De IZTOK KOREN os hablé hace unos meses a raíz de la reedición que Torto Editions hizo del espectacular debut de los eslovenos ŠIROM (aquí). Multi instrumentalista, y en activo desde hace más de dos décadas, sus más sonadas ediciones son los discos con los antes citados, la ŠKM Banda (Štefan Kovač Marko Banda) con un buen puñado de discos o quizás su proyecto más experimental, Hexenbrutal. Quien quiera profundizar en su biografía no tiene más que visitar su página web.
Lonely Hymns and Pillars of Emptiness es su debut en solitario, nuevamente recogido por Torto Editions en digipack y que hará las delicias de los amantes del Avant Folk o la música más experimental y arriesgada. De una sensibilidad inusitada, Koren (banjo, prepared 3-string banjo, acoustic guitar, electric guitar, field recordings) nos lleva de la mano a un atemporal viaje donde lo mismo suenan patrones Mogoles que el minimalismo de la música de cámara Gagaku, unida a estructuras de corte celtíbero, arranques en modo Raga, Folk de Eslovenia y tremendas incursiones dentro del campo más experimental que podrían recordar sin lugar a dudas al primerísimo Kraut pastoral de Popol Vuh, Kalachacra, Sergio Golowin (Lord Khrisna Von Goloka), Witthüser & Westrupp e incluso Emtidi, Limbus 4 y otras perlas del estilo. El álbum se graba y mezcla por Chris Eckman en una sola sesión (15 de Agosto de 2020) en la que se desarrolla todo el trabajo que estaba parcialmente compuesto (hay una gran parte de improvisación) pero en barbecho por motivos de la Pandemia. Posteriormente se masteriza por Dejan Lapanja y la espectral cubierta es obra de Tina Konec.
Las seis piezas que componen Lonely Hymns and Pillars of Emptiness están basadas en el misticismo esloveno y en textos adivinatorios chinos, y como casi todos estos discos que han surgido en 2020 se graba durante el confinamiento global. Aunque la idea venía fraguándose desde hacía varios años, el propio artista explica: "the final push to bring it into fruition was courtesy of my friend Raphael Roginski. His encouragement to take this step gave me faith and boosted my motivation.The initial inspiration for the music came from contemplating the possibilities of overcoming my feelings of selfishness, stubbornness, anger, guilt, regret and envy, and reading ancient Chinese text Yi Jing. A big inspiration also came from the melancholic mysticism of flatland Prekmurje (north-east part of Slovenia, close to Hungary) where I was born and spent my childhood: a place which has always aroused feelings of nostalgia, homesickness and splitness for me".
Este particular estado de consciencia; este aquí y ahora, la meditación a través del observar y no actuar llevan a Koren a un particular modo Zen en el devenir de lo que le rodea, donde cada detalle cobra una importancia inusitada que acaba de una u otra manera participando en el todo del disco: "When living space and movement is shrunken, one can start to see new life emerged in what before might have seemed rather boring or insignificant. For example, how daylight changes and paints different color shades on the wall at different time of the day. Or how certain weather influences on how plants in the garden and soil smell. Or how sounds of neighbours children playing resonates in some places differently depending also on the wind blowing and air pressure. Or seeing beauty in geometrical patterns in constellations of electric wires. Or echoing sound of lonely train in empty city, or smell of hair after long walk, or dissonant music of creaking stairs, or the special sound of a daughter's voice when she's just woken up. All those new sensations built for me new mental images, which filled my mind during the creation process, and also became material for the songs".
Estas preciosas reflexiones Iztok Koren ayudan mejor a comprender e integrar al oyente en ese Corpus musical bellísimo que se abre con "Sometimes My Heart Bleeds For No Reason". En diez minutos el banjo se desliza mediante insistentes clústeres de notas... se espacian o arrementen/abigarran unas contra otras emanando una palpable sensación de volatilidad. Claramente es Folk, pero igualmente tiende en determinadas partes a flotar dentro de un magma de difícil etiquetado, abstracto pero melódico a la vez y por tanto con cierta estructura de esas Ragas tocadas con Santoor (quizás por afinación puedan emparejarse bastante bien ambos instrumentos). Aun no estando familiarizado con el Folk esloveno, determinados puntos de unión como bisagras parecen abrirse en el sonido las estepas mogolas... y digo MOGOLA quitando la N porque dicha forma suele usarse más en consonancia con la misma procedencia pero a una zona más concreta con conexiones hacia el Indostán.
Un sampler de agua y lluvia antecede una melodía de corte oriental en "Fire is Armor" que me recuerda muchísimo a la música teatral Gagaku o a la cortesana China, aunque luego lentamente se lanza a una carrera mucho más Country Folk ensoñadora, mucho más deudora del Folk de su país y que se repite como un motivo ancestral buscando el trance o la meditación a través del sonido y la repetición; no hay Loops, pero la sensación es la de estar metido en un bucle (mental, sonoro y existencial). Impresionante cómo Iztok Koren logra convertir algo tan a priori minimalista en toda una suerte de suite coral sin a penas parar en el flujo de notas en cascada que salen del banjo. Sigue "The Plain Does Not Give Way" de 15 minutos de duración; decía que no había espacios o silencios hasta que llega este tema donde ocurre justo lo contrario. Los parones crean vórtices de una potencia alucinante reforzando el cariz hipnótico. Bellísima melodía corta que se repite varias veces hasta que empieza a tocarse el banjo con un arco creando apabullantes contrapuntos drónicos in crescendo que me recuerdan muchísimo a la música Occitana.
Roza lo sublime las partes improvisadas, mini jams de corte ancestral porque el dominio de los instrumentos de cuerda, la superposición de patrones melódicos y la sensación de estar vaciándote mentalmente a través de música hacen que te cueste hacer pie, hasta que empieza el sampler vocal que irrumpe apocalípticamente (y es aquí donde el Kraut pastoral hace más acto de presencia). A propósito de las grabaciones de campo, es ineludible leerse sus declaraciones que aclaran algo más de esa sobria voz: "As part of the album I included field recordings which were all taken during the spring and summer of 2020, except the excerpt of an interview with my uncle included in The Plain Does Not Give Way. My uncle lives in a small village in Prekmurje region, living a very ascetic life full of sacrifice, renunciation and deep faith. I talked with him about local folklore, myths and stories about witches and ghosts. During the conversation there was one very interesting part where he was talking about 10 signs which will announce forthcoming apocalypse. One of those signs started to appear recently in his dreams. He started speaking in a dialect which is hard other Slovene people to understand. That interview took place in beggining of 2019". Podéis entonces entender la fuerza enorme que alcanza de aquí hata el final "The Plain Does Not Give Away" y su potentísimo fade out con acoples y detalles de guitarra eléctrica.
"Banal and Evil, Corroded By Hope" usa el banjo procesado y arco frotando cuerdas. Como resultado un acelerador de partículas desérticas que te erosionan cuerpo y alma mediante subidas/bajadas y giros cuánticos sufíes, persas o vete a saber a qué pueden recordarte. Al fin y al cabo, todos venimos del mismo sitio. En el minuto 5 se rompe el flujo y entra una melodía con escalas arabigas imbuidas de abstracción, que no se concretan ni quedan quietas un solo segundo. Pura catarsis. "The Euphoria of The End" epiloga siguiendo los recursos estilísticos de los que ya os he hablado en profundidad pero acentuando los aspectos Psych y esa preciosa coda final con guitarra acústica de "Eternal Autumn" cerrando por todo lo alto un disco que merece estar entre lo mejor del año.
El pasado año o este, me importa una raíz de muérdago.