A la tierna edad de 14 años me regalaron un librito que entonces nada más verlo sabía que iba a condicionar mis gustos literarios en lo sucesivo. El libro en cuestión, de extraña portada para ser un libro de terror, se titulaba "El Caso de Charles Dexter Ward". Acostumbrado como estaba por entonces a otro tipo de novela de terror, lo que contenía aquel extraño relato me impactó profundamente.
Su lectura se me hizo larga y en ocasiones bastante difícil; yo no estaba acostumbrado a libros sin diálogos y con una prosa tan barroca y en ocasiones recargante como la que usaba aquel por entonces para mí desconocido autor.
Howard Philip Lovecraft (1890 - 1937), creó un (nunca mejor dicho) ominoso mundo de pesadilla en las que el horror se hacía patente en su lado más cósmico y mitológico. Lovecraft, cultivó el género del cuento de terror como ningún otro autor lo había hecho hasta la fecha, influenciado por sus propias pesadillas, su salud delicada y frágil y su aversión al mar... (según se dice marcado por un acontecimiento de su infancia). Creador de una mitología propia: "Los mitos de Cthulhu", alrededor de su figura se creó un círculo de escritores que cultivó y prolongó en unos años su legado hasta la decadencia del mismo (véase la obra de Arthur Machen, su principal seguidor y discípulo).
Recogiendo el testigo de genios que lo precedieron aunó en su estilo lo barroco y descriptivo de Lord Dunsany, lo cósmico y ultraterreno de William Hope Hodgson y el miedo a lo ancestral y primitivo de Algernon Blacwood.
Lovecraft fue genio atormentado, no siempre valorado en su tiempo en su justa medida, pero al que la pátina del tiempo ha convertido en imprescindible influencia para las generaciones que lo siguieron. Ha influenciado cine, literatura y música por igual y hoy por hoy es reverenciado por millones de seguidores que creen todavía que el Necronomicón de Abdul Al-Hazred existió en realidad...
Si tenéis tiempo y ganas, y sabedores de que váis a disfrutar de un terror "diferente", os invito a adentraros en "El Caso de Charles Dexter Ward", para mí una de sus obras cumbre y que a mí me hizo estremecer por lo insano de su propuesta y prosa.
Basta un ejemplo de su estilo con el principio de la novela:
"De una clínica particular para enfermos mentales
situada cerca de Providence, Rhode Island, desapareció
recientemente una persona de características muy notables.
Respondía al nombre de Charles Dexter Ward y había sido
recluida allí a regañadientes por su apenado padre, testigo del
desarrollo de una aberración que, si en un principio no pasó
de simple excentricidad, con el tiempo se había trasformado en
manía peligrosa que implicaba la posible existencia de
tendencias homicidas y un cambio peculiar en los contenidos
manifiestos de la mente. Los médicos confiesan el
desconcierto que les produjo aquel caso, dado que presentaba
al mismo tiempo anomalías de carácter fisiológico y sicológico.
En primer lugar, el paciente, que contaba veintiséis
años, aparentaba mucha más edad de la que tenía. Es cierto
que los trastornos mentales provocan un envejecimiento
prematuro, pero el rostro de aquel joven había adquirido la
expresión que en circunstancias normales sólo poseen las
personas de edad muy avanzada. En segundo lugar, sus
procesos orgánicos mostraban un extraño desequilibrio, sin
paralelo en la historia de la medicina. El sistema respiratorio y
el corazón actuaban con desconcertante falta de simetría, la
voz era un susurro apenas audible, la digestión era
increíblemente prolongada, y las reacciones nerviosas a los
estímulos normales no guardaban la menor relación con nada
de lo registrado hasta entonces, ni normal ni patológico. La
piel tenía una frialdad morbosa y la estructura celular de los
tejidos era exageradamente tosca y poco coherente. Incluso
un gran lunar de color oliváceo que tenía desde su nacimiento
en la cadera había desaparecido mientras se formaba en su
pecho una extraña verruga o mancha negruzca. En general,
todos los médicos coinciden en afirmar que los procesos del
metabolismo habían sufrido en Ward un receso sin
precedentes.
También sicológicamente era Charles Ward un caso
único. Su locura no guardaba la menor semejanza con ninguna
de las manifestaciones de la alienación registradas en los
tratados más recientes y exhaustivos sobre el tema, y acabó
creando en él una energía mental que le habría convertido en
un genio o un caudillo de no haber asumido aquella forma
extraña y grotesca. El doctor Willett, médico de la familia,
afirma que la capacidad mental del paciente, a juzgar por sus
respuestas a temas ajenos a la esfera de su demencia, había
aumentado desde su reclusión. Ward, es cierto, fue siempre un
erudito entregado al estudio de tiempos pasados, pero ni el
más brillante de los trabajos que había llevado a cabo hasta
entonces revelaba la prodigiosa inteligencia que desplegó
durante el curso de los interrogatorios a que le sometieron los
alienistas. De hecho, la mente del joven parecía tan lúcida que
fue en extremo difícil conseguir un mandamiento legal para su
reclusión, y únicamente el testimonio de varias personas
relacionadas con el caso y la existencia de lagunas anormales
en el acervo de sus conocimientos, permitieron su
internamiento. Hasta el momento de su desaparición fue un
voraz lector y un gran conversador en la medida en que se lo
permitía la debilidad de su voz, y perspicaces observadores,
sin prever la posibilidad de su fuga, predecían que no tardaría
en salir de la clínica, curado."
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