Bueno, pues no sólo suenan a ese espíritu sudoroso del Miles eléctrico, sino que han sabido rodearse de un ambiente planeador, psicodélico y abrasivo que es capaz de mezclar a partes iguales el funk, el jazz-surf de los últimos proyectos de Zorn o los mayestáticos acordes de guitarra de Sonny Sharrock. Tremendamente cohesionado, Dulcia Cum Amaris se degusta de un tirón en sus 40 minutos y si bien los temas tienen su propia existencia individual, el todo todavía enaltece más a las partes. Hay que destacar la buena labor de Raúl Pérez con sus estudios La Mina además de su profesionalidad a la hora de saber captar cómo tiene que sonar una banda dentro de tal o cual estilo. Por cierto que la portada me ha gustado mucho, y es que siento una especial debilidad por las fotografías de la NASA, y esta me ha gustado en particular... probad a mirarla fijamente durante varios minutos y veréis cómo la nebulosa cósmica se acaba transformando en una suerte de pintura religiosa donde las almas parecen confluir a un limbo céntrico.
La guitarra de Juan G. Acosta es capaz de transformarse y mutar desde el wah-wah de Bitches Brew a los míticos desarrollos de guitarra de Funkadelic; de las notas cuasi vibrafónicas a lo Zorn en su proyecto The Dreamers a la psicodelia rural de un garito texano a las tres de la tarde en pleno verano. Juan Miguel Martín en el bajo está poseído por un ente mitad Harvey Brooks mitad bajista de los Wooden Shjips... en trance, sin perder el compás, con personalidad y desarrollo propios... totalmente compenetrado con la batería de Manuel Montenegro, que nos muestra su versatilidad a la hora de cambiar de temas más jazzeros a otros puramente lisérgicos...
Voy a intentar transmitir mis impresiones sin entrar en detalles musicales que entorpezcan la escucha... PURA SENSACIÓN o lo que vengo llamando últimamente, una PSICO-AUDICIÓN: "Die Bestellung" abre el viaje en un minuto de duración. Gasolina para la nave. "Chupete-Fly" atormentaría al mismo Miles haciéndolo remover en su tumba deseoso de desenterrar la trompeta y tocar unas notas. "Escarmiento" es lisérgico como un viejo transbordador espacial ruso en la Guerra Fría... "YURI GAGARIN llamando al planeta Tierra... Malheur, repito... Malheur".
"El Patio de los Callaos" ha ido madurando en mi mente desde que lo escuché la primera vez, y ahora veo incluso patrones flamencos... ¿puede una guitarra cantar una Saeta a la inmensidad del Cosmos?. "El Gran Abogado" es un lamento en la inmensidad del infinito, nunca el vacío fué tan seductor. "Levitron" es básicamente un viejo blues estelar en una taberna perdida del firmamento; es como tomarse una cerveza en un bar de la vía láctea sin pensar cómo coño vamos a volver a casa... tranquilo, aceleración-desaceleración, calma, alma, ama...
"Los Raros de Dios" te invita a surfear en las cómodas aguas del Triángulo de las Bermudas. Trae tu tabla, colega, que nos vamos a perder un rato.... mamá, volveremos para comer. "YMYL" es un puntazo. Un bajo y batería en un patrón de Be Bop mientras la guitarra se nos desmarca con una sutil melodía de jazz... hasta que el tema muta, y nosotros mutamos con él en la supraciencia de la alquimia nanoceleste (¿no lo entiendes?, da igual, la próxima vez lo entenderás). Ojalá tuviese una moneda de veinte duros para volver a montarme en la atracción "Les Biondes". Divertida. Elevadora. Provocativa. Lavativa.
WILLENSKRAFT KOSMICHE MUSIC IN DULCIA CUM AMARIS.
A veces es oro todo lo que reluce y punto. Para qué darle más vueltas al asunto...
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