Es muy complicado definir la figura del artista gallego (residente en Valencia) AVELINO SAAVEDRA so pena de rascar solo la superficie y carecer de profundidad. Músico, improvisador, percusionista, pintor... y todo a la vez. Solo así, si tu cabeza tiene capacidad de entender los conceptos anteriores desde un punto de vista holístico puedas llegar a comprendenr que Avelino es Flujo Creativo sin adulterar que se enchufa cómo y cuando quiere a lo Telúrico (y sin USB si lo precisa). Lo he visto tocar en directo con Javier Carmona en un mano a mano y aquello era tan abrasivo como lavarte las encías con Scotch Britte metálico, enjuagarte la boca con agua oxigenada y tratar de sonreír luego mientras te chorrea sangre y espuma sobre la barbilla. Múltiples colaboraciones con insignes entes como Josep Lluís Galiana o El Pricto en Chaosophy (reseña aquí) o Transitions... brutalíficas ráfagas en More Acid For Hegel (MAFH, Macarpone Records, aquí) con A.L. Guillén, la cosa es que luego ves sus pinturas, cuadros y experimentos plásticos y todo encaja en sus sitio. El artista total yo no tengo ni la más remota idea de si se hace o se consigue, pero Saavedra es capaz de tocar Grindcore si le apetece con mano y pierna izquierda y a la vez hacerte la más bella de las pinturas on mano y pierna derechas. ¿El truco?... pues posiblemente disolver en la nada esa especie de hímen/telumbrete que separa nuestros hemosferios y revolverlo todo (algo así como levantarte la tapa de los sesos y meter una batidora en la masa gris).
Reconozco que si habitualmente las reseñas que más complicadas me resultan son las de solistas, cuando es el caso de percusión ya lo paso extremadamente mal por varios motivos. Uno, que no sé ni tengo técnica (verbal o de conocimientos) para la descripción de lo que está ocurriendo en el kit de batería y la otra es que cualquier atisbo de parecido de los sonidos que salen del reproductor con lo rítmico normal y corriente son fruto de la coincidencia. Más fácil es que se asemeje el trabajo de procesamiento acústico de los diferentes elementos del kit a la música electroacústica que a una batería marcando un compás. Con diferencias, no es el primer trabajo de esta índole que trato... Sancho Campos en The Lion and The Horse (Gruppo Ungido, 2017) o Imatges de Jesús Gallardo (Líquen Records, 2017), pero quizás de todos ellos es este DRM de Saavedra el más complicado de abordar en palabras, así que antes de entrar en mis opiniones, voy a cortar y pegar este texto de presentación del propio Avelino: "DRM son siete estudios de las posibilidades tímbricas y resonantes de cada elemento que compone un set de batería acústica básico: charles, caja, platos, timbales y bombo, tocados cada uno de forma individual mediante diferentes técnicas extendidas. No se han usado efectos electrónicos, ni se han realizado sobregrabaciones".
El disco se graba, mezcla y masteriza por Saavedra en Önilewaland (Valencia), la ilustración y diseño también son suya y la trasera (que no el trasero) de Aorita, siendo su edición física una de las afortunadas del impresionante catálogo de la Netlabel DISCORDIAN RECORDS de El Pricto en ver la luz en formato físico. Y quisiera matizar algo; cuando Saavedra dice al final del texto lo de los efectos electrónicos o el overdubbing es por una sencilla razón. Escuchado ya el disco decenas de veces, con o sin auriculares, con o sin tímpanos (a veces hay discos que puedes ponerte una clavija Jack mental y anular sonidos para sentir simplemente la vibración en las células de tu epitelio), bien es cierto que el uso de ecos, resonancias y distintos procesamientos/tratamientos acústicos dan la idea de `electroacústica´ en el sentido tocadas con arcos, creando glisandos broncíneos que producen una vibración característica y cercana (pero más aguda) a la de un cuenco tibetanoestructural de la palabra. No hay elementos `electro´, pero algunas partes suenan más electrónicas, drone o industriales que discos que pretenden serlo... y lo mismo se podría derivar si lo lleváramos al terreno del Ambient.
"HH" abre con las posibilidades agudísimas de unos hi-hat. Lo que parece una vibración llevada al extremo transcurre por un segundo plano mientras que se golpea el platillo a velocidad de vértigo (¿puede ser que dejando algún tipo cacharrito o juguete de cuerda encima?) y se mata/opaca el sonido creo que sujetando el plato con una mano (no lo tengo claro por supuesto). Contrasta el bombo marcial en "K", al principio muy espaciado y tenso cual paquidermo desbocado, rodeándose de vibraciones posiblemente realizadas en las zonas exteriores del bombo con algún palo de madera; el conjunto resulta ancestral como lavarte el culo después de cagar con una piedra bien habitada con musgo húmedo. Hay una melodía que subyace, pero en tempo tan letárgico que puede equivaler a los días de los dioses, esos que llevan al Ciclo de la Creación. "SD" es un bebé parido por Mamá Percusión jugando con sus cositas desde la perspectiva del niño. La visión Cosmocreadora se transforma en el Rito del Juego y que me corten un trozo de lóbulo temporal si no parece que estemos escuchando las cuerdas vocales de algo antropomorfo contando sus ideaciones en lenguaje Acadio o quizás Cuniforme. De la importancia del círculo en la percusión lo atestigua lo que parecen canicas rodando por parches ultratensados que a la postre crean un efecto alucinante entre los silencios de las baquetes en ráfaga. Lo más parecido a la Impro y al Free Jazz yace en en epílogo de este corte, justo antes de transformarse en un auténtico serrucho.
"CY1" es lo que comentaba de la electroacústica. El eco y la reverberación rozan el Drone, lo grave se torna solemne y cuasi ceremonial. Un flujo de partículas que giran en la misma longitud de onda de las cuerdas vocales de un monje tibetano en el Throat Singing... todo ello antes de meter otros recursos más agudos pero que en contraste se amalgaman y llevan al oyente a un estado de trance chamánico. Casi pouedes cantar un mantra encima del fondo musical y es que si AUM fue el primer sonido, el segundo fue percusivo, el de piedra contra piedra y luego el de piedra contra cráneo. Lo que otros artistas emulan con una Laptop, Saavedra te lo hace en modo artesano con sus manos. "TT" es por extensión tribal y selvático y los más avispados quizás les recuerde este recurso creativo al maestro Morricone, tanto de su etapa en Nuova Consonanza (ahí menos) como ya sí en plena experimentación creativa con sus suites crepusculares del Western. Esa forma de botar el sonido marcaba escenas de tensión y juego de miradas de Eastwood con Volonté. Luego lo abstracto se hace dueño y señor durante unos minutos para finiquitar el tema nuevamente con el recurso `Morriconiano´ puenteando hacia "CY2" en formato suite, con muchos elementos transcurriendo a la vez que desembocan en un mini motivo melódico similar al de la primera parte.
Cierra este inmenso trabajo "FT" con motivos Noir mistéricos, otra vez bordeando las lisérgicas ideas de Morricone en su etapa de máximo esplendor creativo y con ese siempre efectivo uso de frotar con arcos para fabricar soundscapes o soliloquios místicos con la raíz creadora con la que se conecta Saavedra. Vuelve ese toque seco y alucinante del bombo parecido al Bodhrán del Folk que de tanto repetirse se transforman de modo natural en instrumentos de viento (la vibración al final es cinética, la cinética es movmiento y flujo, y esas características son las mismas que las del paso del aire rozando una cuerda vocal o intentando escapar por entre el laberinto metálico de trampas de un saxo). Fabuloso la procesionaria, fúnebre melodía ritual del final que por mí podría repetirse durante 30 minutos seguidos.
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