Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Poco importa la etiqueta musical cuando te adentras en un trabajo que toca la capacidad residual del alma. Dicen que cuando morimos el alma se va del cuerpo pero ahora bien, imaginad que con el alma pasa igual que con los pulmones. Existe una capacidad residual, un aire que siempre queda dentro para evitar que se produzca el colapso. ¿Y si queda algo dentro del cuerpo para que no implosionemos en un vacío de desolación?. Si esto es así quizás el suelo que pisamos está empapado de restos de almas que se liberan cuando el cuerpo se descompone... un lago etéreo donde vaya usted a saber dónde demonios está concretamente su ser querido.
El primer trabajo de CÉSAR MALTRAGO Y LOS ATRACTORES EXTRAÑOS (reseña aquí) tenía esos decadentes arreglos que se pegan al paladar como un vino en mal estado. Comulgar con lo nostálgico es jugar con lo funesto porque bueno, qué diferencia existe realmente entre un bolero cosificado a lo CORCOBADO, una homilía pagana a lo NICK CAVE o un vómito de carretera sureña a lo MICAH P HINSON. Pero claro, es que Salmos 150 es notablemente superior a aquel en muchos aspectos; desde el precioso digipack autoeditado en un cartón de agradable tacto, a esa portada (fotografía de Alejandro Nafría) que me recuerda un poco al último disco de los CURRENT 93.
Técnicamente nada puede salir mal cuando tienes una formación de lujo. Ike Wahl a la batería (mas Diego Reyes en percusiones); Francisco Vidal Guardado a los teclados; bajo de Javier Pinacho; toques de saxo por Manu Mr. White Sax; arreglos de guitarra de Carlos García Marrón; los tremendos sintetizadores de Javo Münster (el disco se graba en los RottenRat, por cierto) y mister César Maltrago a la voz, guitarras y banjo psicofónico.
"Entreguerras" abre el disco y ya tengo que parar un momento. Veamos... EL LUTO DEL REY CUERVO, banda de culto de la escena gótica (por poner una etiqueta) grabó un disco llamado Palestina y sus descendientes musicales BLADIMIR ROS tienen también ese toque latino de absenta y opio. Es la poesía imposible de Maltrago fiel testigo de esos versos urbanos enquistados en óxido del maestro Corcobado o del mismo Nacho Vegas.
Un tema sutil con una guitarra que flota y unos arreglos preciosos de piano de aires a tango séptico; Piazzolla mezclado con soft jazz o vaya usted a saber qué. El inicio del disco es asequible en su traje de pop elegante como demuestra el siguiente "Orfeo" que es curioso pero si uno llega a este tema sin saber nada del disco es difícil no acordarse de la Nueva Canción Catalana, Lluis Llach y otros. Fantásticos los toques de sintes desérticos.
"Lo Pagano" es uno himno con percusiones marciales, la voz muy conseguida de Maltrago y unos apabullantes arreglos de saxo y poesía trágica que pone los vellos de punta. Está claro que una de las principales características de Salmos 150 es que a diferencia del anterior, las composiciones están más trabajadas y son más complicadas de etiquetar (impresionante la atmósfera al final del corte). No se pierde el gusto por el Pop psicodélico en "Vade Retro" que parece directamente exhumado de los años 90.
La segunda parte del disco la abre "Tierra y Arcilla" con unos teclados de New Wave, regustos siniestros y un cambio notable en la voz que nos llega más lejana y con algo de eco. Si me dicen que esto pertenece al catálogo de TRIKINOISE me lo creo. La base rítmica simple pero efectiva deja los espacios necesarios para que resalten los distantes teclados y la obsesiva línea de teclado. Fantástica reactualización del rock gótico de mediados de los 80 en una faceta creo que hasta ahora inédita en la banda.
"Los Ceros" mezcla el folk con la poesía abstracta de DESASTRE. El banjo aquí y allá, la atmósfera flotante, crepuscular y algo surfera (en tempos lentísimos) invitan a un baile abigarrado con el cielo estrellado. Un vals cargado de mellotrones y pianos que se va cargando de ruido de acoples hasta fundirse en silencio repentinamente. Como contraste, y como si de un disco de WOVENHAND o 16 HORSEPOWER se tratara, "Walking Around" es un primitivo blues n´roll más complejo de lo que a priori pudiera parecer. Rock de charca, pero de charca exquisita de esas de bajos teratogénicos y baterías plomizas incestuosas.
Como colofón, "Bandera de Miedo" es una exquisita canción acústica intimista como una vellosidad intestinal. No sé si son samplers, grabaciones de campo o instrumentos reales, pero aparecen aquí y allá sonidos difíciles de identificar, al igual que toques de guitarra eléctrica apuntalando una estructura que carece de percusiones pero que tiene una fuerza poética tremenda.
Poco más que añadir. Deseando un tercer trabajo de este proyecto.
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