Nueva entrega de Hidden Forces Trio con The Set Up por Raw Tonk Records de Colin Webster. Y así contando por encima su existencia se remonta en el tiempo a una década con la edición de aquella maravillosa cassette / demo titulada Out to Punch! (Féretro Records). Este nuevo álbum se dedica a la figura del insigne Simon H. Fell fallecido en 2020 (recordemos que su sello BruceFingers editaría el debut Topus allá por 2013). Si bien no han perdido ese aroma lírico tan característico que aporta el clarinete bajo de Gustavo, sí que me aventuraría a decir que al menos en la primera parte dle disco (luego vuelve a retozar por las charoladas alcantarillas del Free Noir) se va un pasito más allá que lo ofrecido en el anterior y algo lejano ya Crows are Council (Knocturne / Clamshell)... es decir, para mis añejos oídos, tiraría más del espectro Free Jazzero de su otro proyecto (sustituyendo los vientos) Sputnik Trio, aunque sin llegar a la ominosidad de estos últimos.
¿Europeísta o afromericano el Free Jazz de Hidden Forces Trio?. Bueno, sin querer dármelas de entendido en la materia que no lo soy, para mí anda más cercano de Eric Dolphy, Don Cherry, el catálogo de ESP Disk y la AACM que de las abrasadoras e incendiarias Jams de Evan Parker o Brötzmann, pero acaso sea ese un debate insulto y se da cuenta de que son las dos letras capitales `C´ las que vertebran todo el asunto del Avantgarde Jazz desde hace tanto tiempo... Coleman, Cherry y Coltrane, y si nos vamos a la `A´ pues tenemos a Ayler, y si seguimos un poquito a la `D´ a Dolphy; no dejemos la `B´ a un lado con Braxton aunque de ahí al Jazz de corte más europeísta ya solo tienes que andar un pelín ... pero bueno, pajas mentales a parte, que cada cual ponga su rasero improvisatorio donde le salga de las gónadas. Si seguís leyendo veréis por qué razón creo que Amiri Baraka de seguir vivo hubiera estado orgullos de incluír aquí algún poemilla de los suyos.
Para no repetir conceptos y hacer esto menos aburrido (si eso es posible), os invito a que visitéis el enlace que os dejo a continuación donde hago un somero repaso de todo lo escrito sobre el trío sevillano por estos lares aunque más cosas han ocurrido desde entonces, como una edición digital (todavía no la he catado) con Alejando Rojas Marcos al clavicordio (Velá) que espero tenga pronto salida física o me veré obligado a ripearlo y hacerme un corte en el pezón izquierdo (podéis pillarla en el bandcamp de Sentencia Records).
LA HISTORIA DE HIDDEN FORCES TRIO desde su PUÑO hasta la NUEVA NORMALIDAD
Lo que nunca puede faltar en un disco de Hidden Forces Trio es la sensación de estar metido dentro de una película o cómic Noir (véase el detallazo de la portada linograbada en digipack de cartón reciclado por el propio Webster). Para conseguir ese surrealista sonido es imprescindible (reitero) usar tonos bajos ya bien sea gracias a como digo, la propia idiosincracia del clarinete bajo o a la forma de tocar el contrabajo de Marco, siempre punzante y opresivo; además, es norma de la casa dar la sensación de antiguos dibujos animados de los años 50 que estuviésemos contemplando de madrugada y puestos hasta arriba de algún depresor del sistema nervioso central. En cuanto a la percusión la noto mucho más expresiva y refinada, sin perder parte de su salvaje telurismo pero concreta; dicho de otro modo, expresa lo mismo que antes con un tercio menos de golpes, o al menos a mí me lo parece y ojito, que es siempre signo de madurez percusiva cuando el baterista es capaz de dialogar (nunca luchar) con su propio silencio y eco.
Tampoco puede faltar la grabación en La Mina Estudios (graba y mezcla Nacho García) y la posterior mezcla en Happy Place Estudios. El resto, música:
W. R. Burnett, el autor de La Jungla de Asfalto entre otras, fue una de las bestias pardas de la novela negra norteamericana, firmando bajo el pseudónimo de John Updyke la novela It's Always Four O'Clock (1956) donde se hace un alucinante repaso del submundo de los clubs de jazz, el sempiterno humo de los cigarrillos y las apuestas de boxeo... por tanto, no podía ser de otra manera; "It's Always Four O'Clock" se abre a esa hora de la madrugada con espaciadas notas de clarinete y una base rítmica que va desperezándose poco a poco (o quizás está en un ese estado de duermevela tan característico de las 4 de la madrugada). El alcohol y el olor a nicotina se condensan alrededor de una pieza que tiene una cadencia extraña, siempre en rotación sobre un mismo punto aunque subiendo la intensidad en modo centrifugadora... los vientos se van a la parte alta y sobresale un clímax que te corta la respiración. La percusión se torna abstracta y violenta mientras el contrabajo mantiene el andamiaje sin se venga todo abajo; luego, de forma abrupta, baja la intensidad y vuelve el motivo melódico inicial. Apabullante.
Sigue "The Set Up" que al igual que el título del álbum posiblemente haga referencia al film de boxeo de Robert Wise (Nadie Puede Vencerme, 1949). Si tengo que besar la lona, que sea con esta música de fondo. Breve solo de Borja Díaz como en un vertiginoso castigo pugilístico abre para dejar hueco al contrabajo, con mucha más presencia en este corte; si bien hay puntuales `berridos´ de vientos aquí y allá, es un tema para que se exhiba la base rítmica cual combate de boxeo. Bailan las cuatro notas gordas de Serrato como si de un juego de pies en el Ring se tratara. Se castiga lenta pero sutilmente al contendiente con una lluvia de secos golpes percusivos; la saliva y sangre que cae al cuadrilátero la aporta Gustavo que va ganado protagonismo poco a poco en una asordinada exhalación. Sin solución de continuidad entra el contrabajo tocado con arco en "Lonely Crusade" arropado por un efecto drónico de los vientos en una afinación muy cercana al melodioso soniquete que se consigue con una Shruti box. Estamos sin duda metidos en los lúgubres ambientes existenciales de los afroamericanos en la novela de Chester Himes (os dejo aquí un muy buen artículo).
Conforme avanza el tema todo vibra y las cuerdas del contrabajo parece que están fusionándose en una sola; un golpe de platillo marca el cambio y subida del tempo. Se rasga el mástil con el arco pero en la parte más aguda... tiempo de tribulaciones y violencia para los negros en norteamérica preparando en el subconsciente la lucha anti racista que vendrá años más tarde a la par que son enviados como ganado a otra guerra más. Del sobrio inicio se pasa a un apretado pizzicato de cuerdas y al minimalismo percusivo (ojito al minuto 6 porque pone los vellos como escarpias). Impro jazz en estado de gracia.
Seguimos con "Moving Targets", no sé si inspirada en la novela de Ross McDonald pero ahí lo dejo. Un ritmo casi funk de Marco abre lo que parece un groove setentero a lo Art Ensemble of Chicago. Jazz de la calle con Gustavo marcando territorio sin tener que hacer uso de urea junto a una fantástica y cinética base rítmica. Como el título indica, se tiene la sensación de estar recorriendo el violento mundo de Lew Archer. Free Jazz Noir fabuloso como banda sonora apócrifa de Harper, Detective Privado. A estas alturas del disco está claro que el homenaje años sesenta y setenta es más que evidente... además de todo el reflejo a una cultura ya clásica en blanco y negro. "Chinese Bookie", de John Cassavetes y con Ben Gazzara (1976) bien lo demuestra. Un curioso tema en cuanto a estructura; sobre una obsesiva, invariable y simple base rítmica en lo que parece un cuatro por cuatro se eleva un chirriante y agudísimo solo de clarinete. Cuando Gustavo baja el instrumento de los agudos a un tono medio, bajo y batería se separan como fuegos artificiales, siguiendo el ritmo pero mucho más intrincado que antes (me recuerda bastante a lo que hacían en Topus).
Cierra el disco "Plainclothes" (aquí no he encontrado las referencias, punto negativo a mi favor) con una fantástica reducción de Free Jazz a cotas gospelianas y de New Thing... vaya, lo que hacía Ayler y sus tríos o esa manera de desestructurar la melodía de Coleman. Música tarareable, de estructura melodiosa (también Archie Shepp en su primera época era un maestro en dichas lides), y rozando la estructura Hard Bop en algunos momentos.
No voy a describir más, a estas alturas deberías de haberte pillado esto.