sábado, 13 de noviembre de 2021

FANCINE 31: CRÓNICA VIERNES 12

La carrera de fondo que resulta un festival de estas características te obliga a marcarte unas férreas pautas si quieres llegar con un mínimo de salud al final. Cada uno debe saber cuáles son sus flaquezas y qué es lo que hace tambalear sus andamios. Si los andamios son fuertes y eliges bien, las 3 sesiones de la tarde pasan como un suspiro (las de las mañanas las tengo que obviar por motivos bio existenciales). Dentro de la construcción de mis andamios cuento con un pelín de ventaja; por un lado, el fagocitar todo lo que se pone en mi camino en cuanto a cine de terror y fantástico se refiere hace que tengas muy claro lo que quieres ver. Yo por ejemplo no soy seguidor de la animación, del cine asiático evado las grandes superproducciones comerciales y suelo tirar más para esas `insólitas / indómitas´ y demás rarezas de cartelera. Ojo, que si pudiera, haría un pleno y lo vería absolutamente TODO. 

La jornada de ayer Viernes trajo el encuentro con Baptiste Drapeau y Mauricio Carrasco (director y coguionista respectivamente) de The Lodger en lo que fue el preestreno a nivel Nacional y de la que más adelante os contaré. Se proyectaba la escelente Titane en el Autocine y estaba también el concierto de bandas sonoras, además de que previamente en el CONTENEDOR CULTURAL UMA se presentaba el libro de Sergio Hardasmal, La Música de Basil Poledouris... muchísimos ángulos de distancia en esta locura de semana. Aunque hay una predilección especial de los espectadores por la sección a concurso que es la base estructural y vértebra del hospital, yo ayer me marqué un Pleno al 3 en Sección Informativa:

Cloudy Clouds (Christian Schäfer; Alemania, 2021)

"A Paul, de 17 años, le gustan cosas extrañas: trenes furtivos, edificios abandonados, conversaciones susurradas y mochilas perdidas. Quitando eso, parece ser un joven sin virtudes. Su naturaleza misteriosa llama la atención de Dala, su compañera de clase, y de Mr. Bolwer, su profesor amante del arte, ambos aparentemente guiados por deseos ocultos. Entonces aparece el cadáver de un chico en el bosque". 

Primera joya del día, un lento, sosegado thriller psicológico alemán, lo cual ya os tiene que indicar que tendréis que tener una paciencia extrema, que el metraje sea largo y que posiblemente la película carecerá de estructura convencional... es decir, el clímax final posiblemente brille por su ausencia y todo se desvanezca dejándote con la sensación de que quedaba por ahí suelto algún cable. 

Dentro de un opresivo ambiente rural, estamos ante un film de autor que difícilmente podrá gustar a todo el mundo. Su ritmo es lento y todo se va cociendo en pequeños detalles, sin histrionismos innecesarios y vertebrado a través de la construcción de unos sólidos personajes. La comunicación (verbal o no) de cada uno de los alumnos y personajes y su ambiguo transcurrir sórdido que aguanta el suspense durante todo el metraje son sus máximas virtudes. La psicopatía, los recovecos oscuros de la psique y el errático comportamiento adolescente son tratados dentro de una coda estudiantil a la alemana donde brilla las escelentes actuaciones de la dupla Jonas Holdenrieder / Valerie Stoll o el magnético Devid Striesow dentro de un personaje oscurísimo que ejerce de contrapeso (el profesor inválido Erich Bulwer). Cara muy conocida también la de Max Schimmelpfennig de la serie de culto alemana Dark (el joven Noah en 1921).

Si sois de este tipo de cine de autor, disfrutaréis bastante. Si vuestro estilo es otro, lo pasaréis mal con la lentitud y desarrollo.

The Lodger (Baptiste Drapeau; Francia, 2020)

"Julie acaba de empezar la universidad en Burdeos. Se muda a la casa de Elizabeth, una anciana viuda que le ofrece una habitación a cambio de ayuda con las tareas domésticas. Hay una condición: hacer como si Víctor, el difunto marido de Elizabeth, siguiera vivo. Pronto, Julie empieza a sentir su presencia... y comienza un inescapable y peligroso triángulo amoroso".

Disfrute de película de regusto clásico y para colmo rueda de preguntas con director y coguionista, ¿qué se le puede pedir más a la vida?. Un duelo interpretativo fascinante entre la recuperada para la ocasión Jacqueline Bisset (poco más que añadir, su señoría) y la joven Alice Isaaz. Visualmente muy inglesa al más puro estilo Hitchcock (Rebeca), con coqueteos hacia el cine del primer Polanski, estamos ante un fascinante thriller psicológico con tintes melodramáticos. 

A pesar de que no te quitas la sensación de haber visto esta trama antes, su construcción es sólida y la magnética presencia de Bisset ya justifica todo lo que vas a ver. La busca del amor platónico, las utopías y el exceso enfermizo de amor llevan a la cinta a un más que decente clímax final, todo ello aderezado con música muy deudora del gran Bernard Herrmanm (pero sin llegar a las cotas de desasosiego angula de aquel). La irrupción tramposa del elemento sobrenatura no chirría, sino que queda ahí como comodín narrativo que nada más que por las sensaciones recuperadas ya se lo concedemos del tirón. Quizás me excedo pero si se le hubiera dado una fotografía en blanco y negro y sustituido a Alice Isaaz por alguien un poco mayor de edad el resultado habría ganado muchos enteros. Por lo demás, más que notable debut de Drapeau y a la espera de su siguiente film.

In the Shadows (Erdem Tepegöz; Turquía, 2020)

"En una distopía de tiempo y lugar indeterminados, un grupo de personas que viven en una mina son controladas por un sistema de vigilancia omnipresente de los Oficiales. A raíz de la tristeza causada por la pérdida de su compañero y amigo, el protagonista (el Minero) comienza a dudar del sistema bajo el que vive. Tras infectarse de una misteriosa enfermedad en la mina, le empiezan a aparecer cicatrices en el cuerpo. Trata de ocultarlas del resto de trabajadores y el sistema de vigilancia cubriéndolas con ropa y barro. Temiendo ser descubierto, el Minero se aferra a la esperanza de recibir ayuda desde los pantanos que hay cerca de la fábrica. Esa vaga creencia y sus fuertes sospechas le debilitan y desesperan a lo largo del tiempo. Es entonces que se da cuenta de que su existencia depende de la destrucción de un sistema más oscuro de lo que creía, y que él debería ser quién lo destruye".

Grabada en plena Chiatura e Imereti en pleno Cáucaso (Georgia), estamos ante uno de esos films de culto que proyecta Fancine todos los años y que bien pudiera haber entrado dentro de la sección Insólitos / Indómitos. Impresionante cómo llena la pantalla Numan Acar, actor muy conocido por estos lares por series como Prison Break y Homeland, pero que aquí se aleja de esos estereotipados papeles para echarse encima una distopía alucinante cargada de mensaje anti-capitalista y anti-sistema... pero ojito que aquí los paisajes exteriores y la herrumbre de las fábricas de manganeso de Chiatura se convierten en un protagonista más. Sin aburrir ni un instante, deudora del cómic europeísta de Sci fi de los 90 y sus revistas clásicas (Cimoc), su ágil ritmo narrativo y aroma Ballardiano echan un pulso a todo espectador que se sumerja en sus acuosos fotogramas.

El declive de la civilización, los restos de tecnología las impresionantes montañas (y cambios climatológicos) de Georgia ayudan para crear una película que bien podría haber salido de las entrañas de Jodorowsky o Terry Gillian. Por cierto, sigue cosechando premios allá por donde pasa.

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Tras un sprint brutal, consigo lanzarme en plancha y agarrar el tapacubos de la Línea 8 de la EMT, con la mala suerte que se me engancha un trozo de ropa y acabo desnudo. Lubricado, tenso y con la musculatura a punto, consigo asirme completamento cual Hombre de Vitruvio a la rueda y aunque el viaje es largo (y la dicha es buena), tras diez biodraminas al llegar a casa consigo pegar ojo. Hasta mañana.

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