Mi madre dice que Teo murió al nacer, tras un dificultoso parto de dolores, vómitos y sangrados. Mi madre dice que Teo éstá en el cielo, con los angelitos y con Dios... pero yo no la creo.
Hace dos meses que Teo viene a mi cuarto por las noches, cuando todo está en silencio y en la quietud de la casa. Da dos leves golpes a la puerta del armario y espera a que yo lo invite a pasar. Teo lleva una máscara porque dice que su cara está deforme por los instrumentos que los médicos usaron para sacar su feto muerto del vientre de mi madre.
Yo no comprendo todo lo que me cuenta Teo, (no tiene boca, pero yo le escucho susurrar en mi cabeza) y a veces, cuando le digo que miente, se enfada y desaparece durante días o incluso semanas... hasta que al final vuelve a aparecer como si nada hubiese ocurrido; - somos hermanos, -me dice-, y entre hermanos no hay secretos, así que voy a contarte el mío...
Teo nació muerto, y el médico que lo separó de mí hizo una obra casi perfecta; sólo una pequeña cicatriz me recuerda en ocasiones que tuve otra criatura viviente pegada a mi cuerpo.
La primera vez que vi a Teo no fue en el armario de mi cuarto, sino en mi fiesta de 6º cumpleaños que hicimos en casa de mis tíos. Recuerdo que era ya tarde cuando jugando con la pelota me alejé del patio y acabé en el porche de entrada, donde estaban los globos de mi fiesta. Allí, tras una maraña de globos, vi por primera vez a Teo, con su máscara de trapo y su cara bobalicona... - Soy Teo, tu hermano, -me dijo- y vivo gracias a tí. Me quedé de piedra ante tal imagen, cerré los ojos fuertemente y cuando los volví a abrir ya no estaba...
A partir de ahí Teo me visitaba todas las noches, y me contó que vivía en un viejo depósito de agua abandonado, sin luz ni cama, pero sí apartado y silencioso, que era lo que él quería.
Un día salimos por la ventana de casa y me llevó a ver donde vivía. Era en lo alto de una colina, detrás de un cerro inmenso de abedules y zarzas casi impracticable; Teo conocía un sendero para llegar al otro lado de la colina y así, tras una penosa marcha nocturna, me enseñó su hogar...
Un antiguo depósito de agua, con unos cuantos edificios semiderruidos que parecían ser antiguos cuartos de herramientas. Aquello carecía de ningún tipo de mueble donde dormir o sentarse, y Teo me dijo que dormía en el suelo, con una manta que había encontrado por allí tirada.
Todo esto fue después de salir del río... ¿no os he contado lo del río?...
Teo dice que su feto no fue incinerado, sino que por un descuido médico fue a parar al riachuelo que está al lado de la clínica, y que durante años y años, estuvo allí, pegado al fondo del río entre algas y basuras, mamando plancton de río y sangre de sanguijuelas. Podría decirse que Teo estableció un nuevo cordón umbilical con el lecho del río, que hacía de placenta y padre de mi denostado hermano.
En esa especie de letargo y en especial las noches de luna llena (que se reflejaba en el río), Teo soñaba con volverse a encontrar con su hermano gemelo... Creció durante años soñando conmigo, pegado a una roca y sin poder moverse; un día, ya con fuerzas, cuenta que logró despegarse de la masa de algas y lodo que lo unía al lecho del río. Fue el segundo nacimiento con dolor de mi hermano, cortó su cordón umbilical por segunda vez en su vida y abrió los ojos al mundo...
Con burdas manos confeccionó la máscara que lleva cuando me visita, y nunca se la quita, ya que dice que su rostro es informe y batracio; yo le digo que no me importa, que lo quiero como es y que ya es hora de darle a nuestros padres la buena nueva...
- Papá, mamá, adivinad quien ha venido para quedarse con nosotros...
Quién hizo las fotos??? un amiguito de Teo??? Espeluznante!!!
ResponderEliminarLas fotos me las hice yo en un solar abandonado;
ResponderEliminarno se lo digas a nadie que van a pensar que estoy zumbado...
Un abrazo!