¿Sabéis esa textura que cogen los cactus cuando se están pudriendo por exceso de agua?. Se ponen de color oliváceo mortecino, abotargados como un convaleciente en anasarca y cuando se los mueve un poco se les nota a punto de desprenderse del tronco. Suelen revolotear pequeños insectos que sacian su sed con el verdín putrefacto y estancado de una planta que es incapaz de hacer la fotosíntesis por puro agotamiento; vale... ahora intenta untarte esa masa verde en una rebanada de pan, espinas y todo y para adentro. Así es como quiero definir el sonido (no el lugar que eso siempre da lugar a errores) de la escena Doom de Maryland de los Revelation, Unorthodox (Nashville), Penance (Pittsburgh, Pennsylvania), Lost Breed (California) y otros entes que aun no siendo americanos los suelo meter (quizás equivocadamente) en el mismo saco como los Mirror of Deception.
Como si tocaran desangelados, ultra arrastrados y cargados de ese rock desértico primerizo de dioses como Yawning Man, se trata de un Doom tradicional cargadísimo de sol (suelo visualizar una playa apocalíptica con un David Hasselhoff convertido en brasas incandescentes montando en una tabla de salvamento de color morado con una cruz grabada). Si más o menos has comprendido esto quizás estés en el contexto cerebral adecuado para adentrarte en los madrileños Simón del Desierto, banda que vi nacer con su ep Ursaria (pillé la edición con el parche molón) allá por 2016. Tengo que reconocer que desde entonces y por sobreexceso musical no había vuelto a tener contacto con ellos y el siguiente Purgatory (2018) ya sin la presencia a las voces de Carmen (también tocaba los teclados) no lo he escuchado.
Lo que sí os puedo asegurar es que su último Avoid va a hacer las delicias del decrépito oyente si estás en la misma longitud de onda que yo. La formación se mantiene con Javi a la batería (de otros que tal bailan, los Misty Grey o los culto mongers Dispain y Rizoma que el Dios Tubérculo los tenga en su gloria), Julio a las guitarras / bouzouki (también Dispain) y las voces de (Gustavo que tiene en su currículum a los brutales Arropiero que reseñé por aquí, además de guitarras o voces aquí y allá en Lords of Bukkake, Cuerno...). Sigamos con los detalles técnicos. Avoid se graba en Estudios Brazil con masterización de Javier Ortiz (2019) y se edita en CD y Lp por Discos Herejes, Imbunche Records y Vertebrae (que tiene un fondo de catálogo que me flipa). Artwork sugerente y Buñueliano de Daniel Luna Sol y bueno, vamos con la música.
Hablaba yo de cactus en proceso de retorno a la masa madre... bien; el Doom tipo Maryland se caracteriza por una poderosa sensación de minimalismo donde es clave la sensación de vacío, hueco o algo así como si te faltara un instrumento. Puede fliparte el Tradicional o Heavy Doom, el Doom/Death y cosas así, y sin embargo odiar a bandas como Revelation... lo que digo, tienes que vibrar en la misma longitud de onda y conformarte con una guitarra que suele asumir también el rol de acompañamiento de la batería (efectivamente, no hay bajo) así que el minimalismo es muy importante. Por tanto, lo primero que tiene que funcionar en Simón del Desierto es la guitarra y efectivamente, FUNCIONA. Riff tras riff tras riff ultra fuzzero y cargado de una distorsión psicodélica desértica pero afortunadamente NO Stoner. El virtuosismo aquí no es lo importante sino la atmósfera decadente tal y como queda en evidencia en la fabulosa "In Dream Paleness" que denota un regusto bluesero inclusive (con pasaje a lo Cathedral). La batería, sin trampa ni cartón, arropa todos los registros y suena ultra orgánica (¿he dicho que el Doom de Maryland es biodegradable?).
Siguen los 7 minutazos de "Meaning of Existence", que se desliza oleosamente con esa lenta pulcritud rockera de unos Blue Cheer y MC5 a los que antes de tocar se les hubiera drogado con una dosis excesiva de opiáceos y el bajista no hubiera podido salir a escena. Para mi gusto, la voz de Gustavo es más acertada que la femenina porque corta de raíz cualquier atisbo de Epic Doom y cosas por el estilo que no es que sea malo en sí, pero insufla más caldo añejo al asunto. Sin efectos bombásticos pero sí tirando de algún que otro truco de pedaleras para deformar la realidad en pátinas lisérgicas, me atrevo a decir que la banda ha crecido una barbaridad desde aquel Ursera. Sincopada y cabalgante "An Interrupted Silence", subiendo un pelín el tempo y con un trabajazo de batería que recuerda a las bastardadas de Rizoma y su Agro Rock o los devastadores y añorados Dispain.
Pero ojito que la cosa todavía mejora en "Into the Full Void", de largo inicio instrumental, voces dobladas y unos arreglos del bouzouki griego en plan Doom Folk que ponen los vellos de punta. Las voces a lo Lee Dorrian pasado de vueltas otro acierto y no hago más que preguntarme por qué el disco solo dura 31 minutos. Sensación de despegue percusivo en la ácima "Lies" que parece sacada del catálogo más oscuro de Rise Above (Sabbath a tope); descenso a los infiernos plúmbeos a mitad del corte aletargando todavía más el tempo y con la voz cargada de eco... y qué maravilla como se construye todo con guitarra y percusión, mas una voz que sin ser virtuosa (ni falta que hace) modula y cambia, permuta y agoniza... susurra y te sopla el aliento en el oído. "Maneras de Morir" resume todo lo anterior, añade voces con vocoder y completa una gozada de álbum abrazando tangencialmente el Space Rock.
Madrid empieza por M, al igual que Maryland.
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