Tras la jornada intensa de ayer, me dispongo hoy a asaltar las 5 sesiones, o al menos voy a intentarlo. Siempre que empiezo a escribir esta pequeña introducción no sé que decir, y a veces me vienen cosas a la cabeza y las cuento tal como salen... hoy lo tengo claro, tengo que compartir LA VISIÓN que se me reveló ayer. Señoras y señores, el terror no está en las pantallas, está en la vida diaria. Me disponía inquieto a doblar la calle que da a Alcazabilla cuando me topé con un sacerdote (esta anécdota es real) con una serie de particularidades.
De baja estatura, andaba prieto y aterido, como si tuviera frío (quién no). Llevaba gafas de montura metálica, pero uno de los cristales estaba de más... y digo que estaba de más porque debajo de las gafas llevaba un parche negro. Un parche negro, sí... de esos a la vieja usanza. Alzacuellos, gafas, y un parche negro. De repente el esfínter se me vino arriba y se unió con el esófago para bailar un tango espectral, sin decidir si quería vomitar o cagarme vivo. ¿Era aquello real?. Ya sabéis aquello de "Si tu ojo te ofende, arráncatelo", no?. Pues todo eso se me vino a la cabeza, junto con una mezcla de irrealidad. Además, para atar cabos, me lo encontré a la altura de Calle Císter, allí dondes estuvo PLAZA & JANÉS editores (todavía puede contemplarse un mosaico de piedrecitas con el nombre, que os invito a descubrir), cuna de uno de supuestamente fenómenos paranormales clásicos de Málaga (os he enlazado con un artículo de diario Sur recordando aquello).
Pues sí, el sacerdote sin un ojo, alzacuellos y parche, pasando a la altura de Calle Císter y yo invocando a los Demonios hacia dentro (posteriormente he descubierto que se trata de una bellísima persona, por cierto). Vale, sé que es una tontería, pero en las minucias está la enjundia de la vida; la vida son fotogramas también en cierto modo. Paso a analizar una jornada intensa en FANCINE, con un lleno espectacular de salas y películas para todos los gustos.
THE ART OF SELF DEFENSE (Riley Stearns / United States / 2019
"Después de haber sido atacado por una banda de moteros, Casey (Jesse Eisenberg) decide apuntarse a un estudio de karate para aprender a defenderse. Bajo la atenta mirada de Sensei, un carismático instructor, (Alessandro Nivola), Casey consigue por fin la confianza que andaba buscando. Pero, cuando va a las clases nocturnas, descubrirá un siniestro mundo de fraternidad, brutalidad e hipermasculinidad, iniciando un viaje que lo situará en el centro de atención de su nuevo mentor".
El director Riley Stearns ya me dejó patidifuso con su muy recomendable cinta FAULTS (2014), que la pusieron en una anterior edición de FANCINE. Si en aquella Stearns jugaba con el espectador en la desprogramación mental de una conversa a una secta destructiva, aquí se parte del proceso inverso. A raíz de un trauma, Casey, interpretado por el camaleónico y siempre disfrutable Jesse Eisenberg, acaba en las redes de una escuela ultra testosterónica de Karate. Con la compañía de Imogen Poots (espectacular también en su papel), y Sensei (Alessandro Nivola), asistimos a un desarrollo parecido a FAULTS que se va tornando en una espiral extrañísima que trenza la comedia negra con el drama, para acto seguido dar otra vuelta de tuerca hacia lo insólito.
Lo mejor de este tipo de cintas es que nadie te cuente absolutamente nada, y dejarte llevar. Cuando te quieres dar cuenta estás metido dentro de la trama y cualquier cosa que pase, por rara que te parezca, se lo ha trabajado el director para que lo creas real. Y esa es la fuerza de esta fantástica comedia negra. Buenísima.
THE ROOM (Christian Volckman / France, Belgium, Luxembourg / 2019
"Matt y Kate son una pareja joven de Nueva York que están aburridos del tipo de vida que llevan, y abandonan la ciudad para mudarse a una antigua casa en Nuevo Hampshire. Una vez allí, descubrirán una habitación que hará realidad todos sus deseos y ellos desean con todas sus fuerzas un hijo. Pero a veces hay que tener cuidado con lo que se desea".
Partiendo de la premisa de que Olga Kurylenko y Kevin Janssens podrían ser nominados a la peor pareja cinematográfica del los próximos 5 siglos, y de que la película se sustenta por unos 20 minutos primeros realmente malos, plagados de diálogos que dan vergüenza ajena (por poner un ejemplo, cuando Matt descubre la puerta y va a pasar dentro de la habitación, falla la luz y se sale de la habitación diciendo: "voy a llamar al de la Compañía Eléctrica"). La película es tramposa, avanza a trompicones, y cuando realmente llega lo interesante me he empapado del tedio de unos protagonistas sosainas donde los haya.
No es que esté mal del todo, hay cosas aprovechables, y sus giros de guión son aceptables. Viene a ser una versión Soft de COHERENCE, TRIANGLE, y mil títulos más de poliedros temporo espaciales. Al final se carga de moralina existencial y desaprovecha un filón a explotar. Hay tantos clichés en su primera media hora que me faltó fuelle para soportar el supuesto clímax final que demuestra que no por tener más medios los resultados son los esperados. Película a concurso, por cierto.
COLOR OUT OF SPACE (Richard Stanley / United States, Portugal / 2019
"Esta película, basada en el relato corto de H.P. Lovecraft, gira en torno a los Gardners, una familia que decide mudarse a una granja para alejarse del estresante estilo de vida del siglo 21. Mientras se están adaptando a su nueva vida, un meteorito impacta en su patio. Este misterioso cuerpo empieza a derretirse siendo absorbido por la tierra, tomando un extraño color. Pronto, los Gardners descubrirán que esta fuerza alienígena no solo afecta a la tierra, sino también a los humanos ya que provoca mutaciones en ellos".
Lleno absoluto para ver una adaptación del Tito Lovecraft dirigida por el director que hizo la cinta de culto DUST DEVIL (1992), en lo que es la segunda adaptación (al menos oficial) de Color Out of Space de Lovecraft. Bien, paso a poner a caldo esta insensatez de película.
El ambiente victoriano, plúmbeo, opresivo y decadente que recorre cada línea escrita por Lovecraft es aquí convertido en un carrusel de idiocias a cual más espantosa. Plagada de clichés palomiteros con una familia particular... un Nicolas Cage rozando el ridículo, la hermanita que lo mismo se lee El Necronomicón que a Joseph Campbell y practica magia ritual, el hermanito que fuma porros y está obsesionado con los Ovnis y el espacio, el hermitaño hippy indescriptible y... tachán, tachán.... el hidrólogo Ward Philips, estamos ante una puesta en escena aséptica, ridícula y casi insultante para el espectador.
Tampoco quiero seguir esta senda destructiva, máxime teniendo en cuenta que tuve que salir dos veces de la sala. Una para echarle un vistazo a un chaval que se había desmayado, y otra para largarme pitando hacia BLISS, que le tenía ganas, y perderme el final de este desastre fílmico.
BLISS (Joe Begos / United States / 2019)
"Dezzy Donahue no puede detener la avalancha de problemas que se le viene encima. En un esfuerzo para combatir su mala suerte, sin importarle nada, decide cubrir sus necesidades con drogas duras. Clive, su medio novio, está preocupado, mientras que su alocado amigo Courney y su enigmático marido Ronnie continúan alimentando sus más oscuras necesidades, siendo incapaz de resistirse a sus nuevos y peligrosos impulsos".
Una de las grandes películas del festival, y de las más potentes. No apta para todo el mundo, claro está. Joe Begos venía de hacer cosas irregulares como ALMOST HUMAN (2013) o THE MIND´S EYE (2015), esta última antesala o preludio en esencia de BLISS. Experiencia psicodélica en la forma de rodar, plagado todo de filtros, glitches, una fotografía soberbia en 16mm plagada de grano que le sienta espectacular al conjunto (ya querría ROB ZOMBIE acercarse a esto).
Sobre la banda sonora mejor ni hablar... sencillamente bestial, acompañando a la perfección las subidas eléctricas de tensión de su protagonista, que vive un pulso vibrátil, magnético y decadente que inunda la pantalla (muy buena actuación cargada de erotismo malsano a lo THE ADDICTION de ABEL FERRARA). Las comparaciones con MANDY podrían ser inevitables por esos aires experimentales pero esto es totalmente distinto. Cine sucio, malsano y a la yugular sin concesión al espectador ni bajadas de guión innecesarias. Puro instinto lisérgico con la que Joe Begos consigue al fin su obra maestra y encima con el papel secundario de Jeremy Gardner (el que hizo THE BATTERY y que anduvo por las calles malagueñas en ediciones anteriores). IMPRESCINDIBLE.
BLOOD QUANTUM (Jeff Barnaby / Canada / 2019)
"La película describe un escenario apocalíptico donde los nativos de la reserva "Mi'gmaq" descubren que son los únicos humanos inmunes a una plaga zombie. Mientras los habitantes de las ciudades cercanas se dirigen a "Mi'gmaq" en busca de un refugio, la comunidad tendrá que decidir si dejar a los forasteros entrar, no solo arriesgando la supervivencia de la comunidad, sino también de la humanidad".
El cine de Zombies todavía puede sorprender e incluso cargarse de reivindicaciones con aquello del blood quantum o la "sangre india". Así, la película te la puedes tomar como una más de cine de zombies, o bien como una metáfora sobre la raza india, sus exilios forzados y su unión a la naturaleza en ese dueto de convivencia entre Canadá y lo indígena. La primera parte de la película es sin duda la más potente, con momentos muy gloriosos que lamentablemente se pierden bastante en la segunda y más sesgada parte.
Hay algo en la forma de narrar en su tramo final que la hace extraña, como si fuera a trompicones o faltaran partes del montaje final, pero aun así es todo un alegato de buen cine de género con altas dosis de hemoglobina (las partes gore están muy logradas) y un resurgimiento del splattter que deja por fin de lado a tanto efecto digital. Sin ser perfecta, es entretenida, original en su planteamiento y reflexión finales.
Momentos álgidos sin duda los de los primeros 20 minutos, los más claustrofóbicos y envolventes del film que luego se van perdiendo en el viraje a una suerte de Mad Max indio apocalíptico.
***
Decido irme a casa tras la quinta sesión (bueno, no es que lo decida, es que casi que me tienen que echar ya... vaya cansancio se veía en las caras de los trabajadores del CINE ALBÉNIZ). Decido montarme en el autobús Nocturno para ir a casa (bueno, no es que lo decida, es que el conductor se negó a subirme él) y por fin cuando llego a la empinada cuesta que da a mi casa, el universo se alinea, me tiendo en el suelo, y mi casa empieza a tirar de mí haciendo que ruede cuesta arriba hacia la cama. Así, sí decide uno irse a la cama, leñe.
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