Que Luis Boullosa (bajo, voces y letras) es un puto genio no me cabe la menor duda. Cada asunto en el que se embarca, escrito, oída o ambos es o mejor, o mejor que mejor, o super mejor que lo anterior... y creedme cuando os digo que esto de Digital Mother entra en esta última categoría. Pero es que lo de Manuel G. Sanz tampoco es de este mundo... vaya puñetera versatilidad maneja el tipo en todo lo que toca (teclados, guitarras, saxo, programaciones, mis cojones, arreglos y todo tipo de sonidos alienígenas) o con las cositas que saca con su Orphan Records.
Habiendo sido yo testigo de Gog y las Hienas Telepáticas (por aquí he encontrado la reseña de Triad de 2017), cierto es que siempre he sido más de proyectos que se van de madre y que buscan juntar dos lineas paralelas (me consta que para ello sólo habría que cambiar uno o dos Paradigmas y ya sabéis que Paradigmas y Dogmas andan sobrevalorados). Cuando Broke Lord edita aquel Death of a Flower, aproveché para una entrevista con el susodicho y de paso hablar del libro Santos y Francotiradores... y y lo que vino luego más o menos se puede intuir; Nazgul Says (2018), I Am the Phantom Limb (2019) y, como creo que la cosa se seguía saliendo del tiesto, reventó la olla con Digital Mother, infecto contagioso combo para personas teratogénicas mentales (as myself) que ahora sí, da rienda suelta sin pudor a la bacanal sonora que todos llevamos dentro. Esto muy por encima, resumido y puesto aquí a modo de croquis.
¿Y qué razón lleva a que estos dos se junten y hagan esto?... a ver, no seré yo quien hable por nadie pero es sabido que los majaras van de dos en dos (Hermanos Calatrava, Dúo Dinámico...). Los mejores proyectos de chifladuras se han creado o bien por dúos o por tríos en los que el tercer componente ha salido por patas tras ver las desnudeces espirituales de los demás, porque no verían ustedes a unos (vivos) Lynyrd Skynyrd en su día con estas excentricidades. Eran gente de bien, correctamente vestida, con el siempre conocido ritmo de la harmónica y que cuidaba sus campos, barbas y cintas del pelo. Pero donde hay dos se monta bastante lío bizarro y cuando es una sola persona apaga y vámonos para el loquero. Es por eso que en el Progresivo no hay muchos locos (estrictos sí, matemáticos también... pero pocos locos), y las Big Band Jazzeras vienen a ser el equivalente al Teléfono de la Esperanza.
Digital Mother partieron la pana con Big Pacific Blue y si bien es acertado decir que su excelso nuevo The Healing Wars Vol.1: Enter the Meta-Pyramid juega con similares elementos, escuchas atentas revelarán un circense regusto Dub Reggae con Punk, excéntricos pasajes de algo parecido a saxos que se pliegan para emular el timbre de acordeones, electrónica dubitativa destilada con cortantes notas a lo Suicide, Silver Apples o Folk extraño. ¿Qué pasa?... pues que la suma total de las partes no da la totalidad de lo que se escucha sino más; es como cuando uno va a arreglar un jodido aparato electrónico y le sobran piezas, pero resulta que las piezas no estaban antes y han surgido de algún sitio; así es Digital Mother aquí. Los reconoces por sus ojos, pero esos ojos son distintos y brillan a muerto, como a muerto tocan las campaniformes notas de algunos cortes ("The Tale of Us Both")... o incluso quieren ver si suenan como John Hassell en su Cuarto Mundo y resulta que les sale música de un Quinto Mundo que o bien no existe, o no se ha orejo-grafiado del todo ("Liquid Like a Sun" es el New Age pretérito que me gusta... ese que a veces no sabes si es más Synth, Dungeon Synth, o Lounge / Library Music para gente a la que la vida le va regular).
(obra de Luis Boullosa)
¿Sabéis qué ocurre? Pues que no me quito la sensación de que Digital Mother tienen más maldad que una meningitis espongiforme y que cada corte tiene una estructura (perdón si no doy con las palabras correctas) como de himno litúrgico, homilía de algún credo decrépito nerd o redneck, chupadores de serpientes o como se diga ahora (y no voy solo por el que cierra el álbum). Esto, que parece fácil de hacer y ha definido las carreras de gente como Nick Cave, Tom Waits, Scott Walker o qué se yo... Lou Reed y Cohen, es aquí transformado en algo fresco con una cantidad maravillosa de detalles poliédricos. Algunos lo llaman formato cantautor, antes eran trobadores, y yo no sé cómo definirlos.... es que ya os digo que son un Duo y como no están bien , pues sacan este segundo disco en vinilo con portada de Constanza Boullosa que es un cruce entre los panfletos de La Atalaya de los Testigos de Jehová y un póster alternativo de esos que se hacían en Ghana de Midsommar.... aterrador, ¿verdad?.
Por cierto, antes de meterme a desgranar el disco por alguna razón se me venía constantemente a la cabeza cosas tan dispares como Autogeddon de Julian Cope o William Hope Hodgson con su extrañísima pirámide en el brutalífico libro El Reino de la Noche (1912) pero las asociaciones arquetípicas ya las trató Jung mejor en otros lugares más apropiados. Como nota disyuntiva, me está pasando ahora mismo algo curiosísimo... estoy editando por segunda vez este texto para corregir errores gramaticales con Forever Alien de Spectrum (Sonic Boom) de fondo y joder, joder, joder... ¿Pues no va a ser que también tienen algo Digital Mother de Spectrum y lo acabo de añadir con dos narices usando una bisagra espacio-temporal inadmisible? Todo puede pasar bajo una pirámide de metacrilato.
Un grueso acople se reviste de electrónica oscura. Distorsiones de guitarra y el sincopado ritmo de las bases programadas son lo suficientemente apocalípticas como para que se me venga a la cabeza la primera vez en mi vida que vi una luz de neón de esas que eran barritas y había que agitarlas... aquel momento fue muy, pero que muy rompedor. ¿Se ha hecho esto ya antes en nuestro país? pues yo que sé, no soy una jodida enciclopedia pero muy, muy habitual no es. Ponga usted a los Naja Naja y Virtud Corona sevillanos y ya lo siguiente me da que hay que irse a la edad dorada de la música oscura patria y que tenía una forma muy especial de coger lo de fuera (Bauhaus, Joy Division, The Cure) y transformarlo en algo distinto (Diseño Corbusier, Aviador Dro, Esplendor Geométrico, Arte Moderno, Demonios Tus Ojos, Mar otra Vez), y ni aún así es Digital Mother. Como si de la banda sonora apócrifa DROKK de Geoff Barrows sobre Mega-City 1 de Judge Dredd se tratara, una asfixiante maraña crepitante sirve de base a que en coro (dúo) se recite el mejor reclamo que puedas soñar:
`Methacrylate Meta-Pyramid
This is a warning for the non-existent worlds
This is a warning for the non-existent worlds
This is a warning from a dying world
This is a warning from the Meta-Pyramid Methacrylate Meta-Pyramid´
Maligna y sutil, recuerda a una versión más plastiquera (sin bailoteos) de aquella colaboración de Cronos (Venom) con los Diabolos Rising (ya sabéis... el de Impaled Nazarene y el griego Magus Dampyr Daoloth). Sigue una especie de Tropicalismo apócrifo con "Ghost of Summer Past", con muy buen trabajo de percusiones y una guitarra que raja todo por la mitad al más puro estilo Javier Colis cuando se pone crepuscular. La voz de Luis sigue madurando y dejando más espacios que antes y es ahí donde se cuela un saxo ochentero que bien podría ser Kenny G tocando en el lupanar de tu barrio... y mientras, siguen esas percusiones estilo Gamelan con sus cascabeles. Se funde todo hacia ese ritmillo onírico, soniquete estelar y circense de "Vivisector" que se viste de gala merced a voces susurrantes erótico festivas a lo Alan Vega pasadísimo de rosca. Magnífico fondo musical con vaivenes que emulan acordeones, un saxo asordinado que se abre como un abanico ciclópeo impregnado en Napalm y un fin de fiesta de acetábulos experimentales electrónicos que parecen sacados de la batuta del mago Lee Scratch Perry. Soberbio.
Minimalista e hipnótica, con su punto arty a través del Spoken Word, entra a la yugular "The Tale of Us Both" que es la que para mí puede recordar más a Broke Lord en espíritu que no estructura o acabado; en sí, una preciosa ballada Synth Pop de letras ultra más trabajadas que la Carta a los Tesalonicenses. Habría que recordar a mucha gente que hubo una época en la que el Casiotone fue el rey y señor de la música en muchas escenas y que menos, sin duda, es más... lo digo porque una de las virtudes para mí de Digital Mother es saber el grado justo de arreglos que tiene que tener una canción, y si funciona mejor desnuda (como es en este caso), o bien hay que lanzarla a toda velocidad barroca como en la metalera "Mouthdiggin", dos minutos de acercamiento de Digital Mother al submundo de Fenriz pero sin perder el norte. Dicho de otro modo, mismo resultado ancestral pero por la vía sintética.
(el otro)
"Liquid Like a Sun" es otro himno (a dúo) con diversos aspectos épicos trascendentales a traves de una melodía luminosa que habita en ese espacio que hay en los temas cuando las voces callan; experimental y distinto a cualquier cosa que puedas tener preconcebida, se desarrolla en un tempo lento y melodía que se te pega a los tegumentos (como The Orb pero herméticos) y que es imposible que no funcione con una letra como esta:
`Bright like silver pouring from a gun
Watch them minotaurs on the run
And still like an idea waiting for its prey
Oh, I see you there, liquid like a sun
Girl daydreaming by the river bed
Big river wont you take me to Jerusalem?
Watch them unicorns flowing with the stream
Stream dont have a name just means and means
Water, water,
won't you take me home?´
Notas de piano y dosis comedidas de Noise van preludiando el fin. "Out of Season", a la sazón música clásica en un mundo donde se ha derrocado lo clásico. MÚSICA contemporánea que se eyecta desde tiempos pretéritos... MÚSICA ruidista para oyentes sordos y sobre todo, MÚSICA fuera de temporada para ponerte todos los días en que no estés muerto. Tour de force final para los 11 minutazos que engloban "Let the sun kiss me / I'm an animal", un tema dual (d - u - a - l). El inicio del tema con su oleoso despliegue vocal es Syd Barrett mezclado con Daevid Allen en sus proyectos más intimistas o lo que es lo mismo, MÚSICA para el recreo de un pabellón psiquiátrico. Imposible no acordarse de esas perlas de los dos primeros discos de los Soft Machine cuando eran una banda Pop y no habían eclosionado en el Canterbury, con un ritmo tan lento que cuando aparecen esos detalles percusivos uno se acuerda otra vez del Lounge, de algo con regusto latino o hawaiiano... algo así como lo que hubiera compuesto el mexicano Esquivel a la vuelta de un prolongado viaje a Chernobyl.
IMPRESCINDIBLE disco cuya mejor virtud es que en su título pone Volumen 1, cosa que suele ser preludio de, al menos, dualidades.
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