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Tras el ecléctico Witchboro (reseña aquí), ya tenía ganas de ver por qué derroteros reanudaba su carrera una banda, ROSY FINCH, íntimamente ligada en espíritu a esa escena valenciana de Psych Prog y Stoner a través de PYRAMIDAL o DOMO y el Doom Metal con HELA, por citar en este caso nombres que tengan alguna conexión genealógica con los propios Rosy Finch.
Álbum conceptual sobre el color rojo, en sus vertientes visuales, psíquicas o incluso metempsicóticas, la formación que pergeña Scarlet se triangula mediante Mireia Porto (voces, guitarras y bajo), Elena García (bajo) y Lluís Mas (batería), estos dos últimos sustituidos tras la grabación si no me equivoco por Óscar Soler (bajo) y Juanjo Ufarte (batería).
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Este cambio de formación durante la grabación no sé que habrá implicado a nivel compositivo, o si será algo que ha quedado establecido justo tras publicarse el disco. A nivel técnico, tras el paso por Red Records, Surnia Records y los Oriental Desert Studio, se mezcla y la masterización la realiza nada más y nada menos que Billy Anderson en Portland (Oregón). El artwork saturado en colores de Óscar Soler/Mireia Porto sobre fotografía de Fátima Ruiz es una gozada, con ese Pantocrátor que parece desafiar las leyes bizantinas de Dios Todopoderoso, Padre e Hijo. Adorno de lujo para una edición en triple formato con varios sellos implicados.
Scarlet se escucha del tirón. Oda a un sonido estructurado a través de todas las vertientes habidas y por haber del Sludge, pero sin perder ese aire arrastrado tan propio del Doom. En el punto medio suenan cosas como mezclar a Today Is The Day con Jucifer, llevar a Jex Thoth a punto de nieve con Sonic Youth y qué se yo.... básicamente reactivar una serie de sonidos que ya parecían bastante explotados y extintos para llevarlos a un nuevo nivel de agresividad que pasa por no tener miedo a romper barreras. Dinamitar el control mediante una voz (Mireia) desatada, pasando por todos los timbres posibles, y haciendo partícipe a la base rítmica de los temas... es decir, bajo y batería lejos de resultar meros acompañantes tienen la misión de crear atmósfera, simple si se quiere, y pútreamente efectiva como iremos viendo a continuación.
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Teniendo en cuenta que estos sonidos no son nuevos (se me ocurre así de sopetón el hermetismo de Bloody Panda o la mortaja plástica de Murkrat y Undersmile), el éxito de Rosy Finch es no volverle la cara al Metal extremo y sin complejos reactivar estilos ya transitados hasta el hastío como son el Nu y el Thrash para añadirles una intensidad inusitada y lo que al fin y al cabo es lo más importante, unas melodías que te abrazan como un exudado post mortem.
Lento y sinuoso se abre el disco con "Oxblood". Pulsátil melodía de bajo que se añade a una machacona batería para pronto dar lugar a un riff de guitarra mitad Black Sabbath, mitad Death Metal pesado y cargado de Groove a lo Bolt Thrower funcionando a la perfección como Intro. La forma de dejar flotando el riff de guitarra puede parecer moderno pero viene ya de la noche de los tiempos. Cuando entra en la voz cambia un poco el tercio Death para meternos más en terrenos Sludge aunque sin perder un cierto aire teatral que para mí entronca a Rosy Finch con bandas del palo Occult como pudieran ser Jex Thoth, Grajo (por poner ejemplo de aqui) o una versión reactualizada de aquella bestialidad que fuera Thorr´s Hammer y que diera lugar en mayor o menor medida a Burning Witch, Goatsnake, Khanate o Sunn O))).
Continúa la línea anterior "Lava" que tampoco quiere comprometerse demasiado ni con el pasado ni marcharse por terrenos Avantgarde. Se queda ahí, manando calor de forma continua en forma de magma terráqueo. El uso de entrecortados agudos en la voz de Mireia remite sustancialmente a Today is The Day y en mucha mayor medida a proyectos musicales del sello Relapse (creo que me entendéis). Que Scarlet es un disco más enfocado en el Doom se escucha en "Vermillion"... imposible olvidarse de los propios Hela. Punto a favor de una masterización que ha sabido equilibrar las partes más flotantes con los repuntes acres del Sludge; no se ha ensuciado el sonido y se le da protagonismo a breves punteos de guitarra con cierto delay y eco que se repiten a lo largo de todo el álbum.
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Por cierto que en "Vermillion" hay una parte que casi, casi que si cierro los ojos me recuerda al Death Sueco, épico y melódico que tocaban los primeros (japos) Intestine Baalism, (digo lo que siento, aunque sea por milésimas de segundo). Intenso arranque thrashero para "Amaranto", al más puro estilo Adrift, Moho y Lords of Bukkake, pero pasado por el filtro carismático de las voces de Mireia, bestia parda absoluta que se come el disco y lo regurgita una y otra vez en un perenne ciclo. El líneas generales el Proto Grunge y lo noventero ha dejado paso a un cenagal, y para colmo esas aguas estancadas son rojas... pero ojito con cómo suena de fresca y distinta "Gin Fizz", tema que podría pertenecer al disco Mahakali de Jarboe a la perfección. Impresionante el soniquete parecido a un teclado (o será la guitarra, no sé) que se repite una y otra vez en el estribillo.
Con "Ruby" me pasa algo curioso. Se me viene a la cabeza una y otra vez una película de Serie B de 1977 que me marcó mucho cuando la vi de adolescente. En dicha película había una escena donde se veían unos ojos flotando en formol o algo parecido, curioso si leemos las letras ("While I´m going blind, the dark side rests"). Musicalmente es un cóctel destilado de Pentagram, Eyehategod y cosas actuales como los portugueses Sinistro... así, todo mezclado y con hielo rojo.
El tramo final es de órdago. Batería pletórica en la rápida "Alizarina" donde se tocan los palos que se escuchaban en Witchboro, para pasar a la homónima y descarnada "Scarlet", un corte de esos que caminan solos y apesadumbrados y que suelen servir de epílogo a los discos. Es curioso cómo los penúltimos temas de los discos darían para todo un libro.... suelen seguir unos patrones psicológicos, estructurales muy determinantes y preparan al oyente para el mazazo final, que en este caso es "Dark Cherry", perfecto tema para acabar el asunto y que resume a la perfección esa mezcla entre dulzura y acritud en el sonido de una banda en estado de gracia. Poco más que añadir a una banda que se ha reinventado y que toca estilos ya conocidos desde su personal óptica y prisma. Sí, está todo inventado, pero joder cómo suenan Rosy Finch.
Atmosférico, decadente y rojo. Muy rojo. Quemado incluso como ese flamígero tema escondido.
from LOVE to VIOLENCE:
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