El diseño gráfico e ilustración de Achilleas Polychronidis nos muestra una minimalista montaña o cantera espiritual donde los órdenes físicos parecen estar invertidos. La dualidad de colores es reveladora... el morado parece adueñarse del primer tema "Noches nacen", mientras que el color mostaza es continente de formas ambiguas que se desdibujan en las notas de "Siluetas En El Jardín De Arena". El músico malagueño manipula guitarra, bajo preparado, percusión, Korg MS-20, grabaciones de campo y procesos; todo ello para darte el Smoothie Industrial depurativo que estabas esperando.
Creo que es interesante reproducir aquí una parte del texto que acompaña el trabajo para disfrutar la obra en toda su magnitud ya que lo considero verdaderamente esclarecedor e inspirado. Su autoría no la conozco, pero creo que es de alguien del sello:
"Si acudimos al diccionario para leer todas las entradas de la palabra espacio, encontramos diversas acepciones, pero siempre nos dice que es algo que contiene o bien, delimita. En el caso de esta obra, que lleva por título El Espacio Roto, puede sugerirnos ambas por el contenido de sus composiciones, el espacio de tiempo que son las noches y el espacio físico que es un jardín, sin embargo, el título parece aludir a una separación o a un funcionamiento incorrecto al encontrarse fracturado, rasgado, o bien, si lo tomamos como un adjetivo, podemos interpretar `roto´como vulgar, canalla o cansado".
Cuando algo se rompe en pedazos, cada parte comprende características de la pieza madre si esta es homogénea... un espejo que vuela en pedazos. Cada uno de sus fragmentos sigue reflejando la realidad sea cual sea su tamaño. Ahora bien, ¿qué pasa si esa pieza madre (o Espacio) no es homogénea?. Las partes resultantes serán esquirlas de una realidad y dependiendo de cuál sea la que nos toque, interpretaremos de una u otra forma sus contenidos.
"Noches Nacen" se construye a base de un reverberante colchón grave sobre el que una melodía en segundo plano parece querer abrirse paso. Un tema armónico construido a base de trozos de diversos Espacios (realidades) cuyo collage final refleja el atardecer en un mundo que no es el nuestro, o al menos que no parece hablarnos de nada físico sino de otra índole.
Es cósmico en esencia como lo era "Alpha Centauri" de TANGERINE DREAM", aunque lenta y paulatinamente lo industrial parece adueñarse del conjunto borrando todo rastro de amigabilidad. Imaginemos una centrifugadora de proporciones universales, que al accionarse agite a la velocidad de la luz la realidad misma. La sedimentación resultante es un suero sonoro graso sobre el que gravitan sonidos electrónicos ruidistas al más puro estilo industrial.
El alma humana es eléctrica, y todo lo eléctrico se acopla; concretamente, el momento especial del día en el que el alma se acopla más y emite más sonidos es al caer la noche.
El alma humana es eléctrica, y todo lo eléctrico se acopla; concretamente, el momento especial del día en el que el alma se acopla más y emite más sonidos es al caer la noche.
La música de JAULA suena agresiva siempre. Uno tiene la sensación de que el sonido que emiten sus cacharros no es amistoso en absoluto y que si le das la ocasión, te follará por las orejas a la más mínima oportunidad. Hablamos de texturas que aun suaves en algunos puntos, siempre parecen estar rodeadas por un brutalísimo y afilado alambre de espinas.
Conforme avanza el tema surgen ambientes percusivos tratados y chasquidos deudores del Dark Ambient con un fuerte cariz improvisador, donde resalta el brutalísimo clímax final con un platillo rasgado con arco en primer plano, mientras el algodonoso ambiente se va disolviendo. Algo así como un teratogénico contrabajo cantando al Apocalipsis.
El segundo tema "Siluetas En El Jardín De Arena" está cargado de un fuerte cariz onírico. Tremendamente orgánico, comienza con percusiones tribales que parecen surgir del detritus mismo de un accidente postnuclear. Como si de una grabadora de campo instalada en pleno vertedero nuclear se tratara, asistimos a un escenario atroz que es cualquier cosa menos un jardín de arena Zen.
Asfixiante y vibrátil (a lo primerísimos ESPLENDOR GEOMÉTRICO), el tema es torturante pero adictivo, además de que profundamente hiriente si lo escuchas con auriculares. Sin embargo, cuando el maremágnum de impurezas Noise se retira, surge un extraño lirismo juguetón que de seguro acabará transmitiéndote la más virulenta tetania que puedas imaginar.
Una oda a los espacios rotos, sea lo que ellos sean.
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