La música como elemento alquímico, vertebrador emocional y vehículo de exploración espiritual es algo que no pertenece en exclusiva al ámbito de la World Music. Lo ritual y marcadamente mágico ejerce también su impronta en lo sonoro y a lo largo de los siglos muchísimos experimentadores han llevado sus ejercicios elevadores a límites insospechados.
Desde los ecos de los cánticos en las cuevas del Hombre Antiguo a las cajas de resonancia de las Pirámides... Y casualmente La Piedra siempre como transmisor natural de lo más Sagrado; que se lo digan a PAUL HORN cuando simplemente con su voz, una flauta y los reverbs naturales de las paredes de La Gran Pirámide de Keops evocó todo lo que de ancestral lleva arrastrado el hombre desde que tuvo uso de consciencia en este (u otro) Planeta.
Los minaretes son faros emocionales desde los que se multiplican los rezos y el golpeteo percusivo en la África Profunda no obedece a escalas o ritmos conocidos, sino que es el alma humana la que inspira la música… como si de alguna extraña forma se captaran y reflejaran los pulsos del Universo en la piel estirada de los tambores.
Los mantras, oraciones y cánticos sagrados son también vehículo de exploración interior. Meditabundos drones vocales que provocan un determinado estado de consciencia. Cajas torácicas donde el aire busca nuevas vías de comunicación; los órganos cambian sus funciones y todo el cuerpo del ejecutante se convierte en un instrumento musical perfectamente afinado.
Y todo ello misteriosamente me es evocado mediante una extraña hipérbole con la música de JOSE CICUTA, una de los descubrimientos más bestiales que he tenido oportunidad de experimentar en lo que va de año. Lo electrónico es otra Vía de conocimiento y las notas de la música están por algo más que la belleza de sus sinapsis. El hombre actual ya no vive en la Cueva, pero sí la RECUERDA y BUSCA mediante ejercicios de abstracción tan interesantes como este SANTA AFIRMACIÓN, una obra de arte marcada por el marchamo de lo Iniciático.
AGUSTÍN SUÁREZ y EDUARDO J. BENÍTEZ forman JOSE CICUTA en 2006, siendo ALBERTO VENEGAS miembro ocasional. En 2010 graban el impresionante disco (en descarga directa gratuita en su bandcamp) “LA BUENAVENTURA”, al que le sigue el Ep “K IS FOR MAGICK” en 2012. Posteriormente graban música para la banda sonora de dos cortometrajes y en 2013 representan “EL PRINCIPIO DE VIBRACIÓN”, ceremonia ritualística que se realiza en directo y de la que espero ver algún vídeo pronto.
Si tuviese que definir su música con una etiqueta, probablemente me decantaría por MÚSICA JUNGIANA; la elaboración de drones electrónicos, instrumentos de viento, percusiones acústicas y vibratorias (escucho cuencos y otros instrumentos campaniformes) y el particular uso de samples mántricos y cantos místicos se amalgaman en una especie de Morriconiano ritual cinemático que nos lleva a un particular estado de consciencia.
¿Alguien se ha imaginado alguna vez qué podría resultar de una imposible colaboración entre DEAD CAN DANCE y los últimos SWANS? Pues posiblemente JOSE CICUTA y este SANTA AFIRMACIÓN pueda ser lo más cercano a una idea tan delirante pero prometedora como esta.
Desde la procesión fúnebre y lánguida de EL LOCO, con sus 13 minutos de duración, pasando por las más ancestrales LA MONTAÑA, los ritmos industriales de HIJOS DE GEBURAH, la preciosa UTRIUSQUE COSMI y la minimalista ORIENTE Y OCCIDENTE. LA HERMANDAD DEL TODO y su extraña aura selvática de tempo correoso y arrastrado, la védica UNIVERSO ENCENDIDO con una de las melodías que más me han sobrecogido del disco (excelente el uso de cascabeles, campanas y lo que parece ser un Cello), hasta la desértica TAL VEZ YA NO EXISTAN y la cuasi New Age CUMBAMUCHI.
Como colofón ART ON XXI, una pequeña delicia difícil de clasificar que pone el broche de oro a uno de los mejores discos que ha publicado KNOCKTURNE RECORDS.
Estoy casi seguro que JOSE CICUTA van a dar muchísimo de lo que hablar en lo que queda de año…
No hay comentarios:
Publicar un comentario