jueves, 13 de octubre de 2011

OBJETOS IMPOSIBLES: LAS ARMAS DE NUESTRA INFANCIA

Hoy vamos a rescatar otro clasicazo de nuestra infancia: LAS PISTOLITAS DE PETARDOS Y OTRAS TERRIBLES Y DEVASTADORAS ARMAS que inevitablemente, tras el quinto o sexto disparo provocaban que nuestros progenitores nos diesen una torta bien dada en la cara.



En este breve recorrido empezaremos por las más sofisticadas: las pistolitas de petardos que venían en un blíster de papel y plástico con ominosos dibujos.
Hechas de metal macizo las primeras y de plástico las más modernas, su principio era básico: tenían una especie de salientes en los que se acoplaba una balita con una laminilla de pólvora que inexorablemente era golpeada por un percutor haciendo saltar una divertida chispa sonora que iba seguida de un horrible e inconfundible pestazo acre a pólvora...
Las había que permitían una sola balita y las había con capacidad para todo un cargador de petardos cual ruleta de la violencia. En ocasiones el presupuesto no nos daba para recambios (que se vendían en cualquier añejo quiosco) y nos veíamos obligados a buscar por el suelo algún petardito que algún incauto hubiese dejado caer... ¿quién no ha cogido del suelo uno de estos petardos y ha comprobado si le quedaba pólvora?...




Degraciadamente, era difícil tener tan peligrosa arma y guardar para luego los petardos, y es que era muy sugerente el sentirse un fuera de la ley y no disparar cada minuto a más tardar... mientras antes gastásemos los petardos antes buscábamos presupuesto para recambios, y así se cumplía tan mayestático designio...
La evolución llegó también a las pistolitas y se fabricaron dardos a los que se les acoplaba los petardos en la punta, de tal modo que estallaban al hacer contacto con una superficie dura... todo un alarde de la ciencia, señores.
Sea como fuere, este juguete de nuestra infancia enfebreció las calenturientas mentes de toda una generación, que fantaseaba con ser un criminal, un policía o simplemente un loco que iba descargando tiros a diestro y siniestro por la calle. Inevitablemente, la torta de nuestros padres cuando el ambiente estaba demasiado cargado de pólvora acababa con nuestra fantasiosa historia, dándonos de bruces en una realidad en que las armas las carga el diablo y son más peligrosas que una simple reproducción de metal.



La siguiente parada por nuestro recorrido posiblemente os haga estremecer de nostalgia... se trata ni más ni menos que de los tirachinas hechos con palillos de la ropa, una tabla y gomillas (preferentemente de cámaras de neumáticos, que eran más resistentes).
En la simpleza de esta terrible arma está su gracia. Fácil de realizar, con materiales baratos y fáciles de encontrar, las pistolas de palillos eran un arma bestial si se tuneaban, ya que si utilizabas el alambre que traían los palitos para reforzar la gomilla los resultados eran devastadores. Los había manitas que hacían las pistolas de dos, tres y hasta cuatro disparos, siempre dependiendo del ancho de la tabla, hasta el punto que no había un Dios que levantase semejante peso. Los tirachinas de palillos eran rápidamente confiscados por nuestros mayores, sabedores de que aquello podía acabar en tragedia...

Mención especial para los tirachinas hechos con alambre de colchones tirados, aunque por desgracia no he podido encontrar ninguna foto. Básicamente lo que se hacía era desmontar los engarces de los alambres de los colchones, que tras una breve torsión quedaban abiertos en forma de V y con dos dobleces para meter la gomilla... fácil de realizar y terriblemente efectivo, señores. Sin embargo sí he encontrado imágenes del tirachinas realizado con una botella y un globo, que a la postre resultaba incluso más letal...




Sus ingredientes eran básicos: una botella de plástico a la que cortábamos un poco por debajo de la boquilla y un globo resistente de los de toda la vida, que se ajustaba a la boca de la botella. Dentro del globo se metía el proyectil, se estiraba el globo y al soltarlo la diversión y la matanza estaban aseguradas... como anécdota diré que un primo mío le pegó en todo el ojo a mi abuela con un hueso de dátil... afortunadamente no perdió el ojo, pero mi primo perdió el tirachinas y su padre las huellas dactilares de la mano...

Hasta aquí este breve recorrido por las armas de nuestra infancia; omitidas quedan otras como los arcos hechos con ramas de adelfa y las pistolitas también de aldelfa que se hacían en los pueblos, que requerían bastante técnica y buen hacer. Las hondas son demasiado peligrosas siquiera para hablar de ellas... no para los demás, sino para nosotros y es que quien no se ha pegado a sí mismo con una honda...

EN DEFINITIVA, TODA UNA MUESTRA DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA CAÑÍ Y UN EJEMPLO DE QUE LA IMAGINACIÓN ES EL MEJOR DE LOS JUEGUETES...

4 comentarios:

  1. Felicidades me ha encantado leer esto y transportarme a mi infancia, siendo yo quien en estos reyes 2012 he regalado una pistola de estas a mi hijo haciendolo lo mas feliz del mundo, ni consolas ni nada es lo que mas ilusión le ha generado

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  2. Pues me alegro que te haya gustado... es increíble como en tan poco tiempo hayan desaparecido tantos juguetes de estos. Un saludo y gracias!!

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  3. He encontrado esta página por casualidad, y me alegro mucho, tengo 20 años, y mis amigos y yo, seguimos utilizando esas "armas".

    Muchas veces echamos guerras con el arma del globo y garbanzos, Parece que no, pero dejan moratones. No tenemos presupuesto para pistolas de paintbal o de airsoft y eso nos vale para pasar un buen rato.


    Más simple aun es la de una goma elástica en una tabla, la estiras, la colocas de extremo a extremo, apuntas, y con el pulgar subes la goma para que salga disparada, si en ese extremo le añades una tuerca o semejante a la goma, el resultado llega a ser incluso peligroso. xD

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  4. Bueno NITRO... cuidado no os saltéis un ojo...

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