Desde Estados Unidos, la banda STARLESS DOMAIN sigue esa corriente de Black Metal atmosférico ultrasaturado de sintetizadores en cascada (eso que se llama Deep Field) y que a priori huye del sinfonismo para enclavarse en un sonido que tira más del Shoegaze y el Ambient. Como suele ocurrir también en estos casos, las individualidades de los músicos queda destilada a simples iniciales, quedando como partícipes de un todo y emulando las características macrocósmicas del Universo.
La formación se reduce a AW (sintetizadores, guitarras, bouzouki, voces), AE (guitarras, bouzouki, batería y programaciones) y J (bajo y voces principales), y su debut EOS se edita bajo el auspicio de AESTHETIC DEATH en un bonito digipack de tres paneles (diseño de Ioe Key) con artwork abstracto como mandan los cánones. También hay edición (creo que agotadísima) en cassete a cargo de Pacific Threnodies y Black Horizons. A la par que este disco, han editado otro largo llamado ALMA y un split con TOME OF THE UNREPLENISHED del que os hablaré en otro texto.
Un flujo de teclados al más puro estilo Sci Fi abre el único corte de 58 minutos de EOS. Desde el mismo inicio, el objetivo del grupo es borrar todo rastro de humanidad, individualidad o esperanza... transportarte mediante sonido a la inmensidad de un Cosmos agreste y amenazador, y que mejor recurso para ello que adornarlo de imposibles blast beats Black Metaleros al más puro estilo Limbonic Art.
Las voces enterradas en la mezcla y la repetición del motivo melódico despersonalizan al oyente, que queda atrapado en una vorágine/vórtice en el que se pierde pie. Si bien la estructura básica puede compararse a Dark Funeral, Marduk, 1349 y otras bandas que usan la velocidad como arma, en el caso de STARLESS DOMAIN supura una capa insistente de teclados que me recuerda en ocasiones al fastuoso disco And The Light Swallowed Everything, proyecto de Maurice de Jong bajo el avatar de Seirom. Bajo toda esa epidermis de furioso metal extremo, destacan muy al fondo en la mezcla los detalles del Bouzouki, bastante parecido a la Mandolina.
Me gustaría destacar los cambios de ritmo, que aunque sean pocos (básicamente parecen existir para que cojamos fuelle), destacan por crear un clima de irrealidad tecnológica; se usan bases electrónicas que pueden recordar a la música de baile más hermética e incluso diría que sobresalen toques de Vaporwave. Así, y hasta el final, se va repitiendo la misma estructura con ligeros cambios, alternancia de varios tipos de voces... desde la inhumana y aguda hasta guturales propias del Funeral Doom.
Es en las bajadas de tempo cuando más apreciamos los detalles que discurren por detrás de la capa de Black Metal; un minimalista y circense motivo melódico arropado por las cuerdas del Bouzouki resaltan todavía más el clima de desesperanza y desolación estelar al que te lleva inexorablemente un disco no para todos los oídos y que disfrutarán más los que quieran disfrutar de un atmosférico dragado catártico a velocidad de crucero. La verdadera fortaleza de este disco está en la repetición y el contraste entre las dos líneas de desarrollo, una brutalísima en primer plano y la más melódica y mántrica construida mediante los duelos bouzouki/sintetizador que desafían la física cuántica.
Para mí, una jodida y malsana muestra de cómo llevar el Black Metal a unos niveles de vacío existencial que asustan.
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