tener entre las manos para saber a lo que me refiero y sentir el potente embite de abrir el gatefold y encontrarte el apocalíptico inlay e ilustraciones de Anna Frigati. La primera vez que lo ví me acordé del artesonado de ciertos lugares/enclaves de poder que he visitado... desde los pozos iniciáticos de Sintra a diversos artesonados catedralicios. Si los artesonados suelen ser obras en los techos, también puede uno mirar hacia abajo al sacro empedrado del pasaje que lleva a la Biblioteca de Celso en Éfeso donde paseando uno se encontraba motivos arquitectónicos similares y con mucha presencia de signos solares.
Artesonado. Otra preciosa palabra. Geométricas formas donde brilla lo ochavado, la simetría como perfecto espejo que dividido por la mitad da lugar a dos mundos exactamente iguales. Proviene por cierto de la palabra `artesa´ que os invito a investigar por sus apócrifas conexiones con el Pan. Lo curioso es que si intervengo la palabra me sale Arte Sonado... y os puedo asegurar que Orphne entronca directamente con dicha descripción. Home Futile Home (2012) y The Inner Wastelands (2015) eran buenos (reseñas aquí), pero es que Orphne es una matrioska musical invertida donde puedes transitar geométricamente hasta perder (o conseguir) la cordura. Una meditación sonora fulcanéllica sobre el ángulo y sus connotaciones alquímicas que engrandecen la expresión "ver el mundo desde otro ángulo".
Orphne (Caligo), oscuridad en griego, Styx, Gorgyra la ninfa del Hades, madre de Ascalaphus, raíz lingüística hacia la Orfandad y una obra de arte musical que gira alrededor de la figura de Amaya López Carromero (voces, salterio, sintetizadores, percusión, composición, letras y piano), con el apoyo camaretístico de Paúl González (batería), Guillaume Martin (guitarra), Alicia García (violines) e Iván Carmés (Cello). El impresionante sonido es obra del trabajo en probetas de sonido que se reparten entre los Sonorous Studio (UK), Reid Hall (UK), La Casa Encendida (España) para posteriormente aderezarse mediante plúmbeos efluvios por la batuta maestra de Juan Gómer Arellano (mezcla y masterización).
Musicalmente es un filón complicado de describir. Si bien la base podría recordarnos a los inicios del Dark Folk o a ese paso que daría la música gótica al mezclarse con la world beat, y de los que son ejemplo siempre ineludible Dead Can Dance, hay suficientes elementos cuando entra la base rítmica para acordarse del giro avantgarde y experimental de lo noruegos Third and the Mortal, la oscurísima sinfonicidad de Elend o los inicios de Autumn Tears. Sin embargo, el universo musical que nos ofrecen MAUD THE MOTH es lo bastante original para romper con etiquetas y hacer que te pierdas por caracoleantes melodías que se unen a la Música de Cámara y a experimentos de Apocalyptic folk (salvando las distancias musicales e industriales, The Moon Lay Hidden Beneath a Cloud) rayanos en lo medieval, lo cíclico y en el oscuro cabaret de Spiritual Front. Aquí tengo por tanto que meter a Diamanda Galas o incluso aquel brutal disco entre Rozz Williams & Gitane Demone (Dream Home Heartache, 1995).
Pero puestos a intentar afinar, MAUD THE MOTH no suenan a nada y a todo de lo anterior. Algún detalle del dark folk coral de Reserva Espiritual de Occidente, coqueteos con el Rock en Oposición (Miasma and the Carrousel of Headless Horses) o incluso detalles progresivos que tiran del palo Univers Zero/Present. El precioso arrope de la voz de Amaya sale victorioso de todas las tesituras que se le presentan, y narran un apócrifo (o será teratogénico?) infra viaje paralelo por el Río Estix. Te cuenta la mitología de otra forma y las tribulaciones de Ulises más parecen escalones psicológicos en una enfermedad mental (o social).
Porque MAUD THE MOTH se te meten por los orificios y son una infección silente no tanto del cuerpo como del alma; esa huérfana (Orphne) que nunca llega a comunicarse con su equivalente de igual modo que el Sol nunca podrá copular con la Luna. La sensación que te produce Orphne está más cerca de la `Metanoia´ (como oscuro proceso curativo a través de la total desestructuración y posterior renacimiento adaptativo) que de la `Ekpyrosis´ estoica y su conversión a través del fuego, por mucho que la psique renazca de las cenizas Ad Infinitum.
"Ecdysis", potente apertura de piano y voz a la que se añade una melodía clásica de violín con cierto cariz cabaretero y barroco. A medio caballo entre el Dark jazz oscuro de The Kilimanjaro Dark Jazz Ensemble y las heavenly voices de RAJNA. Precioso cómo se va derramando el violín y las espectrales voces de Amaya. Entra la batería y sube la potencia... música exoesquelética, invertebrada... tegumentos del alma en caída libre y unos apasionantes platillos percusivos a lo Zeuhl (Magma, Eskaton, Etron Fou Leoublan...). Resalta muchísimo el piano sobre un fondo cargado de todo tipo de sonidos de cuerdas y una base rítmica marcando ritmos de cámara. Fabuloso el in crescendo al más puro estilo Third and the Mortal o los The Gathering del Mandylion (si esto no es Doom no sé porqué tengo los ojos vueltos en blanco y balanceo mi nuca a 40 bmp). Impresionante los golpes de batería al final remachando clavos anímicos y el uso de órgano eclesiástico que ayuda a fundir el tema hacia "The Mirror Door", muy del estilo de la Ensemble of Shadows y Sopor Aeternus.
Una abyecta caja de música en un tempo extraño y meditabundo donde se erige el piano como dueño y señor... percute, dibuja melodías o las disuelve... acompaña a la voz de Amaya o la deja desvalida con paradas secas entre notas. Soberbia mezcla final entre Jazz y Neo clasicismo.
La corta "The Stairwell" es una preciosidad. La música va hacia atrás y la voz avanza consiguiendo un equilibrio Foucaltiano impresionante que contrasta con "The Abbatoir", más lírica y con formato tradicional en inicio pero que vuelve por fueros Prog con la entrada de la batería. Voces variadas... coros, Spoken Word y tránsito por el Apocalyptic Folk (grabaciones de campo y sampleos incluído) con lo que parece un bodhrán (o similar); a pesar del uso de violines (no sé si hay zanfona también) destaco positivamente que MAUD THE MOTH se alejen de toda esa vorágine de grupos pseudo-Célticos de Pagan que pululan por doquier, centrándose en un abordaje exquisito de los arreglos (escuchad la marcialidad de los tambores y el órgano). "Finisterrae" tiene el cariz de una pesadilla.
Un clásico Jungiano como lo es el de bajar escaleras interminables. No hay despertar posible; bajas y bajas y la música en reverso flota como el aceite. Lenta e inexorablemente, la voz como un cútter romo abriendo carnes sobre fondo de cuerdas (cello, violines...) y una percusión contenida que va creciéndose en neto diálogo con el piano.
"As above, so Below" invoca a Autumn Tears y su oscurísimo Love Poems for Dying Children, con todo lo que la Darkwave porta consigo, letras inclusive: "You carve me bone of your bones, ivory / A mantle laid at your feet, ultramarine / You weave me thread of your thread, Penelope", además de transcurrir por la línea temporal evanescente del shoegazing de This Mortal Coil, por supuesto. "Mormo and the well" es una fábula al ralentí con sincopados ritmos de cabaret gótico, de Fado mezclado con Zeuhl y vaya usted a saber. Más optimista que el resto de composiciones pero con soflamas tragicómicas rebozadas en ópera rock.
Cierra "Epoxy Bonds". Cuerdas stravinskyanas, un piano que te amortaja en vida y Amaya dilapidándome con palabras que son piedras que rebotan de forma perpetua sobre las quietas aguas de un mar de serotonina salvaje, verdoso y jodidamente inhóspito.
Disco del año.
https://maudthemoth.bandcamp.com/album/orphn
No hay comentarios:
Publicar un comentario