La música de Pepo Galán sigue evolucionando dentro de su propio ecosistema. Aislado dentro del caparazón de una caracola, la textura acústica de sus composiciones alcanzan altas cotas de expresionismo cinematográfico, haciendo que cada una de las notas queden estáticas, clavadas con alfileres eléctricos cual mariposario sonoro; permanecen suspendidas en un estado de trance, como una "lluvia seca" que abordase nuestros tímpanos desde dentro y desde fuera. Su nuevo trabajo editado en el subsello EMR STRANDED recoge en una limitadísima edición a 10 copias en digipack una serie de temas que estaban disponibles en digital y que os presento en toda su magnitud.
El meditabundo piano en "Chatty Silence" se arropa de capas de esplendor numinoso, drónico y de raigambre a lo Brian Eno que parece surgir de una suerte de estado REM. El cerebro activo y la inmovilidad absoluta... altísima capacidad sensorial que nos invade desde los mismos poros que ejercen de antenas que vomitan su tropel de información directamente volcada al encéfalo. Ese estado en concreto es lo que para mí define mejor la música de Pepo Galán; la particularidad de estar recibiendo información desde la más absoluta parálisis. La guitarra se expresa sin avanzar quedando atrapada eternamente entre notas cíclicas y circulares. Un eterno eco ourobórico.
El tiempo se dilata, se elonga y se encoge en singularidades temporo/espaciales donde todo es posible. Sigue la opresiva "Branches" sumergiéndonos en una asfixiante tela impregnada de aceites que permite el paso de muy poco oxígeno. Su marcado timbre espiritual, eclesiástico y mayestático hace que se me ericen los vellos de la nuca. Podría citar los primeros Neuronium o el disco "Alpha Centauri" de Tangerine Dream para que os hagáis una idea (me llamaréis lo que queráis, pero toda esta movida tuvo su inicio hace más tiempo de lo que pensáis), y es que los alemanes crearon ese "feeling" particular de estar siendo tragados por un infinito agujero negro.
"Drizzle" vuelve a temas más terrenales, con estructura de nana ensoñadora. Campos que huelen a tierra mojada por la llovizna y la sensación de que durante 25 minutos hemos viajado sin movernos... siendo en este tercer corte cuando nuestro vehículo sensorial parece querer arrancar del lugar donde nos encontramos.
Un eterno acople en un terreno abonado donde se vierte la simiente de una guitarra floreciente. Un poco de sol y esperar a recoger los frutos.
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