"Hace cincuenta años, un profesor de la Universidad de Yale llamado Stanley Milgram, llevó a cabo una serie de experimentos sociales basados en la psicología de los criminales de guerra nazis. Ahora, Nick, su novia Tayler y sus dos mejores amigos están a punto de descubrir en sus propias carnes aquellos experimentos. Secuestrados después de un viaje de campamento, los chicos despiertan en lo que parece ser una prisión, con dos vías conectadas en la base de sus cráneos. Ellos no están solos: otras cuatro personas se encuentran en la misma situación. Su tarea, establecida por una misteriosa figura en un vídeo, es llenar unos frascos con sustancias químicas en el cerebro produce cuando siente dolor extremo. ¿Quien de ellos se convertirá en el líder del grupo? ¿Y quienes serán los primeros en sufrir los insoportables dolores que deben elaborar en el plazo de 22 horas? (FILMAFFINITY)"
La estela dejada por películas como CUBE es larga. Algunas rozan lo mediocre, otras distraen y se olvidan pronto, y otras se salvan de la quema con buenas ideas... y quizás esta VILE sea de estas últimas. Más cerca que SAW que de CUBE, parece que el cine de gente encerrada en sitios en tremebundos juegos de horror y muerte es la nueva tónica del cine de terror actual.
Sin ser nada del otro jueves, VILE destaca por algunos momentazos verdaderamente crueles y enfermos, con toques gore nada desdeñables y un peculiar gusto por la mala leche.
A pesar de que la influencia cinematográfica que ha seguido el director sea evidentemente la saga de SAW (de la que hay que destacar su renovadora primera parte), también bebe de tintes más oscuros rozando en algunos momentos el cine de terror extremo francés (sin llegar a la mala baba de aquél, claro).
Una historia bien construida y llevada a término. Previsible como todo este tipo de cine... alguna que otra situación tontuna... sorpresa final no sorpresiva...
¿Algo más?... pues no, la verdad. Si eres de los que gustan de este tipo de cine, aquí tienes tu nueva dosis.
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