Mi primer contacto con la música del Dominic Lash Quartet, (Lash, Carmona, Tejero y Ward) sería con el apasionante Extremophile, disco editado por Iluso allá por 2017 (o al menos yo lo escuché y reseñé por aquellas fechas). Un disco muy difícil de clasificar, con abordaje muy europeísta tanto en la forma de llevar al extremo lo melódico como en las angulares piezas de Free Jazz que lo componían, siempre con puentes y engarces melódicos en el que el oyente hacía pie (un poco al estilo de Atomic, si se me es posible meter aquí la cuña comparativa). Justo un año después de aquello me llegó disfrutar en directo del Dominic Lash Quartet (aquí) y es ahí cuando te das cuenta qué nivel tienen estos músicos con el soporte de lo visual. Aunque vistan sus instrumentos como una segunda piel, son capaces de dejar espacio para respirar a la música y ser un todo (extremófilo) sin las asperezas reiterativas de los interminables solos en los coleteos exangües del último Hard Bop norteamericano, pero sí con ese afán aventurero de exploración Post Coltraniana de discos de Anthony Braxton por poner un ejemplo (a quien más me recuerda la música del cuarteto sin duda).
Es este preciso detalle el que hace que sientas que lo que escuchas es obra de cuatro músicos en total conexión y no de un grupo de improvisadores `enchufados´.... dicho de otra forma, Limulus, que es el disco que hoy os presento, sigue en esa onda fluída que tenía Extremophile, que al igual que otras obras de Lash, parten de directos trabajados desde el Café Oto de Londres (otros ejemplos serían los discos Distinctions y Discerment que trateremos en un futuro cercano). SPOONHUNT es el sello que edita en digipack, Alex Ward se encarga de alquimizar el sonido y la cubierta es cosa de Matthew Grigg, que suele seguir siempre una fantástica y original línea fotográfica.
Recuerdo la formación para los despistados:
Javier Carmona - Batería y Percusión // Dominic Lash - Contrabajo // Ricardo Tejero - Saxo Alto // Alex Ward - Guitarra eléctrica. Sobre el bagaje y currículum de cada uno de los integrantes no entro, creo que daría para un libro e invito a los más inquietos en investigar las discografías particulares y colaboraciones de cada uno. La composición y arreglos son de Dominic y si en Extremophile si mal no recuerdo teníamos una cover de Cecil Taylor y una descomposición sonora de Solage, por aquí yace enterrado un motivo melódico de Shubert.
Técnicamente se trata de un álbum perfecto. Contrabajo y la batería a un nivel altísimo y nunca se ven tapados por ese impresionante binomio que resulta la punzante y taladradora guitarra barroquísima de Alex Ward (no sé, a veces puede recordarte a Sharrock, en otras a Ribot o a ninguno) que se sitúa en un espectro alto del sonido merced a un estelar saxo de Tejero, sononauta de las alturas planeando con una facilidad que asusta. Cuando estos cuatro elementos están alineados, están ocurriendo melodías concretas derramadas en un cuadrado de ligerísimas variaciones tonales... poner tu atención cada vez en un elemento y dejar a los demás en la retaguardia de la psique es un perfecto ejercicio para darte cuenta de qué nivel de compenetración hay aquí. "Alexithymia" abre el disco en un discurrir mistérico pero juguetón, que pronto se ven arrastradas a una base rockera merced a los angulares toques de la guitarra. Se sube el asunto a notas muy altas y es ahí donde reina Tejero con su aerodinámico saxo. Impresionante el acople cercano a la cópula de la base rítmica (Lash - Carmona) intentando dar forma redondeada a un peñasco de roca.
Estamos en terrenos resbalosos. Infatigable el saxo alto de Tejero, rodeado de la fortaleza bestial de la guitarra deudora de ese poderoso submundo del Dowtown más callejero, pero con la facilidad de volver luego sutilmente por los fueros del inicio del corte para transitar por un groove Funk. Resulta curioso que en ocasiones el roce de las cuerdas de la guitarra es limpio y adquiere la tonalidad de un clarinete, aunque luego lleguen trémolos y clústeres de notas que sirven de base para que Carmona remache con la fuerza y seguridad de estar perfectamente engrasado. Fantástico también Lash en la parte final con el arco y destensando, pellizcando y llevando las cuatro cuerdas al límite. Es precisamente esa forma lírica de tocar el contrabajo con el arco lo que sirve de inicio a "Cylindrical", para mí muy cercano a la forma de componer de Barry Guy o Carla Bley... es decir, sin prisas, ahondando en un minimalismo cuasi Noir mitad música de Cámara, mitad Suite sinfónica (vaya, que hay partes que podrían encajar a la perfección en Escalator Over the Hill).
Aunque todo se reduzca al mínimo (espaciadísimas notas de guitarra, percusión escasa y el contrabajo de Lash), el saxo se torna dueño con un ensimismamiento cuasi mántrico, adquiriendo cualidades casi glosolálicas en algunos tramos en que parece estar `hablando´. El clímax final es de órdago, Ward haciendo de Frith, Carmona metido en un bucle barroco fascinante con el contrabajo (apretado es poco) y Tejero ya completamente liberado de la tensión inicial. Soberbio.
El paso hacia "Dactyloscopy" es un fascinante juego Lash-Carmona de Free Bop a la vieja usanza, con estructura más convencional que deja espacio para explayarse a los solistas que se alternan en un tempo bastante rápido y con muchísimo Swing. Tras el solo de Carmona, abstracto y primitivo, se finiquita este fascinante muestrario de unos músicos en estado de gracia, no muy dados a las partes solistas virtuosas (son más de conjunto que de peroratas inacabables), pero que cuando arremeten aumentan las paletas expresivas al triple de su tamaño. Maravilloso motivo melódico intimista en "From a Theme by F.S.", con Lash tocando el instrumento con arco y la guitarra sonando a piano con resultado curiosamente parecido en vértebra a una Saeta al comienzo aunque luego tire hacia la Impro, con Tejero asordinando al límite, Carmona enchufándose a lo telúrico y Lash paseando con guantes de Trekking Braille por la zona altísima del contrabajo.
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