Aunar la labor etnográfica y el folklore Canario con la música y la poesía andan detrás de este interesantísimo proyecto de DORAMAS editado por Los 80 pasan Factura. La figura neblinosa de Doramas (Gran Canaria, c. década de 1450 - Arucas, Gran Canaria, 20 de agosto de 1480) abarca desde su subida desde lo plebeyo hasta el liderazgo de su pueblo como un noble, curioso cuando en sus primeros años de vida era considerado lo que se llama un `trasquilado´, que en el nivel de capas sociales de la Canarias primitiva viene a ser lo contrario de la nobleza. Nobilísimos («Achimencey»), Nobles («Achiciquitza») y Villanos («Achicaxna») eran por ejemplo en Tenerife los estratos sociales mientras que en Gran Canarias aludimos a dichos nobles (`guayres´, que según el filólogo Juan Álvarez Delgado el término se nos va a algo así como noble, viejo, sabio y jefe tribal) y a los citados `trasquilados`.
Y claro, nuestro aborigen Doramas se lía a golpe de espada en plena resistencia contra los vilipendiados Reyes Católicos en su particular intento de Conquista de las Islas (intento de anexión a la Corona de Castilla de 1478) y este, que aprieta un huevo con el otro, se va ganando su estatus de (ahora sí) `guayre´. Curiosa viene a ser la etimología de Doramas que va desde `narices anchas´ a `hombre de eterna sonrisa´... la siempre curiosa intervención de la filología pone su granito de arena en desentrañar el pasado del conocido como `El Último de los Canarios´. Lo cierto es que tampoco pretendo aquí cortar y pegar toda la larga historia, entresijos, batallas y tribulaciones de un personaje movido entre la leyenda y la realidad.
DORAMAS es el proyecto musical que une a José Verona (letras, voz y coros) y Aday Bruquetas (guitarras, piano, teclado, bajo y arreglos) para musicalizar eventos vitales de la vida del Canario Insigne en forma de una fabulosa (coger esto entre pinzas) Opera Folk Rock. Conscientes del carácter setentero del asunto, cuentan con batería en la figura de Enrique León y el aroma Folk de las cuerdas del Timple, instrumento tradicional que toca a la sazón Oliver Montesdeoca. El álbum lleva detrás un amplio trabajo de investigación importante pero tampoco quiero aburrir demasiado con nombres. Fabulosos me parecen algunos detalles del libreto como el `retrato figurado de la Princesa Guayarmina´, el grabado sobre la `masacre de aborígenes canarios en la Gomera´ obra de anónima o la misma fotografía de la estatua perdida realizada por Abraham Cárdenes.
Por tanto y ya sea el acercamiento al disco de tipo musical como de interés histórico, se encontrará el oyente en pequeñas piezas que construyen una suerte de suite (de ahí la conexión con el sinfonismo setentero) que a ratos navega hacia aguas Folk que luego entra en terrenos propios del Hard Rock o el Progresivo (en este caso, los detalles a lo Triana o el rock andaluz para mi gusto son más que evidentes). Para que todo este andamiaje no se venga abajo y le de credibilidad al asunto se necesitan dos cosas que creo que han hecho a la perfección. La primera y principal, huír de estribillos grandilocuentes y golpes de efecto que conviertan esto en un remedo de Mago de Oz, lo cual hubiera traído consigo que directamente no estuvieras leyendo esto aquí. Lo otro y primordial, es el tremendo trabajo tanto poético como histórico que ambos artistas saben confeccionar para que cierto carácter didáctico flote en cada uno de los cortes. Dicho de otra manera: aprender cosas escuchando.
Abre el disco "Preludio", donde tras unos instrumentos de viento entran unas líneas de teclados meditabundos que sirven para irnos imbuyendo del carácter épico de las Islas Canarias en pleno Siglo XV. Conquistas, anexiones y sangre... la sangre de (tal y como dice el libreto), apoyada por la Iglesia en su nauseabundo mantra Espada y la Cruz. Bombásticas orquestaciones cargadas de épica dan paso a la poética "Doramas", cuyas letras hablan por sí solas: `cuenta la leyenda historia / de un plebeyo y noble hombre / que luchó toda su vida / por la igualdad entre hombres. / Primero entre los suyos / después contra los invasores / siempre alta llevó la frente / defendiendo sus valores.´. Voz muy cercana a lo Trianesco (no por el deje andaluz que no lo hay, sino por el espíritu) y una línea de guitarra sencilla que repite la melodía de los teclados. Rompe luego todo con la entrada de la base rítmica con las vocales subiendo octavas. Los versados en las Ópera Rock de los 70 sabrán más o menos a qué me refiero.
Trobadoriana y de cierto cariz medievalesco, "La Torre de Gando (Diego de Herrera en Nombre de Dios)". Excelente los toques de la timpla, algo así como una bandurria a mis orejas y una forma de entonar muy distinta de la voz (es curioso, pero me ha recordado a los Bladimir Ros zaragozanos). Los teclados a lo largo de todo el disco muestran un nivelazo considerable, con versatilidad y variando los modos anímicos de la historia. Hace acto de presencia el rock setentero más Hard en "Abenohara (Amor Prohibido)", correcta pero que no es demasiado de mi estilo (cuando algo se acerca al AOR y lo elegante me pongo nervioso). Sigue "Batalla del Guiniguada", mucho más interesante a mi parecer y que introduce guitarras más acres, con distorsión contenida y progresiones de escalas al más puro estilo Hard de los Black Sabbath en The Headless Cross. Los teclados nuevamente excelentes en un pequeño himno de batalla sonoro que resuena en sus letras belicosas: `y de tanta destrucción / Maninidra y Doramas retiraron a los suyos / esperando los refuerzos de Tenessor´.
Seguida, el piano arropa el inicio de "Los 80 Cristianos" que cuenta una maravillosa historia de redención en la que 80 cautivos castellanos salvaron la vida de la quema gracias a la intervención de una Harimaguada o sacerdotisa. Musicalmente es difícil eludir las influencias de Yes o grupos a lo Asia y similares, y toda esa plétora de discos conceptuales del Prog sinfónico. Con todo, prefiero sin dudarlo el Folk de la tonadilla "Pedro de Vera", para mí muchísimo más interesante en todos los sentidos... desde lo vocal hasta lo musical (las percusiones de Bodhran o parecido y ese soniquete que suena parecido a la gaita que imagino será el sinte), además que rezuma de todo ese carácter bilioso de los pliegues de cordel con sus excelentes letras. El final, como no podía ser de otra manera, se titula "El Último Canario" y se mete de lleno en los andamiajes musicales de la más pura Ópera Rock. Marciales percusiones, paradas y arranques dramáticos y la voz tipo bardo contando los últimos momentos de Doramas.
Estés cerca o no de estos estilos, es maravilloso cómo puede aprenderse escuchando música. Doramas funciona (porque funciona y muy bien) como un todo y no puede negarse cómo Jesucristo Superstar de Camilo Sexto ha influenciado tanto como el Hard Rock de toda la vida, casando a la perfección con unas letras muy trabajadas. He tenido una potente sensación de `deja vú´... de esos discos de los 70 y 80 que tanto me arroparon en mi adolescencia y que si bien ya no escucho, siguen ahí influenciando a generaciones por venir. Si encima te cuentan una historia tan genuina como la de el `trasquilado´, bienvenido sea.
Interesante tus reseñas siempre. Ganas de escuchar nuevamente. Eso es un plus a un gran disco.
ResponderEliminarUna gran crónica, justa para el autor y sus seguidores, detallada, nos desgrana una obra didáctica, poética. Una investigación placentera que nos abruma el sentido
ResponderEliminarGracias Antonio Martin por este artículo y a los dos comentarios al mismo. Muchas Gracias.
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