Vasos y nervios no viven ya. No bombean ni sangre ni estímulos... sólo fosfato y carbonato de calcio en ingentes cantidades de metros de espesor forman el amplio desierto de un irreconocible y antaño exuberante planeta lleno de vida. Podría incluso decirse que la tumba que forma el polvo no tiene sexo ni edad, porque penes y senos carecen de huesos y hace tiempo que desaparecieron absorbidos por la tierra... como si las señas que conformaban la individualidad no tuvieran derecho a seguir existiendo.
¿Donde yace la vida en última instancia? ¿cuál es la fina chispa que separa la vida de la muerte? ¿condenados a existir o condenados a morir existiendo?. En el ambiente se escucha un lento ulular que procede del viento pasando a través de trabéculas que aún sostienen su forma microscópica, cual flauta cósmica llamando a la muerte.
Este es el panorama desolador que la nave registra mediante sus sondas. Un largo viaje a través del espacio y tiempo buscando un planeta habitado antaño conocido como Tierra y que ahora es un páramo de la muerte ósea. Ha sido por tanto un viaje infructuoso, y tras las pertinentes medidas de rigor científico, la nave procedente de GOZZOTH manda un mensaje a la civilización madre en el lenguaje del espacio; el lenguaje que en la tierra denostamos en favor del don de lenguas. Un mensaje que no deja lugar a dudas: TERRA COLUMBARIUM EST...
Cuando la nave está dando la vuelta en la atmósfera preñada de restos de médula roja, inadvertidamente se produce un movimiento en la superficie blanca. Un movimiento que no obedece a ningún patrón habitual de viento ni gravedad. Es un lento y ominoso arrastrar de citratos, carbonatos, fluoruros y magnesios en una incomprensible progenie celular que no debería estar ocurriendo. Los tripulantes de GOZZOTH no advierten este movimiento que a la larga se acaba conviertiendo en su perdición.. la superficie de la Tierra se está rebelando contra la gravedad.
De repente, apenas sin emitir sonido alguno, una inmensa matriz ósea adquiere la forma de una mano descomunal formada de restos de huesos que aceleradamente se dirigen hacia la nave en retirada e igual que uno estrecha la mano a un amigo, la terrosa formación aprieta sus dedos en un abrazo de muerte que condena a la nave a su propia implosión.
LA GRAN OSIFICACIÓN ANCESTRAL es la memoria colectiva de la humanidad, porque el alma no es etérea, es hueso. Dios no vive en los cielos sino una función matemáticamente demostrable creadora de PERICONDRIO... y cuando la muerte sobreviene, vamos al polvo. Y el polvo no es muerte, es hueso... y el hueso no es el fin, es el principio de la vida eterna, una vida eterna de blancura que los antiguos pintores definieron como la luz al final del túnel. Ahora bien, ¿cuál es la siguiente fase de esta función creadora?... ¿cuál es el siguiente paso evolutivo en el que lo antropomorfo subyace como un error grabado en forma de ceros y unos?.
En la Tierra ya ha empezado el PRINCIPIO DEL FIN, que lentamente se extenderá a otros universos y otras realidades para formar un Universo de Hueso. Una blancura celestial de gozo, porque:
UNIVERSUM COLUMBARIUM EST.
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