Una poderosísima imagen cedida por el Museo del Pueblo Gallego adorna con efecto cercano al Diorama `Axexan, Espreitan´, el segundo, alucinante, psicotrópico y de culto instantáneo álbum de los gallegos MOURA tras aquel descomunal debut homónimo de hace un par de años. Parte códice etnográfico, mitad disco de Folk Psych `lo que sea´, un tanto por ciento de Rito Ancestral celebrado en Piedra de Meteorito, estamos sin lugar a dudas ante la música de una de las formaciones más originales y rompedoras de los últimos años en cuanto a Space Rock (esa intensidad rayana en el hiperespacio de Pyramidal o Domo) por poner una etiqueta algo genérica) se refiere.
Coged las moléculas que inevitablemente dejaron los que hollaron antes como The Soulbreaker Company, Fooz, Rip KC y Viaje a 800, para a continuación imprimar el resultado con esos aires folkies de los extintos Melange , los siempre impresionantes Mohama Saz o la bestia parda de Atavismo. Pues bien, a todo eso y nada suenan MOURA porque falta el elemento cohesionador o argamasa... una `Julio Caro Barojiana´ pátina que tiñe de antropología Prog a cada uno de los cortes, que si bien pudieran en algunos casos enclavarse dentro del Canterbury, nos demuestra que las fronteras a veces son difusas. El todo final está todavía mejor conseguido que en el anterior, el sonido se ha destilado algo más pero no pierden ninguno de sus huesos estructurales: sigue habiendo sensación de comuna (Amon Duul II o cosas actuales a lo Dungen), los Trianescos pasajes se mezclan con bases percusivas motorik krautrock y bueno, la rareza que tan bien les sienta viene de exorcizar el Folk a lo Pentangle / T. Rex en bases ultracósmicas. Sigamos..
Si mis datos son correctos, la formación principal es la misma que además se amplía con Belem Tajes, así que el drúidico combo se nos monta en:
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Diego Veiga: voces, guitarra eléctrica, guitarra acústica, guitarra clásica, Farfisa
Hugo Santeiro: guitarra eléctrica, guitarra acústica, guitarra clásica y voces
Fernando Vilaboy: Hammond, Rhodes, Mellotron, Theremin, sintetizadores y voces
Luis Casanova: batería y percusiones
Pedro Alberte: bajo
Belém Tajes: voces, aturuxos, peneira, pandeiros, lata y pandereta
mas la colaboración otra vez de la IRMANDADE ÁRTABRA:
Elena Vázquez: violín en #1, #2, #3
Fabio Mahía: voces en #4
J. Gutiérrez: voces en #5 e trompeta en #8
Miguel Vázquez: pandeireta en #2, #4, tambor en #2, saxo en #3 y gaita en #4
Pablo Caaminha Ursusson: zanfona en #8
Ariel Ninas: zoadeiras en #5
Xoán-Xil López: zoadeiras y KRIL en #5
Xosé Lois Romero: culleres en #2, tixola, sacho, piñas, bombo tradicional, lata, cunchas, pandeireta, peneira en #5
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En cuanto a los detalles técnicos, se graba en Moruxo (La Coruña) por J. Gutiérrez, para mexclarse en Cangas (Pontevedra) con posterior masterizado en Agmastering (Álvaro Gallego). Edición en Digipack, Cassete y Vinilo por SPINDA RECORDS que sigue abriéndose paso con pasión y concentrándose en trabajos muy cuidados y con el hilo conductor del Psych, el Rock de índole desértica y demás habitantes de la arena (sea ésta del planeta que sea). En total 40 minutos repartidos en dos partes diferenciadas; cuatro cortes para Axexan y los mismos para Espreitan. No voy a detenerme en las maravillosas fotografías que se incluyen ni en todos los términos gallegos ni su significado porque haría de esto un ladrillo bastante ilegible... basta saber que nunca la hermenéutica o la antropología de campo a la luz de las lumbres y candelas ha casado tan bien con la música como esta barbaridad que han grabado MOURA. Es más, me apuesto 15 mitocondrias (de las mejores que tengo) que puedes comprarte el disco a ciegas y lo vas a poner en un altar cuando le des varias pasadas.
La instrumental "Alborada do Alén" abre el disco con detalles electrónicos (y algo de violín) propios de la Kosmische alemana, aunque lentamente se va abriendo paso esa alucinante manera de poner en músic los ritos, memoria oral y todo ese patrimonio que tan bien recogieran gente como Caro Baroja o por poner un ejemplo en el País Vasco, el sacerdote, antropólogo y etnólogo José Miguel de Barandiaran. Una instrumental alucinante que se continúa de forma sutil con la balada romancera de ciegos "Romance de Andrés D´orois" (quien fuera asesinado a comienzos del siglo XX por dos ladrones en Arzúa. Básicamente voz y fonde de teclados con violín (muy enterrado en la mezcla), crea una sensación nostálgica palpable que se va abriendo con ese característico compás de la base rítmica de origen cuasi celtíbero. Adquiere mucha importancia el bajo y se ve vienen a la cabeza algunos discos de Fairport Convention, Pentangle y otros comedores de hongos de la época. Trabajo encomiable de las guitarras y una producción nítida y palpable en la que todo es audible y, tengo decirlo, imposible alejar esto del Canterbury inglés a lo Caravan... aunque lo realmente sorprendente es la madurez de la banda, que no falla ni una nota, que controla el Hammond y el Mellotron a la perfección con la técnica propia de bandas mucho más longevas.
Sigue "Pelerinaxes" con los vientos haciéndose dueños de todo, y que en palabras de la banda define como `un viaje espiritual por diferentes paisajes que rinden homenaje a la peregrinación de Otero Pedrayo, Vicente Risco y Xosé Ramón Fernández-Oxea desde Urente a SAnto André de Teixido en 192´. El Prog Rock se sublima todavía más con unos pasajes de sintetizador que afortunadamente rehúyen del acaramelamiento propio de lo sinfónico para centrarse más en el aspecto Folk (ayuda enormemente el violín, claro está). Y claro, no podíamos olvidar las propiadades lisérgicas del Centeno que darían lugar a esas alucinaciones conocidas como el `fuego sagrado de San Antonio´ en "Baile do Dentón"... temazo brutalífico de Space Rock con mezcla de Hawkwind y Triana a partes iguales con unos teclados que me ponen los vellos de la piel tan tiesos que mañana vienen de un museo a comprobar si estoy generando Menhires de forma espontánea, sobre todo cuando el fade out espacial en el tramo final me arropa en toda su magnitud. De la tierra la cielo y del cielo a la tierra; en medio.... bueno, en medio con la globalización seguro que un Todo a Cien Asiático.
ESPREITAN, segundo tramo del álbum, arranca con "Alalá Do Abellón", rito funerario / poema escrito por el poeta Alfredo Bañas en 1884 y que como no podía ser de otra manera, se acompaña de una danza circular que facilita el tránsito de las almas entre los dos mundos. Con inicio rayan en en Ambient, percusiones muy cercanas a las de la música íbera del centro de la Península (Guadarrama), destaca el oscurantismo de música y letras: `D´arredor da defuntiña / antre os dentes o fungare / collidiñas polas mans / no velorio han zoare´. IMPRESIONANTE, con un pie en el Neofolk marcial gracias a esos ritmos drónicos (quizás del Kril o de la Zanfona) que recuerdan a Sangre de Muérdago.
(fotografía: leolópez)
Si usas auriculares, sentirás la lluvia eléctrica de los sintes masturbando tus membranas timpánicas. "Cantar do Liño" baja la opresión bastantes enteros para sumergirnos en una melodía de raigambre pastoral (The Incredible String Band, Lindisfarne...) de corta duración y paso abrupto (quizás demasiado) hacia el Jazz Rock fusionero de "Encontro Cunha Moura Fiadeira en Dormeá", con voces femeninas y masculinas en diálogo narrando las peripecias de la Moura, ser mitológico Gallego. Hammond, Mellotron y juraría que a Herbie Hancock le habría apetecido participar aquí.
Hace poco vi una fabulosa película experimental llamada Lúa Vermella (Lois Patiño, 2019) donde el anochecer crepuscular teñido de rojo invoca la presencia de ánimas que pululan por los caminos, las lindes y esos lugares de poder donde los vivos conviven con los muertos. El tema homónimo de MOURA, "Lúa Vermella", que no sé si tendrá algo que ver con el film, empieza acústico, con voces Occitanas (lo siento, tengo que citar "La Novia" de los Acid Mothers Temple) sobre una base de zanfona estremecedora, casi litúrgica, que impertérrita asiste a los toques percusivos del tambor (como el bodhran) mientras la voz (creo que de J. Gutiérrez, no lo sé seguro). Minuto 5 y algo y empieza un in-crescendo Doomita que ya no te suelta hasta los 9 minutos finales... arrastrado ritmo entre dos mundos con voces que parecen lamentos, ordalía de sintetizadores, guitarras ultra creativas y termino simplemente con un
DISCO DEL AÑO y el listón queda muy, muy alto.