Un hallazgo casual y un despiste de los que no me gusta permitirme me lleva a darme cuenta de que Dear Sailor, la banda de Pepo Galán y Lee Yi que sirvió para que el sello malagueño El Muelle Records pusiera su primer grano de arena en el magnífico templo sonoro que es hoy, habían sacado un nuevo Ep el año pasado. Thousand Pieces & Icebergs, editado por el sello Rottenman Editions vuelve a contar con un precioso artwork de Meneh Peh en una especie de Cardboard sobredimensionado y con Insert (todo con su estilo abstracto habitual que queda de lujo a la vista y al tacto en el papel poroso elegido). Gracias como siempre a Pepo por hacerme llegar una copia de esta obra de arte.
Ya digo que estoy al tanto de prácticamente todo lo que va saliendo en este campo, pero esto se me había pasado por completo y tirando de un hilo mental que me sobresale por un poro de la sien, he recordado que andaba por aquel entonces de viaje. Es lo único que puede excusar que estos maravillosos 20 minutos (con colaboraciones de nada más y nada menos que de Suso Saiz, Brian Hillhouse y Senmove) no me hicieran saltar en su día del sillón. Es más, en Discogs no está ni catalogado como edición de Dear Sailor.
La música es marca de la casa. Suena a Dear Sailor por los cuatro costados y si queréis saber a lo que me refiero, os emplazo a esta reseña que ya tiene cinco años (aquí). Otro dato curioso es que lo que fuera la cuarta referencia de El Muelle Records, Falling Into Crevasse (reseña aquí) también jugaba con los contextos de los elementos... el permafrost, lo helado, las grietas (físicas o anímicas), las aguas subterráneas y las dualidades entre el fuego de la lava y la paleta expresiva de las emociones.
Musicalmente, tampoco puedo evitar la comparación de aquel trabajo con Thousand Pieces & Icebergs. La pieza homónima, en la que colabora Suso Saiz, empieza con una melodía de corte clásico con violín, cello o similiar y que me remite a compositores nórdicos. Frialdad emotiva en diez minutos que van emulsionando a base de añadir elementos (las cuerdas se procesan, doblan y retroalimentan) o quitándolos; como ese magnífico silencio estático que irrumpe en el minuto 2, con ecos de pisadas sobre hielo y la claustrofobia cósmica de los primerísimos Tangerine Dream (era Pink Years con Alpha Centauri por bandera).
Dear Sailor no serían lo mismo sin las espaciadas notas del piano, creando ese contraste entre lo electrónico y lo clásico que tanto refinaría posteriormente Pepo Galán en sus discos en solitario. No puedo entender como un proyecto tan jodidamente bueno no tiene más continuidad de grabaciones. No puedo separar qué parte es de cada músico, pero el tema se va enrevesando, llenando por doquier de detalles, subiendo lentamente el volumen y la presencia bien balanceada de todos los instrumentos a un plano abstracto pero melódico. Como llorar a un ser querido; no se entiende la muerte (abstracción) pero aflora a la superficie la melaza sentimental (melodía). Fastuosa forma de disolver el tema en un lento fade out de piano.
"Black Lava" hace lo contrario. Es la bajada tras el subidón anterior... un deceso sonoro con efluvios a Badalamenti, Eno en fase REM y sobredosis de benzodiacepinas. Más que motivo melódico, se trata de un pulso/flujo de sonidos en circular como una peonza drone de dimensiones ciclópeas. El final es de órdago; "Years of Fear" en forma de cuarteto, añadiendo al malagueño Senmove y a Brian Hillhouse (Memphis).
Inicio de raigambre espiritual, como una de esas cadencias del harmonio en las Slokas Hindúes sobre la que se va vertiendo la guitarra en un glissando sumergido en aceite, bases rítmicas de trip hop y unas voces fantásticas. Sencillamente estremecedor cómo va ganando protagonismo la guitarra y dirigiendo la composición a un plano onírico digno del BANG BANG BAR.
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