Con vuestro permiso o sin él, me vais a permitir una serie de licencias literarias y estilísticas a la hora de abordar el impresionante 7 Works for Chamber Music and Ensemble del valenciano Joan Gómez Alemany. Y con esto quiero decir que voy a intentar sintetizar y llevarme a mi terreno lo que en el fabuloso ensayo de Paco Yáñez se explica académicamente con pelos y señales, en profundidad y con una sapiencia descomunal, cargadísima de rigor y calidad y que bueno, no tendréis pérdida porque el texto de Yáñez es el que acompaña al libreto del digipack que como siempre en estas lides sonoras es editado por LIQUEN RECORDS de Josep Galiana (garantía de ruptura abrupta de sinapsis neuronales), además con apartado gráfico del propio Alemany.
Eso sí, antes de proseguir os emplazo a las anteriores reseñas recogidas por un servidor sobre la música de Alemany donde ya presentaba profusamente al genial y jovencísimo artista valenciano: Interacions Sonores (2019, con Josep Lluís Galiana), Electroacustic Works 2016-19 o el fabuloso proyecto Parcours (2020, junto a Voro García y Marc García Vitòria). En el apartado técnico de 7 Works for Chamber Music and Ensemble destacar la magnífica masterización de Julio Valdeolmillos (Shark Estudios) que le da una pátina mate oscura fabulosa al asunto. No hay creo que ahondar en que los siete temas son composiciones de Joan Gómez Alemany.
Y diréis... ¿por qué no sigues el texto de Yañez que es garantía de éxito? Pues básicamente porque los 73 minutos del álbum suenan lo suficientemente oscuros, abruptos y claustrofóbicos como para poder llevarlos al cien por cien a mi zona de confort. Aunque tema equivocarme, no menos cierto es que la música admite numerosos acercamientos y es que pocas veces la Música de Cámara fermenta y metastasia tan a la perfección con los acetábulos que articulan primero hacia el minimalismo y la música Concreta, posteriormente al Noise o al Industrial (imaginad a Throbbing Gristle con instrumentos de orquesta analógicos); pocas veces lo marcial irrumpe dentro de la clásica con tantísima epicidad y sobre todo, pocas veces un disco de estas características trasciende el terreno autolimitado de lo académico para embeberse de connotaciones cinematográficas verdaderamente funcionales (desde Basil Poledouris hasta referencias ineludibles como Penderecky, Xenakis, Cage o Riley). Además, y no puedo evitarlo porque voy a reventar, tengo que traer a colación los poliédricos submundos del Downtown Neoyorquino Zorniano (Cobra, Hemophiliac) e invocar una suerte de Lounge Esquiveliano pasado por el filtro de lo camaretístico. Lo mejor es que empecemos:
"String Quartet Nº1 (átanoSonata)" son 11 fastuosos minutos interpretados por el aclamado Arditti Quartet (Irvine Arditti, Ashot Sarkissjan a los violines // Ralf Ehlers a la viola y Lucas Fels al cello). Omito un poco los datos técnicos de fechas y lugar de grabación para hacer el texto mas ágil. Al más puro Industrial, los instrumentos de cuerda fabrican ruedas y engranajes sonoros que chirrían dentro de la más pura atonalidad. Desmesuradas sordinas que limitan al extremo la sonoridad de instrumentos que de por sí debieran ser recorridos en toda su extensión con los arcos, son por el contrario reducidos a múltiples y acortados embites como puñaladas. Lentamente, una poderosa decrepitud se va instalando y se pasa del minimalismo y la Concrete Music a una amenazante atmósfera muy deudora tanto de Penderecki como de Bernard Herrman.
Es tanta la intensidad que me atrevería a decir que los músicos entran en un nivel de conciencia mediúmnico donde los instrumentos son catalizados con violencia a través de lo psicorrágico. Si creéis que esto no es Noise o Industrial, simplemente os emplazo a los dos últimos minutos.
Sigue "Lo Duro y lo Suave", otros 11 minutos de una versión reducida de la Ensemble Multilatèrale (Alain Billard al clarinete bajo, Aurélie Saraf al arpa, Pablo Tognan al cello, Nicolas Crosse al contrabajo y Léo Warynski como conductor). Nuevamente texturas muy apelmazadas y atonales pero dentro de un tempo lento y sugerente, cargado de cromatismo y que es imposible separar del Noise. Drones densos y muy lúgubres de las cuerdas conviven con soplos casi etéricos del clarinete que intenta dialogar a base de cortas ráfagas espaciadas propias de la Improvisación Libre. Por cierto, fabulosa la original manera de introducir lo percusivo donde aparentemente no lo hay y fabuloso igualmente como se pasa tras un largo silencio de lo genuinamente abstracto inicial a líneas mucho más harmónicas en la parte final (lo duro y lo suave...). Imaginad un cruce entre la Spontaneous Music Ensemble, Univers Zero y por supuesto, la Clásica Contemporánea.
"La Religión del Sonido" es interpretada por la austríaca Schallfeld Ensemble (Elisa Azzará a la flauta, Szilárd Benes al clarinete, Matej Bunderla al saxofón, Lorenzo Derinni al violín, Myriam García Fidalgo al cello, Margarethe Maierhofer-Lischka al contrabajo, María Flavia Cerrato al piano, Manuel Alcaraz Clemente a la percusión y la batuta de Leonhard Garms).
Una poliinstrumentada formación que permite llevar la música a un terreno bastante colorido, cargado de expresión y sin duda cinematográfico. Es curioso como la poderosa percusión puede recordar a unos Popol Vuh pasados de rosca en las bandas sonoras de Herzog, aunque quizás la referencia más clara sería Poledouris. Lo mistérico y hermético se abre paso con pasajes procesionarios con cierto regusto litúrgico pasándose con facilidad pasmosa de lo a penas insinuado a momentos que me atrevería a citar como cruce entre el Morricone de la Nuova Consonanza y el Dark Ambient puro y duro. Arriesgado, pero si le quitas la portada al álbum y los créditos y haces un estudio ciego con oyentes posiblemente nos llevaríamos una sorpresa mayor. Fabuloso el fin de fiesta con el saxofón abriendo tímpanos con la afilada presteza de un cirujano sonoro en agudísimas notas mantenidas y las elongadas notas de un piano que parece metido dentro del Doom Jazz de los Bohren and der Club of Gore o nuevamente las psicológicas caídas en picado de Bernard Herrman.
Siguen "4 Disparates de Goya", interpretada por la longeva BCN 216 (Xavi Castillo al clarinete, Erica L. Wise al cello, Jordi Masó al piano, Miquel Vich a la percussion, Frédéric Le Bel a la difusión electrónica y Francesc Prat como conductor). Nuevamente una abigarrada composición que es una versión de la ya recogida en versión electroacústica en la referencia de Liquen Records 008. Espectro sonoro bastante vibrátil y oscuro con intrusiones electrónicas que recuerdan a las primeras grabaciones en música Clásica con las Ondas Martenot. Magníficas ecolalias antropomórficas de voces que vienen de Detrás del Umbral y que bien pudieran haber sido las mismas que dialogaban con la particular psique de Goya.
La espectral sonoridad del clarinete junto al piano preparado altera la realidad construyendo una suite que ataca los tímpanos de forma frontal sumiendo al oyente en una malsana y oscura recreación sonora de la realidad del genial artista aragonés.
Repite la Schallfeld Ensemble con "eros-tans-tngi-ugog-celö-esel" que toma su nombre de un texto del escritor austríaco Thomas Antonic pero para qué os voy a engañar... yo he pensado en algo Lovecraftiano así de sopetón. 13 minutos de cuasi ruidismo con brillos de la sobriedad de la Cámara. Lo cierto es que es un corte que no termina de enclavarse en un estilo en concreto y muta continuamente como si de un virus multiresistente se tratara.... desde partes más Pendereckianas a momentos a lo Cage o Schaffer aunque quizás con momentos donde hay mucha preponderancia de los vientos. Por cierto la formación aquí varía y la Schafeld Ensemble son Audrey G. Perreault a la flauta, Johannes Feuchter al clarinete, Patrick Skrilecz al piano, Lorenzo Derinni al violín y Myriam García Fidalgo al cello.
Si la Música de Cámara siempre tiene algo de suspense, aquí se lleva sin duda al terreno de lo Noir ya no solo por las melodías en sí sino por los usos del silencio y la espaciosidad entre notas de viento y piano. Además sin duda, el sustrato que se posa con la flauta y lo tribal es terreno del maravilloso MU de Don Cherry / Blackwell con ligeras especias aromatizadas del Cuarto Mundo de Jon Hassell.
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