Mi primer contacto con Javier Arnal fue como una eyaculación del miedo.
La eyaculación del miedo es la sensación de zozobra/congoja que te entra cuando te enfrentas ante ilustres personas a las que admiras y que por alguna que otra razón pues se te cruzan en tu vida. Recuerdo aquella pavorosa polución como si fuera ayer. Estaba trabajando, me sonó el teléfono y lo que primero creía era una distorsión imposible o interferencia espacial, resultó que era una voz... un tipo que me llamaba; me llamaba a mi número personal para decirme en persona que le alegraba que me hubiera gustado su trabajo. A continuación decidí que cogería un cuchillo y me cortaría un dedo por cada gran artista que hubiera hecho algo parecido conmigo... hay alguno más y ahora, si veis que fallo en el texto, es que me faltan dos dedos de la mano derecha (hagan sus apuestas). El tiempo lo pone todo en su sitio y he descubierto que Javier Arnal es un jodido impostor. Es un impostor porque miente; sus canciones NO son defectuosas (ni de lejos) y encima NO me ha dado los besos que me prometió.
En este su tercer disco en el que aparece a contraluz en la portada como una especie de vendedor de homilías ambulante (observad la maleta y el megáfono de la portada) se ha tornado más introspectivo en su nuevo álbum. Canciones Defectuosas (El Muelle Records EMR003 y reseña aquí) flotaba en un mar de aceite surrealista y etéreo, mientras que "Tus Besos" era una encubierta proclama sutil pro Porno Musical (El Muelle Records EMR034, 2018 y reseña aquí) entre la mejor pareja escénica que he contemplado en mucho tiempo. La grandísima Vera Acacio y Javier Arnal, aquel que se hace bocadillos de pan rayado mezclado con arena y lo mete garganta abajo con aguardiente clandestino.
Javier no es sólo un puto Chatarrero de Sangre y Cielo (para los más jóvenes, aleación sonora alquímica de tal trascendencia que debieras investigar); es un artista integral como la copa de un pino con un sólo defecto, que es humilde hasta lo imposible (en los tiempos que corren, es raro de ver). Su música no tiene ánimo de lucro, porque como todo lo que surge de la resaca de los tiempos, es más catártico que otra cosa; es la necesidad de alguien que saca sus demonios a pasear... el alivio del fecaloma mental o la mentira que cuentas tras años de Tormento (de tormenta). El Impostor se graba y mezcla en La Casita Rosa Estudio, con fotos de Vera Acacio, maquetación de La Factoría y autoedición si no me equivoco.
En líneas generales, personalmente es mi preferido de los tres discos que lleva editado. Tono fúnebre abotargado de notas meditabundas, flotantes y pseudo onírico contexto (como si se tratara de la banda sonora de una película apócrifa y bastarda de Jodorowsky); tintes Crooner e infinidad de detalles a todos los niveles. Si en discos anteriores había más voces de Vera, aquí casi todos los temas se estructuran gracias a la laringectomía vital de Arnal, que viene a sonar así como si se hubiera cortado la traquea, sacado las cuerdas vocales por fuera y fijado al cuello en un clavijero de carne y tendones (a lo Frankestein) para después rasgarlas con un arco de violín a la vez que canta (vale, es un poco rocambolesco, pero para cosas más simples puedes esperar la reseña de otros medios más concisos y acertados que este). 48 minutos vertebrados sobre 15 cortes amortajados en salmuera, que huelen a herida sin cerrar (estigmas), a apocalipsis anticipado en sectas destructivas, a redención y a minimalismo mitocondrial (esto no me lo he inventado, o sí, tú verás).
"Las Puertas" es una intro a base de samplers, acoples, spoken word y cierto toque experimental. Suenan toques de saxos, Big Band añeja de otros tiempos, cellos, cuerdas y violines de Música de Cámara y Clásica. "El Baile", vals ralentizado que se elonga como un extertor en un velatorio anticipado; un piano que va girando lentamente hacia una estructura Gospeliana que puede recordar a un Nick Cave pasado de rosca (excelentes los lamentos de Javier al más puro estilo Ranchera Necrótica) y de fondo la sempiterna nota de Hammond mantenida imbuida de religiosidad apócrifa.
Es el vals que bailan las neuronas en tu cabeza cuando te pasas de benzodiazepinas. Rompe el disco como pus en un grano infecto la guitarra distorsionada en "Canta", con voz entre susurro y Spoken Word manteniendo esa finísima pero atmosférica base de sintes. La percusión, aunque puramente testimonial, lleva un ritmo básico bluesero que invita al llanto y lo que parece un acordeón termina de bordar (al modo circense) un crescendo espectacular embebido de atmósferas y música de tiovivo.
"La Amapola" tiene ese toque irreal de Carlos Desastre, 713ºAmor y similares, con un riff de guitarra sixties garajera y algo de Swamp Rock. Los detalles vocales de Javier han ganado en versatilidad amoldándose como un guante a lo que creo que son los arreglos de la segunda guitarra de Vera. Pausa para eructar (literal) y pasamos a "La Ayuda", sureña en la forma de abordar las guitarras y con un groove magnífico obra y gracia de la gran producción (cierto reverb y ecos le dan el toque perfecto). Guitarra y Hammond en "El Bolero", quizás de los temas que más me recuerden al disco anterior... posiblemente sea de los temas que Lynch gustase bailar en visitas a un garito perdido en un México paralelo adimensional. Sigue "El Camino", cruce entre un Dark Folk, Chanson y banda sonora de un Western hispano italiano. El acordeón nunca defrauda y su tristona cadencia va de la mano con la voz, rica en inflexiones (algo menos pétrea para que se me entienda). Todo triturado en un zumo Morriconiano precioso.
Por fin hace acto de presencia la bellísima voz de Vera Acacio en "Si Tú Supieras". Seductora voz con ligeros subrayados de Javier que parece flotar en un luminoso plano existencial sobre idas y venidas de guitarras retroalimentadas. Corta pero muy intensa (eyaculación del miedo), contrastando con la hostia a mano abierta de "El Impostor", un Noise Rock que pelea con el Rock Protesta (vale, Los Suaves quizás es mala comparación), pero imaginaos los primeros tiempos de la banda de Orense cuando la juventud y su mala baba estaban a flor de piel. Final abrupto y nos vamos a "El Buhonero", etílica, de magníficos arreglos de los sintes y percusión más elaborada y curioso pero junto a las guitarras acaba flotando en lo que podría ser un Proto Tango Psicodélico.
"Beneath The Rose", versión de Mica P. Hinson ya tuve ocasión de escucharla en directo (Vermú Sessions de La Polivalente) hace un par de años (reseña aquí). Sólo apostillar que si fallezco antes que Javier, me silbe esta tonadilla mientras me cae la tierra en la tapa de madera... o que contrate a alguien para hacerlo (al fin y al cabo es un jodido impostor). Dessert Rock y soundscapes en la instrumental "La Pequeña"; puente hacia los silbidos (eyaculación del miedo) de "El Fin".
Atemporalidad caleidoscópica para otro magnífico y corto Spoken Word a cargo de Vera Acacio alternándose con Javier en los Pimpinela Impostores y regusto musical a las bandas sonoras de las películas italianas de los 70 (Luis Bacalov, Ortolani y gente así). El tramo final es de órdago. Otra pequeña pieza en "La Culpa", intimista piano, violín y teclados virando hacia "El Hogar", cotidiano Field Recording familiar sobre el que irrumpe un piano recordándome a esas cajas de tiempo que se entierran y son encontradas décadas después. Como un viejo vinilo, como una vieja carta de amor amarillenta, como el documento de identidad de un fenecido que aparece en una mudanza, como el olor a alcanfor de tu jodido altillo, como los recuerdos borrosos de tu adolescencia (cuando las eyaculaciones eran de placer y no de miedo)... como el plástico de un condón que se torna quebradizo.
Remata el asunto un remix sui generis de Julio Senmove en plan Industrial que me ha volado la cabeza, poniendo el broche de oro a otra maravilla de disco de un par de artistas (Javier Arnal y Vera Acacio) que no es que jueguen en el underground, es que tú vives como oyente en la puta inopia.
Os dejo el perfil de Javier para los que queráis haceros con el disco:
Le seguía en los chatarreros y tenia su primer disco en solitario,le tenis en Facebook hasta que el otro día se pico porque en este tercer disco no ha tenido repercusión entres sus amigos virtuales y conocidos e hizo una criba entre ellos a mi .Todo muy profesional y noble.Pero desde aquí mi marido y yo le mandamos besos.
ResponderEliminarGracias pero no me "piqué". Solo fue un acto de reflexión ante tanta falsedad virtual. Y no fue una criba,simplemente pedí a mi hija Luna de cuatro años que borrase de mi lista de amigos a los que ella quisiera. Se lo pasó muy bien..y yo también. Perdón si alguien se ha ofendido, fue un juego de azar, un sinsentido como es este mundo de "FACE". Muchas gracias por leer el blog de mi querido CORONEL...BESOS.
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