INTRUDERS (JUAN CARLOS FRESNADILLO; ESPAÑA, 2011)

"Juan, un niño de siete años, vive en un barrio humilde de Madrid y tiene una imaginación desbordante. Por las noches, sufre pesadillas en las que un intruso sin rostro lo ataca salvajemente, sin que su madre pueda hacer nada para evitarlo. Mientras tanto, Mia, una adolescente londinense de doce años, lee a sus compañeros de clase el misterioso cuento de Carahueca, un monstruo obsesionado con los niños. Ese mismo día, John Farrow, su padre, sufre un accidente en el rascacielos en construcción donde trabaja. La vida de las dos familias, aunque separadas por muchos kilómetros, dará un vuelco: los intrusos ya se han instalado en sus casas e intentan desesperadamente arrebatarles algo a los niños. (FILMAFFINITY)"

Desconozco las razones que llevan a un director a dar un salto involutivo tan grande desde sus obras previas 28 SEMANAS DESPUÉS o INTACTO, con sus defectos y sus virtudes hasta el despropósito que me ha parecido esta INTRUDERS... y es que si hay una premisa que se cumple en el cine fantástico y de terror de hoy en día es que a más capital y presupuesto, más efectos digitales y peor película que  obtenemos.

La larga sombra de NIGHT SHYAMALAN parece nutrir la imposible historia de esta película, como si fuese otra más de las absurdas obras del director indio... pero no, me cuesta creerlo pero no es el señor Shyamalan el que ha perpetrado tamaña bodriez. Para colmo de males, la película ha contado con una gran campaña de marketing y difusión mediática mientras otras películas mil veces más trabajadas quedan relegadas al puro ostracismo... cosas de la industria actual del cine.

INTRUDERS es al cine de terror lo que DEAN KOONZ a la literatura de género; una gran y absurda farsa donde todo se construye como un castillo de naipes para al final (más que al final, desde el mismo principio) caer estrepitosamente. Personajes tan estereotipados y absurdos como el de DANIEL BRÜL o PILAR LÓPEZ DE AYALA parecen salidos de CUÉNTAME, con un planteamiento tan ridículo que alcanza cotas de inverosimilitud con la escena del "exorcismo" en la iglesia (que por cierto, como para no acojonar al niño con el ambiente tétrico a donde se llevan al chaval...). Otra conexión que no lleva a ningún sitio y se ve venir desde el principio es la dualidad hispano-inglesa de su protagonista CLIVE OWEN, que no tiene otra cosa que hacer que tirarse toda la película viendo tipos con chamarretas hasta el punto de quedar tan obsesionado que llega hasta.... tachán, tachán.... pegarle la alucinación a su hija y vivir juntos una experiencia tan onírica como cansina.

Mezcla de fábula onírica con cuento del coco versus trauma infantil que te joderá en el futuro si tu compañero del curro no tiene otra cosa que hacer que caerse desde lo alto de un edificio en construcción. Clichés como los siguientes: la típica psiquiatra que analiza el problema; la típica esposa que no se cree nada (generalmente es al revés, ya que l@s protagonistas de este tipo de films suelen ser femeninos); el típico niño que no da pie con bola (generalmente pinta dibujos demoníacos, aunque en esta ocasión escribe cuentos/cartas infernales); el típico final in crescendo dramático en el que te intentan explicar todo como si ya uno no lo hubiese intuido; los típicos efectos especiales digitales que dan ese toque de irrealidad que aburre hasta la saciedad, haciendo perder credibilidad a la trama y sumiéndonos en un espectáculo sólo apto para adolescentes con acné que van a ver su primera peli de terror al cine; el típico policía que sospecha del protagonista; la típica casa con un armario... vaya, que lo dejo antes de que me de un soponcio.

Nada nuevo evidentemente pero que a buen seguro disfrutarán los no muy exigentes paladares de la muchedumbre, que ávidos de sensaciones palomiteras, acabarán peregrinando en masa para dejarse los cuartos en los timo-cineplex de hoy día. BODRIUM EST.