El proyecto audiovisual belga MÒTHA está compuesto por tres artistas totalmente multidisciplinares. Thomas Hoste (hurdy-gurdy), Maarten Marchau (flautas) y Nele Nu (danza y poesía en movimiento). A través del uso del procesamiento de sonidos van creando un pulso narrativo muy personal en forma de suite improvisada de Drone, Folk y Ambient que subyuga al oyente sacándolo de su zona de comfort. Niewe Manen es su debut que fue grabado en directo en Paradiso, Bessevelde (`the show consists of a 50-minute musical soundscape in four movements, sided with projected visuals that were made during this intense weekend amongst the woods and waters of Eeklo´) y que ahora edita, evidentemente si la parte visual / coreografías, CONSOULING SOUNDS tanto en Lp como Cd. La mezcla se realiza el Ultreya (Knesselare) por Adriaan Van Wonterghem y la masterización es obra de Gert Van Hoof en Cochlea Mastering.
50 minutos divididos en cuatro pasajes que no tienen desperdicio. Abre "Water" con delicadas notas dispersas de flautas que se van entrelazando con leves roces saltarines de las cuerdas de la zanfona; moléculas deshechas se van juntando para crear un soundscape alucinante a base de loopear pasajes mientras de fondo se suceden las coreografías y body-dance de Nele Nu (y otras 15 bailarinas que colaboraron en el show) que a falta de poder daros ejemplos, os dejo fotografías.
Conforme las notas a penas susurradas de los instrumentos hacen más acto de presencia, lo pastoral y folk irrumpe mezclado con cierta electrónica que ineludiblemente me retrotraen al Kraut más oscurantista de Popol Vuh, Kalacakra y otros. Sobre el minuto cinco o así aparecen espaciadas percusiones tipo bodhrán que imprimen cierto cariz tribal al sonido y a partir de ahí es cuando todo comienza a deslizarse en una épica espiral cinematográfica hacia arriba como el humo de un pebetero.
Hoste da con su instrumento una base ineludiblemente oriental y casi Neofolk, hipnótica y tan oscura que es inevitable no conectar Niewe Manen con el Drone Doom. Sobrecogedora belleza que no hace más que crecer enteros en el decadente movimiento de tintes clásicos y persas de "Grond"; sábanas de un orientalizante drone ejecutado con todo el mayestático poder de la zanfona que funciona como llave con la que abrir una vieja cámara mortuoria egipcia, al más puro estilo (creo que la comparación es acertada) de los herméticos CYCLOBE. Se superponen las capas y el conjunto es como las líneas ópticas engañosas provocadas por la calor sobre el asfalto. El procesamiento de las flautas y el tratamiento final del sonido crean una pátina tan gruesa e impenetrable que no tienes más remedio que dejarte llevar por un sinuoso crescendo que con auriculares puedo asegurar que os harán flotar.
Mucho más experimental y abstracta resulta "Lucht", más enclavado dentro de la electroacústica en el inicio para ir mutando hacia el Dark Ambient conforme el corte va adquiriendo hipnóticas, órficas trazas procesionarias que lo van llevando (con las percusiones) a una brutal llaga lisérgica en la gruesa e íntegra piel de la realidad que habitamos. Cuesta muchísimo describir con palabras lo apabullante del resultado pero puedo aseguraros que no os dejará indiferentes. "Vuur" cierra el disco de manera más sobria, rozando en algunos aspectos la angulosidad de la Música Litúrgica (el credo lo decides tú) y los toques inalterables de la Clásica Moderna. Difícil no sobrecogerse... flauta y zanfona vibrando en la misma longitud de onda que un harmonio en lo que parece una nota que se sostiene `ad nauseam´ y un clímax final que duele.
SOBERBIO. MONUMENTAL Y MUY RECOMENDADO.
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