Por fin pude estrenar el Ciclo de Improvisación Libre de La Polivalente después de varios conciertos organizado por Javier Carmona y que me los he perdido por culpa de esa cosa llamada trabajo y que es como una astilla empalando el lacrimal.
La cosa de ayer es como sigue. Ricardo Tejero al saxo, Borja Díaz a la percusión y Marco Serrato al contrabajo son SPUTNIK TRÍO o lo que es lo mismo, una forma bastante curiosa y distinta de abordar un género tan angular y hermético como el Free Jazz. Y ojito que he dicho Free Jazz aunque sí que hubieron pasajes de Improvisación Libre. Para el oído las diferencias son palpables cuando uno tiene el aparato auditivo en las dos posiciones posibles que funcionan para esto: o perfectamente entrenado, o brutalmente deshecho.
Destacar una vez más lo bien que suena esa jodida esquinita del local, que sin aspavientos ni grandes avíos técnicos tiene el equilibrio perfecto para sentir la música en toda su intensidad porque de intensidad iba ayer la cosa. La base rítmica de SPUTNIK TRÍO viene del Metal, y siempre he dicho que llegar al Free o la Impro desde estos géneros es radicalmente opuesto a llegar desde cosas como el Swing, la Clásica o similares. Es decir, hay un punto de ruptura que hace que no haya miedo a transgredir los límites rígidos de lo academicista y por tanto, escalas, rasgueos, pizzicatos o lo que os venga en gana citar, siempre llevan un sustrato vibrátil áspero y duro.
Además, si HIDDEN FORCES TRÍO viene a ser la cara algo más armónica, lírica y amable (añadir si se quiere Avant Bop), esta formación lo que busca es destruír el género desde dentro y sonar como sonaban esos grandes olvidados del Jazz de sellos como ESP DISK, DELMARK o los discos Post Coltrane recogidos por el sello francés BYG ACTUEL. Es decir, contrabajos que se salen por la tangente, percusiones muy africanas, y vientos por lo general violentos que mantiene diálogos con el resto de instrumentos como extensiones artificiales de la tráquea moldeadas en bronce.
El Contrabajo de Serrato, pasado por ampli, jugaba entre pasajes agrios tocados con el arco y el pellizcado intenso de las cuerdas, sin llegar a esas elongaciones y desafinaciones propias de él cuando toca en solitario sus composiciones (los clavijeros ayer descansaron con alivio). Me gustó particularmente lo que creo que fue el tercer corte (o quizás fuera el segundo), con un inicio bastante procesionario, persistente e hipnótico, con hincapié en lo que yo llamo "la cuerda gorda del instrumento".
Por su parte, Borja pasó por todos los recursos posibles. Desde esos tribales momentos percusivos que se escuchaban en discos como Reese and the Smooth Ones de la Art Ensemble of Chicago, terrenales como fuerzas de la naturaleza, a matemáticos e intrincados ritmos que pueden recordar tanto a John Stevens de la Spontaneous Music Ensemble como (quizás esto sea más acertado) bastiones/yunques del Downtown neoyorquino en los momentos de más intensidad. Cada uno lleva las cosas a su terreno pero a mí ayer la batería me recordó a Ed Blackwell en discos de Don Cherry como Mu. Siempre he pensado que hubiera sido el batería perfecto para la Sun Ra Arkestra de la época del Heliocentric Worlds.
Todavía no os he hablado de Ricardo Tejero. La razón por la que lo he dejado hasta casi el final es porque ayer me dejó de piedra. Impresionante la versatilidad al instrumento, desde los pequeños glitches, silencios cuasi percusivos con sordinas improvisadas al amplio sonido en abanico que alcanzaba al tenor. Me encantó especialmente un par de momentos en los que el sonido se reducía a un chirrío, con la campana de saxo amortajada casi en su totalidad por objetos, y produciendo un hilo musical que si cerrabas los ojos te hacía dudar si era un theremin, un sinte o cualquier otra cosa electrónica.
Si he de ser sincero, ayer la música de SPUTNIK TRÍO giró alrededor de la figura de Tejero, que llevaba el hilo conductor de los (creo que fueron cuatro) temas que tocaron. Por poner una pega, creo que se contuvieron bastante por las características del local ya que los momentos en que el trío subía la pegada se consumía más oxígeno en la Sala y creo que aquello se habría venido abajo. Con todo, hubo momentos incluso para asomos de lirismo en alguna melodía del saxo, aunque no así para la base rítmica, que mantuvo su hermetismo bestial durante todo lo que duró el evento... un contraste alucinante que los hace bastante únicos y particulares en su género.
Os dejo con una pequeña galería fotográfica y os emplazo a verlos hoy en Sevilla:
👍☺
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