La cultura y estilos musicales se miden en décadas. La música de los 50, la de los 60, los 70... está claro que el periodo estándar de medición del cambio en un estilo es La Década. Cuando uno estudia fisiología respiratoria habla de volúmenes residuales pulmonares, y si estamos hablando de la capacidad urinaria tenemos el volumen residual de orina. Residuos. Lo que nadie quiere, conoce o suele ver, tiene una importancia vital porque mide qué grado de "lo normal" hay que establecer como parámetro con el que dar un dato.
La música es igual. El periodista musical de turno coge una década, la resume, y te dice que el sonido de los 90 en el rock llevaba tal o cual directriz, o que en otra determinada década el modus vivendi social llevó a tal o cual acritud que impregnaría al hardcore y mil historias más. Te habla de estilos, de qué tienes que buscar para saber, y lo que es peor de todo, establece Dogmas de Fe.
El periodista musical oficial es un ente extraño. Es un viajante que se nutre de las décadas pero que por lo general no se interesa del "Volumen Residual Musical". El Residuo Musical es lo que busca el coleccionista, el melómano, y en general todo aquel que va contracorriente buscando Ooparts musicales que contradigan el canon de tal o cual periodista; el zasca final que mande al exilio filosófico a la mitad de redactores jefe de las principales revistas de cualquier género. La excepción nunca ha sido la norma, y menos mal que no lo ha sido, porque entonces verdaderamente estaríamos nadando en un mar de idiocia.
El boca a boca nutrió al melómano, al soñador fanático, a crear fanzines, a rebuscar excepciones a la norma, y dio lugar a otros Paradigmas bien distintos a los que rigen los libros de historia musical pero claro, esto es como cuando uno está en la facultad y el profesor se apropia del trabajo de un alumno... algo demasiado frecuente como para dejarlo pasar por alto.
Sigamos ahondando en El Residuo Musical; en la joya perdida; en lo que nadie conoce porque fue tapado por el intenso marketing de plumas de tinta vacuas del inframundo académico. Cierta persona me dijo una vez que mi blog era un cagarro, una mierda "pueblerina" (cito sus palabras) que nada podía compararse a otros magníficos sitios web. Pues bien, uno que acepta la crítica destructiva o al menos intenta transformarla en constructiva, va a esos blogs y sitios de referencia y se encuentra con la misma actitud general. Quizás mejor escrito, quizás algo más erudito... pero nunca, nunca adentrándose en El Residuo Musical.
Ahora que estamos terminando década, es bueno decir esto, porque que me retuerzan el pescuezo si sé a qué suena la década del 20 del 2000. Ni puñetera idea, oigan, pero sí que sé qué residuos han emponzoñado con vigor mi discoteca, y ahí permanecen mirándome inalterables desde sus exiguas cornisas, pretendiendo dar un paso adelante y lanzarse al vacío harto de que nadie le cite. Y vuelvo a centrarme porque no es de mí de quien he venido a hablar (ni de mi libro, que no lo tengo)...
Los grandes estudiosos de la música no comercial, verdaderos creadores de las joyas de la corona de las discotecas del coleccionista, NUNCA, absolutamente NUNCA han sido periodistas musicales, a priori los expertos en la materia y supuestos ratones de biblioteca que deberían de llevar grabados en sus genes eso de la búsqueda arqueológica. ¿Creéis que estoy majara?. Pues os voy a dar la razón, estoy majara, y gracias a la majadería estoy aquí haciendo esto y no comprando mierdas de revistas en el kiosko. Los arquitectos musicales de nuestro siglo y del pasado y de los que vendrán fueron y serán JULIAN COPE (en su caso Musicólogo, sea lo que eso sea, pero no periodista) con su KRAUTROCKSAMPLER y JAPROCKSAMPLER. Dos obras catedralicias que han dado la oportunidad de reinventarse al periodismo musical... nuevamente, otros han hecho el trabajo por ellos y ellas. Dos monumentales obras que se nutren del barro primigenio del Residuo Musical, de lo que nadie quiere, conoce, ni le interesa como tal a la industria, y que podrían perfectamente complementarse con el libro y Cd-Rom A CRACK IN THE COSMIC EGG de STEVEN y ALAN FREEMAN en el caso de la música experimental alemana.
El siguiente Canon podría ser la magnífica lista de NURSE WITH WOUND, tanto la normal incluída en "Chance Meeting on a Dissecting Table of a Sewing Machine and an Umbrella" (1979) como la ampliada en 1980 en el disco "To the Quiet Men from a Tiny Girl". Gracias a estas listas, se han escrito libros en inglés de THE PLASTIC PEOPLE OF THE UNIVERSE o sabríamos de la etapa experimental de BATTIATO. Cuesta creer qué tipo de periodismo musical y de revistas existirían sin estos compendios de saber, y el propio STAPLETON fue acusado de haberse inventado nombres... es el sino de nuestros profesores, de los que nos guían, de los que se supone que saben más que nosotros. El verdadero conocimiento está en la propia, obsesiva psique del coleccionista, del buscador de rarezas, y del que no se expresa quizás tan bien como un literato lo haría. Los literatos son buenos para decir a qué diablos sonó la música en una década, pero nunca valdrán para contarme qué fue lo verdaderamente interesante de la misma.
Prefiero el cólico del Residuo, potente, doloroso y jodidamente evocador.
Pero ojo, sería muy prepotente de mi parte decir que no hay excepciones a la regla o baluartes (duales) que sí que son capaces de nadar entre dos aguas. Es el caso por ejemplo de JAIME GONZALO y su celebérrimo LA CIUDAD SECRETA editado por MUNSTER, que si bien lo que hace es coger el saber popular de lo que ya se había establecido como Canon en publicaciones no oficiales, lo hace con tanto buen gusto y saber como para admitir que no todo debe estar perdido, pero téngase en cuenta que el propio GONZALO publica un libro titulándolo NUNCA TE FÍES DE UN CRÍTICO DE ROCK.
LA MOSCA TRAS LA OREJA de LLORENC BARBER / MONTSERRAT PALACIOS es la tercera opción, y es la de la publicación íntegramente académica... es decir, el estudio en profundidad musicológico de una materia y por tanto, el río del que manarán múltiples afluentes. Una búsqueda exahustiva de gente tan metida en la música que llevan su trabajo al estatus de TESIS, que tiene más de saber onírico que de periodismo musical en sí, o al menos es mi opinión. La razón de esto es que generalmente sus obras sólo las compran los ya eruditos por sí en las materias de que se habla en los libros, que buscan ver recopilados por fin todo aquello que han ido desenterrando poco a poco. No son libros amables ni ilustrados... son puños americanos en un gancho de izquierda directo al cerebro. Es curioso, pero recientemente se ha publicado una Tesis sobre el Rock Andaluz y meses después ya tenemos en las librerías libros sobre el Rock Andaluz a niveles divulgativos... cuanto menos, sospechoso.
¿Ha sido siempre esto así? ¿Es realmente el periodista musical un aprovechado del bañista que se mueve entre residuos o quizás es todo fruto de una degeneración que ha traído consigo el progreso tecnológico?. Me inclino a pensar esto último, o más bien a intentar no generalizar y decir que para mí, el buen periodista musical es el que se mueve entre las dos aguas citadas. Lo suficientemente ilustrado para expresarse pero con corazón de obseso coleccionista que lo que busca es verbalizar nuevos paradigmas de los que surjan futuros estudios.
¿Y el blog?... ¿qué se cuece en el mundo del blog?. Ciertamente no lo sé, pero sí que sé que si de algún sitio han de salir los Residuos Musicales del Tercer Milenio, serán estos últimos reductos los responsables porque lo que es la calidad de las revistas y los libros, salvo honrosas excepciones de vieja escuela, han caído en el más profundo de los obscurantismos.
Para quejas, dudas y opiniones... esperad a los próximos eones.
Si te refieres a la ‘’Historia del Rock Andaluz’’ de Ignacio Diaz Pérez editada por ALMAZARA, en una entrevista (ABC de Sevilla 17 Abríl 2018) dice su autor que ha tratado de hacer ‘’un relato casi social, es decir, hablo más de los músicos que de la música, más del momento y del contexto que de las canciones. Vivimos en una época de Wikipedia. He tendido a hacer una cosa de conjunto dirigida a quien no conoce este tema’’. El entrevistador le señala que uno de los atractivos del libro es contar con el testimonio directo de sus protagonistas y el autor responde ‘’Tienen que hablar los protagonistas….he ido a quienes lo vivieron en primera persona, y después he leído y citado los trabajos que me han precedido’’. Entre éstos cita previamente ‘’alguna tesis doctoral y algunos libros de Luis Clemente o el libro que sobre Silvio publicaron Alfredo Valenzuela y Pive Amador…pero como libro de divulgación y de conjunto es el primero y eso le da un valor. He intentado plantear lo que fue en su conjunto y sucintamente, porque son cuarenta años de historia de música’’.
ResponderEliminarAún no he leído el libro, pero si el planteamiento es el que expone en la entrevista me parece honesto y al menos atractivo, independientemente del interés personal que se pueda tener en el tema del rock andaluz (a mí dejó de interesarme cuando se volvió ‘’sinfónico’’ y dejó de ser ‘’progresivo’’, aunque tuve la suerte de ver actuar a TRIANA durante la promoción de su primer disco…también a IMÁN y a algún que otro de los pioneros, no así a SMASH, la banda que más me interesa de toda esta historia…).
Como siempre dejas reflexiones más que interesantes en tu entrada y de hecho las comparto casi en su totalidad. El comentario era para reivindicar un poco la figura del periodista musical, ese plumilla que antes de la era Internet nos mantenía informados de lo que se cocía. También las ediciones impresas. No todas son una mierda, aunque el interés por ellas ha decaído en la misma proporción que su capacidad de sorpresa, algo lógico si tienes toda la información en internet y puedes adelantarte a las ediciones impresas sin mayor problema.
Gracias por la pasión que pones en tus escritos, tan necesaria como la música que nos alimenta. El futuro muy probablemente vaya por blogs como el tuyo, aunque todavía se eche de menos aquellos fanzines-fotocopias cargados de ingenuidad y ganas de comerse el mundo.
Ojo, los libros de divulgación como el que citas son NECESARIOS e IMPRESCINDIBLES y yo los prefiero a las TESIS. Las tesis es demasiado académica para gente poco ilustrada como yo. En este caso en particular, es que da la casualidad de que la citada tesis he "ayudado" a venderla en algunos ciertos foros y tal. Básicamente no es a eso a lo que me refiero... es más en sí a la sensación de que el verdadero conocedor de la música es el aficionado más que el periodista salvo honrosas excepciones. Simplemente suelto estos petardos literarios para ver si explotan y a alguien les remueve algo o les induce a reflexionar. Por supuesto, soy de los que piensan de que blogs como el mío NO DEBEN SER EL FUTURO. El futuro debe ser el libro, otra vez la revista especializada, volver a las tiendas físicas y a los vendedores que conocen lo que venden... internet está bien, pero no deja de ser algo muy, muy sesgado. Yo intento huir de los copia/pega y dar mi visión ya de por sí sesgada por mis gustos e impresiones, que a veces aciertan, otras (la mayoría), fallan. Lo importante es que no nos manipulen y que sepamos lo que leemos y buscamos. El libro del Rock Andaluz que citas es el resultado de que existan afortunadamente esas tesis, y sirven para enseñar, contar y narrar de forma menos árida que una tesis, que siendo sinceros, alguna me he tragado y son difíciles, crípticas y herméticas en ocasiones.
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