domingo, 25 de abril de 2021

OAKMORD - "WE WERE ALWAYS ALONE" (WROTH EMITTER W.E. 033DP, 2020)

Si por cada nueva banda de Metal oscuro que surgiera en Helsinki, Finlandia, se dedicara un día festivo, posiblemente su calendario ordinario duraría eones. Nace una nueva banda de Funeral Doom en formato dúo con dos miembros clásicos de la escena. OAKMORD son Jürgen Fröhling (batería) y Sami Rautio (voces, bajo, guitarra y teclados), ambos ex integrantes de My Shameful, banda de culto que seguí bastante en su día, insignes adalides del Death/Doom en esos primeros años de Firebox/Firedoom y cuyo último trabajo editaría la Moscow Funeral League (MFL) de Rusia... y bueno, curioso por tanto que sean ahora WROTH EMITTER PRODUCTIONS (también rusos) en su segunda encarnación temporal desde 1993 los que saquen su debut, We Were Always Alone. Por cierto, hay edición tanto en CD como LP.

Tengo muy pocos datos técnicos sobre la grabación (sobre la portada nada), pero todo parece girar en torno a los M. K. Recording Bamberg Tonstudios que tras una búsqueda rápida los he localizado en Alemania. En cualquier caso, lo que importa es el resultado... un duro, compacto y seco (pocas florituras hay) de puro y genuino Funeral Doom a la Finlandesa que sin ser una obra maestra, es un más que notable ejercicio de atmósfera y un más que decente debut, máxime si tenemos en cuenta que son 30 minutos que se hacen cortísimos. Lo que más me gusta de este tipo de trabajos es que buscan provocar un determinado estado de ánimo en el oyente; proponen un viaje anímico en el que el todo suma y las partes por separado no funcionan como canciones sueltas a la manera tradicional.... ojo, no estoy hablando de álbumes conceptuales ni nada de eso. 

"I Pray to Unforgiving Skies" marca las pautas con un teclado casi eclesiástico de sábanas funestas. Se va concretando un piano, se hace un silencio por el que parecen caber tres mundos... y estalla toda la fuerza de OAKMORD con una guturalísima voz y una plúmbea base rítmica. Tal y como dije, esto suena a escuela finalndesa por los cuatro costados (Shape of Despair, My Shameful...) pero brillan unos extrañísimos mini interludios casi acuosos con la guitarra acoplada en una letanía infinita. Absolutamente fascinante la forma en que el todo musical se desplaza vertebrado por unas simples notas de piano, suerte de metrónomo etéreo que sirve de guía para la guitarra. Algún toque sueco hay por aquí y por allá (escúchese Doom:VS). 

Se acelera algo más el tempo con "Dilution of Pain", con voces limpias recitando y la guitarra algo más deudora de la escuela inglesa. Impresionante el extrañísimo efecto de teclados (tipo Glitch en electrónica o una melodía tratada por un Vocoder) a partir del minuto 1:50 o así, creando un clímax muy lento pero igualmente intenso. Vuelve luego el motivo melódico inicial y ala, OAKMORD se han marcado un señor temazo como la copa de un pino; apabullante clímax final psicorrágico, por cierto.


Sigue "Deliverance", con mayor uso solista de un letánico bajo. Voces que llegan desde la lejanía, a penas intuídas (esto me recuerda muchísimo a los americanos Torture Wheel o esa joya belga a reivindicar Der Untergang des Abendlandes de Solicide. El abordaje melódico está a un pasito de la fusión con lo sueco (imagínate ralentizar hasta lo imposible a At the Gates), con afinación muy limpia en ocasiones de la guitarra acercándose a lo acústico. Por cierto, hay algún riff de la guitarra que se acopla con la base rítmica al más puro estilo My Dying Bride (minuto 4:30). Otro aspecto importante de OAKMORD sin duda es la forma en que vuelven abstracto el sonido creando pequeños pasajes pseudo-instrumentales antes de estallar en un Funeral Doom de libro. Guturalismo logopédico mediante, las ejecuciones vocales son magistrales. 

Fin de fiesta con "My Eyes Reflect Only My Death" que entronca con las sensaciones del inicio del álbum. Más distorsión y fiereza, teclados volátiles litúrgicos que incluso a veces parece un mellotron teratogénico virado hacia lo subsónico... y luego hasta el final un vórtice que te va tragando y tragando, que te sume en una sensación decrépita aunque siempre bella a su forma; bella como los olores dulzones de las flores en descomposición, bello como el atardecer de un alma que agoniza pero ha trascendido. 

Lumen, Inis, (ae)Scentia



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