Dejadme que ponga primero los datos de rigor: Sevilla, Sala X, Pabellón Solar, gente conocida, camisetas negras, A Lord That is Broke No More, una contractura cervical, no me cobran la gasolina, la sonrisa me da la vuelta a la cara y en la nuca le doy un pespunte para que no se me caiga la cabeza, conservo el pelo a mi edad y allí habían muchos que ya no, la sala estaba abarrotada, un poco más y me cargo a uno de los cámaras de un cabezazo porque no lo ví. Ya está, así resumo rápido las cosas de siempre.
Una pléyade de plañideras salen por una esquina de la sala. Portan lo que parece una trompeta tibetana (al menos eso me parece, aunque más corta... un Dung Chen); una Shruti Box, flautas... un desfile desde el Inframundo emitiendo una sola nota vocal desde diversas perspectivas. Un canto fúnebre sostenido en el que cada voz se trenza y aporta volumen a un rito iniciático de descenso. Diversas formas de captar el canto a los difuntos desde la antigüedad y desde el punto de vista de lo multicultural.
Yo, aporto mi parte con una relajación bestial de esfínteres como dádiva a lo que ya no está presente en este lado de la realidad. Amigablemente, al final del concierto me devuelven mi dádiva en un tupperware y me dicen que me lleve mi mierda de regreso a casa. Los dioses y las diosas no necesitan mi podredumbre y que lo guarde en nevera y ya si acaso hiciera falta me llamarán...
Mientras tanto, se va creando el muro de sonido característico en PYLAR. Eso está transcurriendo arriba en el escenario. Abajo somos partícipes de un reseteo de lo preconcebido a niveles reptilianos. Partir de cero hijos de perra, porque el puto Post Rock ha dejado al público demasiado tenso, demasiado pendiente de que no se les mueva un maldito complemento de vestimenta y yo, que no sé de nada, pero sé que llegará el día en que forme parte de esa procesión de dolientes, prefiero conectarme atávicamente a ese cordón umbilical que hace que mi mente juegue en otro lado de la realidad... vaya, como la peli EXISTENZ de Cronemberg, ya casi que tengo el puñetero puerto de conexión creado a la altura del Chakra del Plexo Solar.
El sonido muy equilibrado (el anterior técnico de sonido con el que los vi no dio en la tecla). A la izquierda la guitarra de BAR GAL parece haberse tornado más cósmica, espacial y con unos efectos puntuales que parece que estoy siendo dragado por un basurero espacial. A la derecha el combo violín y trompa mantienen ese pulso constante que los hace tan distintos. Una base rítmica imposible con una batería que es La Sombra de sí mismo. Imposible de captar pero jodidamente físico porque vaya manera de aporrear la batería.
Ustedes quizás no lo sepan, pero esto trata de metal, y así lo ponen de manifiesto los dos temas nuevos que tocan, imbuidos de Black Metal. LENGUA DE CARPA está distinto; lo noto inquieto. La razón pronto se hace evidente gracias a unas voces guturales que me eventran hasta el punto de que acabo jugando a la comba con mis tripas.
Cuando quiero darme cuenta, un ritmo ultra fúnebre parte en dos la sala. Unos toques percusivos a la altura de unos SKEPTICISM y luego vuelta a la furia. La procesión vuelve a la sala y no sé si ha sido una mala pasada pero he tenido la desfachatez de mirar a la cara a una de las figuras y me ha tendido la mano. Juro que he visto el otro lado, ese de donde fueron expulsados PYLAR.
Ese basurero químico, lejano, singular, épico y atlante donde los caballeros se apoyan en báculos de madera, las damas se deslizan flotando porque son diosas y los domingos se practica la cópula libre.
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Gran Poder destroza mi vida cuando se edita en 2005. Me cambia radicalmente de punto de mira musical (andaba yo un poco de capa caída con el género extremo) y me reconvierte a lo que sea que soy ahora. Es por eso que cuando el Solemne Triduo abre con ese himno morriconiano que es la "Marcha de la Santa Sangre" se me ponen los vellos tan de punta que al final del concierto la organización me agradeció que les barriera el techo que hacía tiempo que no le quitaban el polvo.
ORTHODOX se calza "Geryon´s Throne" y lo mece a placer como si no hubiera pasado nada en este tiempo. A partir de ahí es todo un trance y una banda más engrasada que nunca se lleva esa mezcla tan particular de EARTH, SLEEP y música procesionaria a un nivel más técnico de como sonaba hace más de diez años. La guitarra es más intrincada y donde antes habían espacios de acople y distorsión ahora caben más notas como en una Matrioska infinitesimal. Escuchado con la perspectiva de los años, esto sigue sonando no sólo fresco sino único y poderoso.
El pecho me duele. Y me duele porque la percusión es tan destructiva que sospecho que una astilla de esas baquetas hechas con la madera de la cruz han desprendido un trozo que ha salido lanzado a mi corazón. Sangrar no sangro pero no me atrevo a quitarla. Vaya manera más dura, más seca de golpear los parches... la compenetración con el bajo de Serrato y su presencia siguen ahí, con ese fruncimiento de cejas y el tono, timbre característicos de la voz.
Gran Poder 2019 es lo que tiene que ser, la primera parte impresionante de un set list que se completa con cosas de Baal que cada vez suenan más violentas y que quedan muchísimo mejor y más acordes que cerrar con las versiones de BLACK SABBATH o VENOM... siempre he pensado que sí, que están de puta madre y tal, pero una banda del calibre de ORTHODOX no las necesita para nada y es preferible escuchar temas de ellos.
Iberia primero, luego Gaia, ORTHODOX van a reconquistar un Mapa Mundi que les pertenece por derecho. Si REVEREND BIZARRE eran como una marcha apesadumbrada de Paquidermos, el trío sevillano va a llegar a tu puerta como en una versión gigantesca del Mito de Troya, solo que vendrán dentro de elefantes porque bueno, fenicios cartagineses o sirios, Moloch Baal es aquel que viene de Canaan con su yugo y cuando quieras darte cuenta, tu espina dorsal formará parte de un varal en un trono apócrifo, bastardo y pagano que se venerará la próxima Semana Santa.
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