JUAN ANTONIO NIETO & JAVIER PIÑANGO han indagado en la raíz misma del sonido y descubierto que el cerebro es como cualquier otro instrumento acústico (interesante debate sería el comportamiento digital de algo tan ANALÓGICO como la masa cerebral), que puede electrificarse de tal suerte que cualquier movimiento, impulso, sentimiento o qué diablos... pensamiento, pueda destilarse en sonido.
Editado en digipack limitado a 100 copias en la siempre interesante discográfica MARBRE NEGRE (donde salió esa auténtica bestialidad que fue EL TRAMVIA OVÁRIC de COÁGUL), y con un espectacular artwork con imágenes de Almudena Villar (brutal la elección de colores).
Juan Antonio Nieto (aka PANGEA) me sorprendió con aquella Obleah Ungida con METEK que dio en llamarse UMBER, y que tuve a bien reseñar hace meses. Por su parte, creo que Javier Piñango tampoco precisa mucha presentación, pero por si acaso os pilla despistados, os dejo ambos enlaces:
Está mas que demostrado que el universo "suena", y si lo macrocósmico tiene una jodida longitud de onda, imaginad ese receptor/emisor que es el cerebro. ¿Qué pasaría si metiéramos un micrófono de altísima sensibilidad en el mismo meollo de nuestro encéfalo?... pues que al pasar una determinada corriente sináptica entre la neurona A y la B, el resultado sonaría como en "TWO UNFOCUSED CARDINAL POINTS". Una suerte de banda sonora (no)existencial in situ.
En resumidas cuentas, tal y como lo hace "Sudden Danger", corte que abre el trabajo de estos dos auténticos maestros de la electroacústica de índole terrorista. Una antihormigonera que te draga el alma hasta simas de oscuridad palpables y que se sienten espesas y agrias en el mismo paladar. Desazón, zozobra, angustia; banda sonora a un trastorno mental o qué diablos sé yo. La música cura, la música mata, pero Nieto y Piñango te dejan en un estado intermedio tan placentero como doloroso.
Como una regurgitación biliosa la densidad de ambientes que crean estos dos auténticos popes del sonido (llamadlo Dark Ambient, llamadlo grabaciones de campo o sinfonía de hierros si os place) realmente sobrecoge el alma. No tenéis mas que escuchar la más orgánica "Sultry Night", con partes realmente inquietantes cuando las escuchas con auriculares. Una densa marea magnética que emulara a un universo que se rige por sus propias leyes, y cuyos planetas, satélites y estrellas serían todos de metal.
Dicho de otro modo, este tema es como hacer sonar al atrapa sueños más perturbador que puedas imaginarte. Nieto y Piñango son los nuevos Electro-Chamanes y su droga sagrada es el sonido.
Invocan algo que o bien no es o al menos no debería existir, como en la cacofonía industrial de "An Eyeless Ghost", corte que requiere una escucha muy atenta porque bajo la batidora sónica subyace una sutil y arrastrada melodía que a partir del minuto 9 deja de sonar (una vez libre de todo el detritus noise que bordea el tema como el plástico que aisla un cable del cobre conductor) y se transforma en una suerte de epílogo funesto que hace de puente con la algo más sosegada "Moments In Never".
Aunque digo sosegada por decir algo, porque las crepitaciones ominosas durante toda la homilía acústica hablan de algo radioactivo, peligroso y transmutado en un Malvado Dios Tecnológico. Esta es la electrónica que me gusta y disfruto más, aquella en la que si tocas el cable equivocado, el mundo se va al garete.
Las manipulaciones vocales en este corte podrían venir de un planeta lejano, o bien de un recién fallecido que intentara comunicarse contigo a través de los gusanos de la tierra... todo está conectado a un nivel íntimo en la música de estos dos genios. Desde el Dark Ambient de sellos como Cold Meat Industry, al Death Industrial a lo Brighter Death Now o el Noise puro y duro de unos primeros Esplendor Geométrico.
Todo tiene cabida en temas como "From A Bitter Sky" o el colofón de 18 minutos de "On Sorrow Fathered", que con percusiones marciales casi entrarían dentro del saco del Funeral Doom por la cadencia lenta con la que se va desarrollando el tema (casi emulando un riff de guitarra distorsionada que se alargase hasta el infinito). Una bestialidad anómala que va cobrando vida conforme avanzan los minutos... una vorágine sólo apta para fakires del sonido.
Si tu cerebro admite estas frecuencias, estás ante tu nueva medicina. Paliativa, eso sí...
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