viernes, 6 de noviembre de 2015

MICRORESEÑAS DE A DURO (12)


La siguiente reseña es especialmente nostálgica para mí. Por ello, más que una microreseña va a ser un artículo más largo... y probablemente de esas cosas que sólo leen los muy interesados en el tema.

La historia comienza hace aproximadamente unos 25 años; puede que algo más, o puede que algo menos, pero la bruma del tiempo emborrona los recuerdos. El lugar, el pueblo de mis abuelos maternos, un día de fin de semana. 

Mis padres me dan algo de dinero y me dicen que me compre un cómic en una papelería cercana, y yo, que siempre he solido salirme por la tangente, pues decidí comprarme una novelita de a duro que estaba en un expositor de esos que dan vueltas. Tras leerla, sé que varios fines de semana más tarde la mal cambié en otro establecimiento cercano (un estanco) por una de Silver Kane (eso sí lo recuerdo) que estaba tan gastada que probablemente la prueba del Carbono 14 la hubiera datado en Palestina en época anterior al cristianismo.

Me arrepentí casi al momento, y aquella novela se me quedó grabada durante todos estos años. Imaginad la de cosas que han pasado desde entonces... pero yo todavía recordaba pasajes de la novela, y encontrarla de nuevo era algo que me apetecía mucho, la verdad. Ni idea del autor, ni de la portada (que se me insinuaba en sueños algodonosos pero se me diluía al instante... como los traumas infantiles y esas cosas que quedan vedadas para el cerebro presente y acaban convirtiéndose en alimento de la masa cerebral reptiliana).

Razones del destino o no, hace poco vi un anuncio de una novela y una portada me llamó poderosamente la atención... como asistir a una rueda de reconocimiento tras un delito cometido en plena niebla. ¿Podía ser aquella la novela tanto ansiada?... 

Terminadas las gestiones, decidí arriesgarme e intentar conseguirla, y cuando semanas más tarde la recibí en el buzón de casa, casi que me temblaba el alma; podéis reir, pero la nostalgia y el recuerdo son tan poderosos que en ocasiones una simple instantánea queda grabada a fuego y consolida y mantiene toda una vida... algo así como un castillo de naipes de la personalidad.

MIGUEL OLIVEROS TOVAR, valenciano, y más conocido en el mundo de la novela popular como KEITH LUGER (fallecido el 9 de Julio de 1985), escribió en 1971 la novela LOS FRÍOS SENDEROS DEL CRIMEN, publicada en PUNTO ROJO BRUGUERA en su número 496 y con portada de SALVADOR FABA.

La prueba de fuego estaba por llegar. A la sorpresa inicial de encontrarla le quedaba el pasar la prueba del tiempo... porque claro, muchas veces estas cosas son como ver EL EQUIPO A a día de hoy; uno acaba en el más abyecto fango a poco que se esfuerza.

Al principio tenía mis dudas, pero tras leerme el primer capítulo se disiparon en seguida. Era aquella maravillosa novelita que yo recordaba; el principio de la historia el mismo... un matrimonio discutiendo agriamente, un estrangulador profesional de por medio y suspense bien dosificado. Al contrario que otras del estilo en la época, se huyen de clichés y humor tontuno para centrarse en una historia totalmente deudora del GIALLO, con asesino con guantes de por medio incluso. Destacar la poderosa atmósfera crepuscular de la novela, con un teléfono ominoso y unos diálogos secos y cortantes que refuerzan la atmósfera pesadillesca.

La novela no sólo es buena, sino que me atrevería a decir que es una obra maestra de la novela popular (con sus defectos, que las tiene, claro está), y no andaré muy desencaminado cuando en 1973 el director CARLOS AURED la lleva a la gran pantalla en la película homónima. Con un reparto que incluía a nombres tan de la época como DANIEL MARTÍN (como FRED CONNORS), la omnipresente ÁGATA LYS (como HELLEN) y MARÍA PERSCHY como JANE, la película a día de hoy sólo tiene interés para arqueólogos del cine patrio, porque la verdad es que la crítica no la ha tratado precisamente bien.

No he tenido oportunidad de verla, pero parece ser que los actores están de pena, el guión de RAFAEL MARINA no es bueno (con diálogos adaptados planos y sosos), y la labor a la dirección de AURED tampoco hizo nada por mejorarla... el caso es que tendré que verla para poder opinar.

De lo que sí puedo opinar es del maravilloso bolsilibro LOS FRÍOS SENDEROS DEL CRIMEN de LUGER, que en total vio adaptados 6 de sus trabajos:

1967 - Chinos y minifaldas (historia)
1971 - Los amores de Don Juan (historia, como Miguel Oliveros)
1971 - El Cristo del Océano (como Miguel Oliveros)
1973 - El juez de la soga
1974 - Uno para la horca
1974 - Los fríos senderos del crimen (historia)


Y poco más que añadir a esto. Todavía tengo mas recuerdos de otras novelas populares que espero se traduzcan en historias tan apasionantes (al menos para mí) como esta.


2 comentarios:

  1. Me alegra ver que alguien valora a Keith Luger, un poco maltratado por los aficionados.La novela es bastante buena, es cierto, y la película llevo buscándola tiempo, aunque me temo lo peor...Un saludo, y enhorabuena por seguir con estos posts.

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  2. Gracias Alberto. Keith Luger pertenece a esos autores algo más malogrados pero con auténticas joyas. Con esta novela me cuesta ser objetivo porque pertenece a mi adolescencia y tal y como has leído fue algo personal. La película.... bueno, dicen que es infame; no recuerdo haberla visto. Un saludo!.

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