lunes, 10 de mayo de 2021

BROMO - "NO SIGNAL" (OIGOVISIONES LABEL 0V8, 2021)


Reconozco que no ha caído en mis manos todavía "Traces of Erosion" de BROMO, disco que en 2017 antecedía este soberbio No Signal y que me tiene absolutamente atrapado, así que parto de cero y no hago comparaciones. Complejo, abstracto, cinematográfico, bailable, arrullable, instrospectivo a veces, catártico en muchas No Signal es una obra de arte descomunal, plagada de texturas que a pesar de partir de una base electro, se tornan de una organicidad que asusta. Paloma Peñarrubia, un referente de la música electrónica no solo local, sino nacional, lleva años cosechando premios y añadiendo muescas a su férrico currículum que se extasia, sublima y vuelca en sensaciones eustáquicas en este maravilloso vinilo editado por el colectivo/sello/secta sónica apocalíptica llamada OIGOVISIONES LABEL. En cualquier caso, lo mejor es que consultéis su Bio (aquí) y me ahorro tinta digital; pero ojo, os recomiendo de verdad leerlo antes de seguir con lo que voy a contaros. 

He visto a Paloma Peñarrubia en directo varias veces, y siempre me acuerdo de grandes como el Techno oscurantista berlinés de Sonia Gütter (SONAE), ciertos pasajes de Gudrun Gut, Barbara Morgenstern y cosas así.... pero ojito, que hay una pátina de Dark Ambient en el IDM (etiqueta que nunca me ha gustado porque pone más muros de los que derriba) de Paloma, una versatilidad y una manera de moldear el sonido que demuestra un abordaje (vale, esto va a ser arriesgado) de la Clásica Moderna sin precedentes, y me explico... escuchando No Signal uno se da cuenta de varias cosas; la primera es que la realidad es violenta y brilla como el Neón. La ciudad no está dominada por ratas sino por extrañas venas de silicona por las que discurre una sangre vital artificial de colores chillones fosforescentes. La ciudad (tu ciudad, cualquier ciudad) brilla en la Oscuridad Psíquica... esa que ocurre solo bajo tus párpados y a la que escapas y recurres de forma emocional en pequeñas Raves Psicoanalíticas en soledad (aunque a tu lado se esté celebrando una orgía a lo Gaspar Noé). La cópula de ritmos, impulsos, retroalimentaciones percusivas forman un todo opuscular tan complejo como intentar forrar un libro con plástico en gravedad cero (inténtalo y luego me cuentas). No se me quita de la cabeza cierto paralelismo con esa fantástica y soterrada obra de Geoff Barrow / Ben Salisbury ‎que fue Drokk: Music Inspired By Mega-City One.

Lo segundo  es que la línea de continuidad vital de la música clásica es perfectamente coherente con la electrónica si te lo propones, y eso se capta en pequeños `movimientos´, pasajes, melodías que juro por lo más sagrado que me han recordado al Bolero de Ravel. Si a todo eso le sumas un acercamiento a lo futurista (Sci Fi) original y alejado del pétreo Noise o el Harsh, obtienes toda una salvajada/miríada de opciones que se te abren a cada escucha... podéis amputarme un pezón si miento, pero es que a veces me parece estar escuchando a TOMITA mezclado con Proto Techno alemán, ese que se deriva de la escena más puramente electrónica del Kraut (Neu!, Cluster...).

Pero voy a terminar primero con el apartado técnico. BROMO es inseparablemente un proyecto audiovisual, y a la parte musical de Paloma Peñarrubia se une la deformación plástica, psicoimágenes del clásico también Azael Ferrer (aquí). El disco se tarda dos años en completar y brilla el impresionante artwork de Elsa Paricio, basada en una reconstrucción de las primeras imágenes obtenidas del espacio, con una curiosa técnica resultante de exponer los elementos con los que trabaja a determinadas condiciones climatológicas. Me encanta esta frase de la bio que corto y pego: "Una simulación de otros mundos creados a partir de la misma materia. Una visión de lo ajeno como nuestro y de nosotros como lo ajeno". Por su parte,  Julián Calvo Orquín (Multiman) masteriza a la perfección tal y como hizo en Esquizofonías de TESLARADIO (reseña aquí).


"Copuos" abre el disco con un fluído drone in crescendo de corte cuasi apocalíptico, al más puro estilo John Carpenter (apuesto mi otro pezón). Electro sinfonismo en caída libre copulando con el Ambient; el paso hacia "Helium 3" bucea en el Cuarto Mundo de John Hassell, en la Kosmische Alemana o la escena francesa de mediados de los 70. Experimental pero bello, sin estridencias innecesarias se va virando hacia la IDM o lo que es lo mismo, trazas de Synthwave, Trip hop exquisito, divagaciones que bordean un ambient Neoclásico y sábanas de Breaks que te dejan con la mandíbula colgando...  máxime si tenemos en cuenta que flota abotargada una melodía brumosa que huele a bolero séptico. Todo lo anterior se acentúa en la homónima "No Signal", arrebatadoramente nihilista y que huele a nave nodriza amortajada en el filo mismo del Cosmos... una animación suspendida tan épica como ver a cámara rápida el Big Bang comiendo palomitas mojadas en el Fuel de todas las misiones espaciales que acabaron en tragedia. Si vamos a bailar en una Rave, que es a lo que te va llevando lentamente la música, que sea para siempre.

Alucinantes los detalles de unos teclados que parecen sacados de una banda de Space Rock para finiquitar el corte y dar paso a las espectrales voces en Vocoder de "Golden Race". Potentes bases rítmicas se sienten casi físicas, afectando a mis membranas timpánicas cada vez que los bajos pulsan... no es música, es el puto Universo haciendo Valsalva. Pese a quien le pese, la espiritualidad de ENIGMA queda grabada en la memoria genética y aunque no hay ambiente gregoriano, la sensación es de liturgia privada ultraterrena.


"No Gravity" te pone la carne de gallina con su hipnotismo perpetuo. Para que os hagáis una idea, hay varias líneas percusivas que transcurren a la vez flotando sobre un Dark Ambient excelso; varias capas que provocan una sensación flotante en el oyente. Ritmos sincopados, toques retrofuturistas y ambiente ultra triposo descolocan y hacen difícil la etiqueta para el que reseña, y más todavía en la monumental "Radiation" que se extiende a siete minutos y muestra la faceta más apocalíptica del disco. Me es muy difícil no sentir físicamente la lubrificación gonadal con las espaciadas notas, esos glitches malsanos (como cristales rotos) y unos soundscapes cinematográficos soberbios. No me quedan pezones que apostar, pero al igual que en las películas de Gaspar Noé, hay algo políticamente incorrecto en sentir una enorme excitación rayana en lo sexual... podeís decir que soy simple, pero yo iré más allá. Creo que "Radiation" toca una fibra atávica reptiliana muy primitiva del ser humano... como una vieja danza alrededor de un fuego. Un rito iniciático de sexo, flujo (sonoro o no) y muerte. El Bromo mata, pero gusta. 

"Military Space" por suerte consigue que recobre la cordura. Más que nunca, imposible no acordarse de los junguianos aspectos de la música de John Hassell y tener en cuenta que el Espacio nunca es Exterior.... lo exterior no existe. Siempre hay una Barrera Final, un finiquito, un deceso, un declive... un descenso, un muro (existencial o no). Siempre hay una ilusión que derrocar, una pista de baile que pisotear, un Gobierno que destruir, una carcasa que esconde otra carcasa, una piel que mudar o una maldición que perpetuar. Te engañan, hijo e hija de puta, te crees fuera pero estás dentro, estás en el Surco y cuando te alejes lo suficiente, dejarás de tener señal y ya no le importarás a nadie. Creerás que has salido pero estás más dentro que nunca. Te vigilan, te engañan, te follan, te aluden, te nutren, te acotan, te meten... no sales, no vives, no mueres. NO S  I   G     N             A L.



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