Dicho motivo musical se mueve mántrica y perceptiblemente por los ecosistemas bíblicos de MALICK pero también por el expresionismo irreal de LYNCH. En cualquier caso, siempre me ha atrapado ese curioso efecto de la electrónica combinada con lo analógico; de una pedalera llena de artilugios en el que a modo de eterno Pin Ball cerrado, el sonido es lanzado una y otra vez de un sitio a otro, transformándose, creciendo o decreciendo en ondas cuadradas o sibilinas; acortándose o elongándose.... todo en un bucle drónico en el que el sonido es energía; no se destruye nunca, queda atrapado ahí, en esa poderosa trampa mortal de las pedaleras donde la única salida es desenchufar.
La célula madre es la guitarra de FEMIANO, que canta en los interludios melódicos para explotar en fuerza bruta en los feedbacks más ruidistas (aquí tendría que comentar que el sonido estaba controlado por el experto NACHO JAULA, todo un adalid del sonido). Plastilina sonora a merced de un molde cambiante pero que tiene la particularidad de volver a su forma original cuando quieras... así sonó la maravillosa pieza que tocó anoche FEMIANO.
"Conocí a un tipo llamado Ding Dong. Me dijo que la tierra entera se convertiría en una hoguera. Las llamas emanarían a diestro y siniestro. Simplemente aparecerían. Las montañas se convertirían en una gran llamarada. El agua brotaría en llamas. Los animales correrán desbocados, algunos de ellos quemados, con sus alas a medio quemar. La gente gritará a pleno pulmón pidiendo ayuda. La gente que ha sido buena irá al cielo y escapará de la hoguera."
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