Casi cuatro años después de reseñar What We Left Behind de los malagueños THYRANT aquí me encuentro acomodado viendo desplazarse la aguja sobre los épicos surcos de Katábasis, segundo larga duración para Indie Recordings y con el cambio de formación de Ocram a las voces sustituyendo a Daniel Pérez. Registro más Black pero a la vez mucho más acorde al Death melódico propuesto por la banda, que apuesta aquí por una mayor variedad de texturas como iremos viendo. El resto se mantiene con viejos conocidos de la escena local como son Rubens Oliver (bajo), Miguel Vegas (batería), Jesús Mérida (guitarras) y Miguel Navarro (guitarras). Por cierto, las acústicas a lo largo del disco son todas de Miguel Olmedo.
El término Katábasis hace referencia al Descenso, generalmente del Ser, a cualquier tipo de profundidad o tribulación, con su posterior redención, exégesis y resurección. Si en el primer volumen se nos trataba algo que se deja atrás, ahora bajamos a los recovecos del Inframundo. Katábasis se edita tanto en CD como Gatefold 2LP con artwork de La Luna en un Hilo. Grabado en Artesonao Studio de Málaga (Martín Furia), posteriormente pasa por la alfarería sonora de Dan Swanö y su mítico Unisound (Suecia) que le imprima de todo ese aroma a Death melódico sueco de finales de los 90... vaya, que solo tenéis que poner bien abiertas las orejas en ese primer corte "Face the Thyrant" para saber a qué me refiero. Magistral juego de dobles guitarras definiendo ese característico universo con reminiscencias a Edge of Sanity, el sonido Gotemburg y agrestes partes más abigarradas de la base rítmica en la que la voz más rasgada, vital y expresiva de Ocram entra de lleno a lo primerísimos Katatonia.
Pero ojo, este Black/Death se rompe en mil pedazos con la inclusión de unos pasajes acústicos, voces limpias Progresivas remachando pegadizos estribillos (joder, casi me parece estar escuchando a Camel) y que invariablemente os van a dirigir a los primeros coqueteos de Mikael Åkerfeldt con el Prog en Opeth. Es muy curioso cómo el timbre de Ocram tiene similitudes con Abbath de Immortal. Así pues, dejado ya el sonido de su primer disco de lado, brilla aquí una atmósfera característicamente Death/Doom de corte (más o menos) sueco en las guitarras, con riffs muy bien construidos y una machacona batería que se apelmaza o elonga a placer. Arranca "Dunes of Desolation" con el tempo mucho más rápido y una ejemplar ejecución de voces de todo tipo a cargo de Ocram, pero igualmente con descensos bruscos hacia terrenos Doomy y cortos pero efectivos solos épicos de guitarra.
Fabulosa la instrumental "Chapter I: Shipwreck" que me llamaréis loco, pero los toques de la acústica me han traído a la cabeza algunas partes de Tiamat en Astral Sleep (cosas de la senectud supongo). De aquí hasta el final del álbum podemos tomarlo como una obra conceptual... cada corte principal está anticipado por una instrumental excepto la última que funciona como Outro. "Black Oceans" arranca paquidérmica, con cierto regusto a primeros Samael.... riff acojonantemente épico de la guitarra solista sumiéndonos en un lento tema Doom con acetábulos tan engrasados que la base rítmica se mueve con fluidez entre cualquier tipo de ritmo que marquen las guitarras. Si hay que acelerar se hace, si hay que meter en milésimas de segundo un doble bombo se mete... pero no hay quien me quite mi placer de escuchar cómo el final acaba resultando un cruce entre el Death melódico sueco y los primeros Paradise Lost. Así, como te digo (y excepcional una vez más el registro de Ocram más gutural y espaciado... al igual que la música, su voz parece irse pudriendo a cada segundo que pasa).
"Chapter II: Hopeless" es la Opethiana apertura de "Ephemeral Lighthouse", el Brave Murders Day de los malagueños. Desde el primer álbum los ritmos se han vuelto lo suficientemente complejos para tildarlos de progresividad pero todavía no al nivel de unos demenciales Pan-thy-monium o Edge of Sanity (quién sabe, quizás en el tercer disco se produzca una transformación completa), por tanto, cuidado con el mal uso de la palabra Progresivo que en ningún caso aquí es Avantgarde (lo cual no es ni bueno ni malo). Katábasis brilla dentro de su estilo sin trascender las fronteras delimitadas del estilo pero aportando una inusitada frescura y potencia en el sonido, a la par que un nivel compositivo bastante alto donde se hace hincapié en la melodía... como esa alucinante marcha fúnebre de mitad de tema en que guitarra / batería se quedan meciéndonos en una nana funesta para posteriormente lanzarse a alternar pasajes que recuerdan tanto a los últimos Orphaned Land en las partes lentas como al Black atmosférico de nuevo cuño en las rápidas. A esto se le llama versatilidad.
La Cara B del vinilo son 14 minutos en los que ocurre de todo. Cuatro minutos instrumentales de "Chapter III: Descent" enganchan a modo de suite con "Katabasis/Chapter IV: Catharsis" que cuenta con los momentos más álgidos con las fantásticas voces a lo Emerson Lake and Palmer, Camel o el Canterbury inglés y lo que es mejor, cuando entra la base rítmica y las guitarras eléctricas se mantienen las voces dando un empaque hipnótico muy ácido y triposo que podría dar pistas de hacia dónde dirigir un tercer disco. Amantes de viejos Runemagick, asistan al final glorioso de un disco más que notable de una banda de músicos más que curtidos en mil y un proyectos.
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