Adrián Foulkes (Madrid, 1986) es un compositor, pianista, productor musical y diseñador de sonido que vive y trabaja en Madrid. Así comienza el texto biográfico de su web, a la que echando un vistazo a los trabajos editados me doy cuenta de que sin saberlo he escuchado una gran parte de de su obra poniendo sonido a muchos proyectos cinematográficos. Yo, que de nada entiendo todo y del todo solo entiendo la nada, adivino que a pesar de su carrera de Bellas Artes del la U.C.M. se decidiría por el campo musical porque el Sonido es la más Bella de las Artes.... o al menos así lo creo. Hay que poner atención pero si el acto de escribir `suena´, estoy más que convencido que el de leer lo hace otro tanto.... ¿a qué nivel o umbral herziano?... pues no lo sé, pero el engranaje sináptico de nuestras neuronas suena; runrunea cuando se atasca e incluso vibra cuando fluimos. Por cierto, aquí el enlace a su página web donde se desgrana todo mejor que aquí:
Todo el arte conectado a través de una argamasa sinovial SONORA. Así veo yo la vida.
Parenthesis, que es el disco que os presento hoy, es técnicamente su segundo álbum del que Adrián dice: "Bienvenidos a este Parenthesis. Este disco es una declaración contra el tiempo, siendo su escucha un lugar donde aislarse de todo lo demás, donde hacer una pausa. Parenthesis se terminó de gestar en Madrid, durante el confinamiento debido a la pandemia del 2020. El aislameinto fue una experiencia única, intensa y a su vez reveladora que está presente en todo el proyecto. Como en aquel momento, el disco es un lugar al que acudir y olvidarse del tiempo, una lanzadera lista para el despegue hacia lo desconocido. Ojalá podáis llegar a sentir algo parecido. Que lo disfrutéis y Feliz viaje".
Sigamos analizando detalles. La poderosa fotografía / diseño de Sonia Castillo indica `suspensión del tiempo´..... con esas monedas en fondo acuático, cada una cargada del simbolismo del exvoto. Pero voy a más; la Fuente como símbolo en relación con el agua y (citando del Diccionario de Simbolos de Rioduero) "al igual que con la profundidad del secreto y con el acceso a causas secretas simboliza frecuentemente el acceso a conocimientos esotéricos o al terreno de lo inconsciente". Por su parte la moneda, casi siempre redonda, entronca con la representación del disco solar y (sobre todo en China) con la perfección solar. Ya como reflexión personal, esas pequeñas monedas que son mini Ciclos del Eterno Retorno y del Movimiento se encuentran en animación suspendida dentro de ese poderoso elemento deificador y dador de vida del Agua. Por tanto, son `deseos, acciones y diatribas´ puestas en paréntesis. Cuando lanzamos una moneda a una fuente la sacralizamos porque vertimos en ella nuestra psique atávica y ahí quedan encapsulados a la espera de su particular `vuelta a la normalidad´.
Y pajas mentales a parte, está claro que la portada junto con la sobria pero magnificente, clasista música de Adrián ponen una banda sonora a ese confinamiento particular en el que estuvimos inmersos, cosa que se consigue gracias a un impresionante uso del minimalismo de Arvo Part o (para mi) esas elucubraciones parecidas a Satie en sus Gymnopedies y es que el minimalismo a veces es más expresivo de lo que creemos; el silencio mas la nota aislada aunque parezcan algo difuminado están dibujando de forma sonora como en esos cuadros que se aprecian mejor desde la lejanía. En cuanto a los datos técnicos pues entraríamos en el terreno de la electro acústica con un MS-20 modelando (o modulando) muestras vocales mientras el Yamaha C3 mantiene un pausado y clásico ritmo percusivo. La adición del violín de la italiana Laura Massoto en un par de temas (os dejo enlace a su página aquí) lleva el conjunto a un nivel incluso superior (por alguna extraña razón a veces se me viene a la cabeza Wim Mertens). Queda por añadir la prístina masterización de Martin Heynes que literalmente lo borda junto al acabado del siempre interesante colectivo / secta OIGOVISIONES LABEL que lo han bordado con un vinilo blanco cuasi translúcido.
Abre el disco "Mutate". Un piano con muchos contrapuntos entre mano derecha e izquierda apabulla con su atmósfera elegante pero meditabunda, con irrupciones electrónicas que alteran el tempo en pequeños `glitches´ y modulaciones vocales de índole etérica. Curiosamente no puedo evitar acordarme de Sentimiento Oceánico de Atthis. "Slowmotion" baja el tempo hasta el límite del abotargamiento... pequeños detalles electrónicos se acercan al Synth Pop gracias a esas voces Ambient que caracolean con pequeños y contenidos clústeres del piano. El MS 20 suele ser lo que yo llamo `instrumento de terrorismo sonoro´, y es muy curioso que en "Catch Fire" se use para lo contrario.... elemento de paz y bienestar en drones luminiscentes y para nada superfluos, que lentamente se van desplazando a terrenos retro Carpenterianos (o eso me lo parece) y aportando motricidad. No es Kosmische en sí, pero sí que se aferra lo que vino después de la escuela Berlinesa justo cuando pasó la fiebre de la New Age y los compositores volvieron a la experimentación pura y dura. Finaliza el corte fabulosos breaks y entrada de sábanas bailables cerca de la IDM.
La Cara A se finiquita con un maravilloso contraste entre el violín de Massoto y el piano de Adrián creando un mayestático fade out difícil de definir. No es tan oscuro como el Dark Ambient, ni tampoco rezuma alegría.... es algo intermedio realmente sobrecogedor. Damos la vuelta al plástico y la homónima "Parenthesis" es una nana para mecer el Cosmos. Muy interesante cómo se vertebra (a veces la melodía parece ir a la inversa) y se mezclan diversas capas aleando acústica con electrónica (aquí tengo que citar al añorado Johan Johansson). Aunque en las referencias al disco se cite a Glass o Cage, para mí este álbum tiene al menos un 20% de sinfonismo (a su manera y menos grandilocuente) y otro tanto por ciento importante de algo difícil de definir (la palabra Avantgarde no me gusta) que estalla en "Vortex", hipnótico, repetitivo y como su nombre indica, con algo de estructura en espiral.
Vuelve el violín en "Ipso Facto", de belleza que pone los vellos de punta y asomándose (sui géneris) a cierto Folk psíquico, con aires abstractos pero que nunca de deforma, homenajeando (quizás sin saberlo) a ese Cuarto Mundo de Hassell donde toda fauna y flora es posible. "Houston, We Have a Problem" cierra el disco por todo lo alto... foulkes transforma el piano en un ser holístico donde la simpleza se transforma en su mejor virtud. La melodía se repite cadencialmente y ahora si Cage, Glass, Satie y todo ese grupo de Neuronas en Salmuera Opiácea hace su labor.
Un disco para suspenderte, interrumpirte, desconectar y, PERDERSE EN EL TIEMPO.