El sueco Daniel Jansson es conocido por sus proyectos Culted, Blodulv y Deadwood (alguno más hay, como Keplers Odd o The Ritual Inclusion of Code), llevando activo en el mundo de la música extrema más de una década y editado trabajos con sellos como Season of Mist, Cold Spring o Relapse. Con V:XII se sumerge de lleno en las ásperas entrañas del Death Industrial, el Noise y el Black Doom de corte electrónico más salvaje. La hoja promocional cuenta de que algunos de los cortes aquí incluídos iba a ser parte de un nuevo álbum de Deadwood pero tampoco tengo mucha más información.
Rom, Rune and Ruin, The Odium Disciplina se edita en un digipack de 6 paneles (artwork de Dr.Winter) por AESTHETIC DEATH, que desde sus inicios cuenta en su haber con múltiples proyectos más propios del Dark Ambient per se que del Doom/Death y similares. Quien guste de los pulsátiles ritmos desasosegantes de Lustmord o los lejanos ambientes lúgubres de Aghast van a disfrutar de lo lindo con 47 oscurísimos minutos donde resalta la impresionante masterización de Greg Chandler de Esoteric en los Priory Studios.
Si tuviera que describir en un párrafo el disco, diría que suena como si te metieran dentro de un sudario fabricado con estropajo metálico para luego conectarlo a una pedalera multiefectos. Mientras pasas el umbral de lo sano a la putrefacción, de lo sólido a lo licuefacto, das lugar a capas, sábanas de sonidos y chasquidos que luego en disco son la partitura de una descomposición eléctrica minimalista más oscura que la noche de los tiempos. Daniel Jansson demuestra que el Doom puede casar a la perfección con el Drone Industrial (algún intento ya harían Zaraza, Woods of Belial (Deimos XIII), Torture Wheel o desconocidísimos proyectos como Uncertainty Principle, Voice Transmissions With the Deceased o cosas de ahora como Gnaw Their Tongues (el referente más directo).
Una de las principales virtudes de este Rom, Rune and Ruin: The Odium Disciplina es que huye del Harsh Noise como elemento principal y lo relega a un segundo plano estático, malsano y plagado de exabruptos. En primera línea lo que tenemos es una sensación de congoja musical dual, abstracta y melódica a la vez, que se te pega al paladar mediante unos graves que dudo sean salubres en la impresionante apertura "The New Black". Mientras las voces sueltan una letanía lejana apocalíptica, sentimos cómo el sonido se deforma en oleadas subsónicas y vibrátiles con cierto eco cósmico y espacial. Gente con osteoporosis ruego tengan cuidado porque el uso de los graves puede provocar francturas espontáneas en las vértebras.
"Madr" rompe la sensación de estabilidad con la que empieza el disco con una alucinante muestra de Black Metal Industrial que quita el sentido... percusiones electrónicas sinusoidales y detalles de Dark Ambient dentro de lo que se me antoja una estructura marcial, simple pero jodidamente efectiva... algo así como si los olvidados ALASTIS se hubieran decantado hacia el Drone Noise. Si hay algo que me vuela la cabeza de este disco es su cadencia `latente´... es decir, todo discurre de forma flotante (me recuerda salvando las distancias angulares a No Festival of Ligh o a Deutsch Nepal )... al menos en la desalmada coda "Twining Rope".
"Djavulsogon-Deconstructing the Bloodwolf" vuelve a las texturas del inicio con una forma de abordar lo ambiental con regusto minimalista; las marañas de Noise se usan sin abusar y las voces rozan el Spoken Word. Con auriculares resaltan toquecitos de lo que parecen instrumentos de bronce (campanillas o algo así) y algún que otro detalle más. Mención aparte merece el épico "Ururz" que te saca la masa gris por las fosas nasales en un jugo embriagador de grasa, sinapsis y soma con sus bombásticas sístoles y diástoles (me parece incluso escuchar un cuenco tibetano pero podría equivocarme)... si Trepaneringsritualen son correosos aquí se aboga por un groove mucho más intenso.
El tenebroso y ritual "Yawning Void" transcurre lento como una transmigración de almas con Rh incompatible; cargadísimo de reverb y ecos en la voz y segmentado por tenues golpes de campanillas procesionarias... y si te quedan fuerzas los siete minutos de "B.A.H.F" y la cantada (susurrada) en sueco "Vanagandr" (de largo mi tema favorito del disco) te dejarán los tímpanos pegados al cráneo como una calcamonía de esas hidrosolubles. Un clímax final apesadumbrado, rayano en el Drone y el Ambient para un discazo que se draga por un sumidero/vertedero ciclópeo a donde irán a parar los detritus psicológicos el último día del planeta Tierra.
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