viernes, 12 de noviembre de 2021

FANCINE 31: CRÓNICA JUEVES 11

Para las primeras maratones el cuerpo está en su sitio; vaya, que el Coronel Mortimer no tiene parte viva y parte muerta nada más empezar. Soy plenamente consciente de cada uno de mis miembros... digamos que todavía estás luchando con hacer en tus tareas algo completamente contrario a lo que sueles hacer, así que bueno, no es hasta la tercera o cuarta maratón en que empiezan a sentirse los desvaríos. Tened en cuenta que el ritual persiste durante prácticamente 9 días (al menos en mi caso): levantarse, dejar lista casa y comida, ducharse, tomarse el café... conforme pasan los días ese primer ritual empieza a confundirse. Dejas lista la ducha, te tomas la casa... y para cuando llegas al final te estás duchando con café y comiéndote la casa. La segunda parte obra como por arte de magia: abrir los ojos y captar los fotogramas a la vez que lees los subtítulos. La explosión de estímulos cerebrales es tan alta que a pesar de que no te mueves (estás en la silla y lo único que puedes hacer es recomponer las posaderas) acabas brutalmente cansado. 

Estoy en las primeras fases, así que todavía Pavlov o Skinner no han conseguido nada de mi psique. Iremos viendo.

Prisoners of the Ghostland (Sion Sono; Estados Unidos, 2021)

"Ambientado en Samurai Town, una peligrosa ciudad fronteriza en la que un despiadado atracador es liberado de la cárcel por El Gobernador, un rico jefe militar cuya nieta adoptada, Bernice, ha desaparecido. El Gobernador le ofrece al prisionero su libertad a cambio de rescatar a la fugitiva. Enfundado en un traje de cuero que se auto-destruirá en tres días, el bandido emprende en un viaje en busca de la joven y de su propio camino hacia la redención".

Puedo decir sin miedo a equivocarme que estoy ante el peor Sion Sono que recuerde. Estamos de acuerdo en que su filmografía es algo irregular, pero siempre se encuentra algún elemento suficientemente bizarro para salvarlo. En esta ocasión lo tenía todo para destrozar al espectador, inclusive al actor de moda Nicolas Cage que desde Mandy (bueno, de antes) está enchufadísimo como recurso de interpretación insana... pero es que ni siquiera creo que sea el propio Nicolas Cage lo que falla aquí, y me explico. Incoherentes giros de guión, saltos y flashbacks poco sutiles y la sensación de que se le volaron 300 páginas del guión a Sono, Prisoners of the Ghostland bebe de clásicos surrealistas para mezclarlos de mala manera. Es como si Tarantino hubiese echado una mano pero para dificultar el proceso... tenemos western, samurais, apocalipsis, violencia..................... ojo, ¿he dicho violencia?... pues puedo afirmar que estoy ante una de las producciones de Sono menos explícitas. 

Así pues, tenéis un poquito de Santa Sangre de Jodorowsky, un poquito de western crepuscular, otro poquito de cine de samurais y cacharros vintage a lo Mad Max. ¿Para qué? Pues básicamente para nada porque a lo largo de los (más o menos 10 o 12) diversos clímax que alcanza la película el resultado es el mismo, un caída en picado con batacazos de guión descomunales, con interpretaciones irrisorias y situaciones que bordean la verguenza ajena. Quizás Cage haya terminado de cumplir contrato con ZYX tras esta cuarta película para ellos (Mum and Dad, Mandy, Color Out of Space).... o no, vaya usted a saber. Poco más que añadir porque os juro que parece que se trata de un film incompleto o algo.

Tides (Tim Fehlbaum; Alemania /Suecia, 2021)

"En el futuro lejano, una astronauta ha naufragado en La Tierra, desamparada desde hace mucho, y debe decidir el destino de la población restante del páramo".

Siguiendo un poco la línea argumental apocalíptica de su anterior Hell (2021), Fehlbaum se pasa del sol a la playa para traernos un trabajo con un excelente arranque donde destaca muchísimo la fotografía que se beneficia del impresionante paraje de las Islas Frigias y de las Minas de carbón a cielo abierto en Welzow Süd, Brandenburgo. Tras el potente arranque con toques a Mad Max pero a lo húmedo, acabamos metidos dentro de una trama muy simplista y previsible que si bien se deja ver por lo potente de las imágenes, le sobran perfectamente al menos 20 minutos. 

Por lo demás, esta Tides (o The Colony) podría perfectamente haberse convertido en serie de Netflix si la hubieran troceado y dado más capas argumentales. Por ahí pululan clásicos televisivos como Sebastian Roché o Iain Glen que parece que llevamos viéndolos toda una vida en pantalla. En resumen, sensaciones encontradas para esta especie de Waterworld estilizada. Le doy un notable y a otra cosa.

A Banquet (Ruth Paxton; Reino Unido, 2021)

"Holly, una madre viuda, es puesta radicalmente a prueba cuando Betsey, su hija adolescente, experimenta un momento de profunda iluminación e insiste que su cuerpo ya no es suyo, sino que está a servicio de un poder superior. Regida por su nueva fe, Betsey se niega a comer pero no pierde peso. En un atormentador dilema entre el amor y el miedo, Holly se ve forzada a enfrentarse a los límites de sus propias creencias". 

Mala suerte no haber podido contar con su directora Ruth Paxton por problemas de agenda. Esta A Banquet me ha suscitado bastantes preguntas y creo que habría sido un careo interesante. Tras un potente y clave inicio, se desarrolla lo que parece un psicodrama familiar con tintes de terror psicológico... o al menos eso parece antes de que todo gire sobre sí mismo y se dirija a una extrañísima atmósfera apocalíptica cargada de pequeños detalles. Brilla la línea de diálogos, donde casi que está la clave del film junto a determinadas y puntuales imágenes como la luna roja, los diversos platos culinarios plagados de intensos colores (y primeros planos)...

En el reparto, impresionante Sienna Guillory y la veteranísima Lindsay Duncan que se llevan de calle al elenco más joven conformado por la protagonista Jessica Alexander y su hermana Ruby Stokes. Hay un momento bisagra en el film en el que todo ya parece transcurrir en un plano psicológico con fuertes episodios de catarsis psicorrágica y ese sutil, ligeramente ambiguo clímax final. 

Por tanto, pequeña gran obra donde se nota el minimalismo inglés, con toques Indie incluso, y que me hizo disfrutar un montón. Si bien no estoy seguro de si la apertura del film conecta psicológicamente con el final o es una burda trampa / recurso estilístico, da la sensación de que su directora nos va moviendo por un sutil cubo rubik familiar donde nada es lo que parece (la conversación cara a cara de la abuela con la madre y las acusaciones vertidas deja caer más detalles enterrados sobre la familia).

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No recordaba pasar tanto frío a la salida de las salas y es que claro, el año pasado con en Pandemic Theme terminaba uno a otras horas de la tarde. Me subo en el Nocturno 4 y observo varias cosas: hay un adolescente con pelo rubio casi platino que habla con su pareja cosas inconexas (él dice unas cosas, ella otras que no tienen nada que ver); un par de jóvenes informáticos proto alopécicos hablan de la comida de empresa y de cómo los que tienen trabajo en casa son los que más ganas tienen de salir.... luego se sumergen en la jerga técnica más críptica que nunca haya escuchado; observo sus manos y están tan tiernas que uno se da cuenta de que (al menos uno de ellos) duraría 30 segundos en un bosque antes de implosionar. Mi reflejo en el espejo no ofrece un panorama mejor, hasta que me doy cuenta de que el del espejo no soy yo y suspiro aliviado.

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