Reconozco que cuando abrí el buzón y me encontré ATOM, del barcelonés Román Gil, no tenía la más remota idea del estilo, pasado musical o contexto en el que se desarrollaba. La hoja de promo dejaba intuir algo pero se me antojaba bastante complicado aunar eso de las influencias de Wagner, Hendrix, Bowie, Llach, Jacques Brel, los Crimson, Brian Wilson... digamos que visto así de sopetón es como intentar indagar en los ingredientes de una se esas barritas ultraenergéticas que llevan los ciclistas o intentar convidar a media familia a base de comida de los astronautas de la NASA. Rápidas búsquedas me llevan a un disco previo (muy previo) de 2007 llamado Via Láctea creo que enclavado en el Pop y el posterior Miau (2015). Sobre las hojas promocionales, me gustaría hacer una reflexión que resumo así:
`Yo he visto hojas promocionales que vosotros no creeríais. Abordar estilos y hacer headbanging en llamas más allá de Orión. He visto arpegios brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.´
El paquete venía remitido por DISCOS BELAMARH, así que para mí ya augurio de calidad asegurada, habiendo reseñado por estos lares a Crek Noarde, Conde y La Canción del Río, UKE y Au Revoir Les Enfants, Ana Béjar, Javier Colis o los Broke Lord. La edición es en vinilo Gatefold incluyendo el Cd también y la grabación, a nivel técnico, es prácticamente realizada en casa, incluidos arreglos de cuerdas (comentar que Gil es productor profesional). A modo de colaboraciones, destacan por ahí la Brossa Quartet de Corda, Lisa Base (violín), Natsuko Sugao (trompeta) y Jordi Farreras (batería) aunque la lista es muchísimo más alargada.
A niveles estilísticos ATOM resulta de un ecléctico compost que quita el hipo, llegándose a cotas de auténtica demencia donde es difícil discernir en qué década nos hayamos. Tonos sobrios e incluso funestos (algo así como la Nova Canción Catalana de Llach en Campanades a Morts pero mezclada con el sinfonismo Prog o los rompedores pasajes de los primeros King Crimson) con letras que giran alrededor de la enfermedad y la muerte. No podía ser de otra forma que abriéramos con la monumental suite de 13 minutos "Atom" dividida en tres partes ("Atom", "Hijo de la Luz" y "Vida"). Guitarra acústica y piano van y vienen con lentitud procesionaria hasta que entra un precioso motivo de cuerdas angulares y cinematográficas (tipo Bernard Herrman o un Penderecki desacralizado pero comedido por el siempre confortable Gershwin... raro, no?)... bombásticas sábanas cuasi Morriconianas dan carácter Noir y mistérico al asunto, y sobre todo haciendo imposible que me quite de la cabeza las polvorientas imágenes crepusculares de la Trilogía del Dolar.
Hablábamos de eclecticismo y es que teclados y acordeones añaden ese regusto a Stelvio Cipriani en Anónimo Veneciano (1970). Preciosos arreglos de cuerda que se multiplican en efectividad cuando entra la base rítmica dando ese toque Prog alucinante ("Hijo de la Luz") que es puro Canterbury con sus clásicos Camel. Cuidadísimas letras y momentos donde Triana se mezcla con los King Crimson, pero sin perder ese espíritu rompedor del primer Llach que jugaba a llevar el Pop Rock a niveles contestatarios y de protesta exquisitos (sobre todo en ese tramo donde entran efectos de vientos, flautas y aromas Poperos). Pelos de punta cuando Gil canta eso de `Funerales / los amigos / algo queda´ con una guitarra que se dobla mientras de fondo se mantiene el marchamo de suite sinfónica.
Se va añadiendo complejidad en la tercera parte del tema con guitarra algo más distorsionada y largos pasajes instrumentales unidos con una coherente sutileza que hace avanzar a la música con mucha fluidez. Tengo que decirlo... si me decís que esto es una versión apócrifa de Jesucristo Superstar de Camilo Sesto mezclada con música de Peplum italiana lo firmo ipso facto aunque es cierto que los últimos minutos se visten de una complejidad barroca propia del Brian Wilson de los 80, y eso sin mentar la lisergia alucinante de los Teclados Rhodes y algunos arreglos electrónicos o la trompeta de Natsuko Sugao.
Sigue "Mi Padre" que por un segundo parece que va a ser un Requiem (juguetón, pero Requiem). Arropado por el piano se desliza la voz plañidera de Román junto a unos punteos de guitarra pseudo Surf / Beat de esos de cuando no sabes si lo que ves es calima o efectos de benzodiazepinas. Muy buenas los coros armando toda una operetta (la hoja promocional ya en sí lo dice), las percusiones marciales taimadas y un soberbio uso de violín y cuerdas tocadas con arco. No sé si hay gente que recuerda el segundo disco (el conceptual El Último Hombre, 1995) que sacó Eduardo Moreno tras el transgresor Música para Cine Imaginario (1990) pero para mí algo de todo esto suena aquí. Precioso el Vals y los toques franceses de Brel en la cantada en catalán "La Capsa" con aires burlecos, circenses y canallescos de esos que gustan escucharse cuando el aliento exuda alcohol destilado ilegalmente.
"El Negoci" me pilla descolocado. ¿Estoy escuchando a Battiato en catalán en pleno auge del Synth Pop o es que me he pillado un huevo con la cremallera de los vaqueros?. Dejadme que me permita citar a Juan Belda y Arte Moderno. De aquí pasamos a un tramo final de aúpa. Desde la tristona "La Por" que vuelve a rejuvenecer a la Nueva Canción Catalana pero la viste de un carácter trobadoresco que le sienta de lujo (ya lo hacía en cierta manera Lluís Llach al que admiro sobremanera). Solemne, cuasi hímnico y profundamente elaborado en la composición, casi suelto una lágrima con ese pasaje final que me trae a la cabeza al western apocalíptico El Gran Silencio de Corbucci y sus pasajes helados o esos maravillosos planos largos de la construcción del ferrocarril en Hasta que Llegó su Hora (ambas BSO con Morricone y su paleta imposible de sonidos).
La dureza de la letra en "Amic Meu" contrasta con el tempo rápido, simple y casi de Revista y Vodevil. Rizando el rizo, "Canzó de Comiat" relata la muerte del propio artista que con aplomo le cuenta sus vicisitudes al teclado, el piano, la flauta y a la Brossa Quartet de Corda. Como si de una suite que resumiera todo el score del álbum, se van sucediendo fragmentos del disco (como vivencias personales) en un compost delirante donde brilla la guitarra eléctrica y una orquesta que lleva el álbum a un nivel especial. Magnífico como se deconstruye, deforma y vuelve a montarse pasajes anteriores en una Feria de sonidos Teratogénicos hasta que se alcanza un clímax final de una intensidad demoledora.
ATOM es un disco que me ha dejado tocado, con una profundidad de capas y una maestría compositiva fresquísimas y que se va a mi top de discos del año.
https://roman.bandcamp.com/album/atom?label=2305517395&tab=merch
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