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domingo, 5 de diciembre de 2021

PLASTIC WOODS - "DRAGONFRUIT" (VARIOS SELLOS, 2021)

"En el inicio fue la Piedra, y como Dios vió que estaba dura, le dió con un mechero. Cuando notó que estaba lo suficientemente roja, eyaculó su ambivalente célula, el Óvulostorzoide, y de una patada lo lanzó al Cosmos para provocar la Panspermia. Y aquí llegó, y el Óvulostorzoide era tan gordo que se cargó a los Dinosaurios, rebotó, provocó un Diluvio Universal que por lo visto todas las culturas y religiones se hacen eco de ello, y como último movimiento estalló como lúbrico fuego artificial repartiéndose por toda la Tierra. 

Y como Dios viera que aquello era bueno, pues ahí lo dejó, maduró, creció y ya abandonó la manía del Onanismo Divino". 

Anónimo

Mismas tres moléculas para componer el segundo largo de Plastic Woods, épicamente titulado Dragonfruit como si de las letras de un disco de Tyranosaurus Rex se tratase, y donde créanlo o no, no sobra ni falta un segundo de los 33 minutazos que se han marcado estos hijos del Karstic Psych Rock. Para no repetir demasiado, os recomiendo visitar el enlace de la reseña de su primerísimo y fastuoso Icarus, y hechos los deberes literarios, dadme la mano que os voy a llevar a un sitio.

Como decía, siguen siendo Javier Rubio Arrabal (toqueteo de cálculos biliares); Antonio Pérez Muriel (instrumento que produce los sonidos más graves de la escala general, provocando una vibración mecánica gruesa transmitida por un medio elástico, produciendo la sensación de gusto en las partes bajas) y Jesús de la Torre Sánchez (lo mismo que la anterior pero más estilizada y para salir los Domingos y tocarse la flauta travesera). Como insignes acompañantes: 

Antonio Campos del Pino (Red Eye) - Flamenco guitar, palmas, jaleos // Irene Veredas - Violin // Miguel Ángel Robles Urquiza - Trompeta // Carlos Mesa García - Saxo // Isaac Pascual Godoy - Piano y sintetizador.

(Foto: Noelia Montes)

En cuanto al apartado técnico, se graba / mezcla en Green Cross STudio (Málaga) por Jesús Gómez Moreno y Guillermo Ruiz Ravira, para luego masterizarse en (`Tu Casa del Espacio desde Siempre´) los Kadifornia Mastering. El artwork esta vez recae (madre mía lo que me recuerda esa bola a los Purple del Fireball o ya en dibujo a Mars Red Sky) en Fernando Luque Cuesta. ¿Y quién edita esto?... pues entre Cd y Vinilo, por ahí andan The Braves Records, Spinda Records, Discos Macarras, Quebranta Records, Gato Encerrado Records y Violence In The Veins.

Y vamos con la música. Si Icarus ya mostraba unos impresionantes rasgos de madurez, Dragonfruit es un bestiario de las cotas de calidad por las que campea el Psych o el Prog en la Península. Con la versatilidad y eclecticismo propios de una banda que llevara una trayectoria más dilatada (lo mismo que a priori ocurre con los paisanos Red Eye y su Tales from the Days of Yore), se pasa con pasmosa facilidad del más abigarrado Heavy Psych a momentos de Prog sinfónicos setenteros (tintes Canterburianos), para a continuación mostrar su cara más Jazzística o rematar la faena en clave Triana. Claro, esto funciona solo si la máquina está bien engrasada y creedme cuando os digo que Dragonfruit dura 33 minutos pero bien pudiera haber durado 33 Kali Yugas que la calidad no hubiera decaído un solo instante. Y yo, que me pongo tierno si me hablan cositas del espacio al oído y ya prácticamente la simiente se me cae sola (la Tierra reclama lo suyo), si me meten una sección de viento no puedo por menos que decir que la curva hacia la derecha para Plastic Woods todavía no da señales de doblarse. 

Amigos y amigas, vuestras Cosmovisiones entran por mi Ano, y salen en forma de letras purpurina... 

(Foto: Raúl Pérez)

Abre el disco el homónimo "Dragonfruit" con enrevesada base rítmica y fuerza suficiente para acordarse del metal de Crowbar pasados de rosca Math, aunque sutilmente la voz se lleva la música a un ácido terreno con linea de flotabilidad inestable. Muta el asunto y los coros atmosféricos junto a fabulosos riffs de guitarra pasan al reino del Prog y ni te has dado cuenta (de fondo, sutiles pero ahí machacones, aparecen y desaparecen texturas de sintes). Vuelta a la fuerza inicial y abrupto fade out, perfecto para contrastar con las acústicas a medio tiempo en "The Calling", con voces perfectamente ejecutadas (The Soulbreaker Company podrían ser un referente). Cociéndose a fuego lento, con meditabundos arabescos del bajo, se pilla impulso hasta que te meten la puñalada bestial con la flauta.... impresionante. Tres veces aparece y va seguida de un silencio magnético (o cuatro) antes de que el corte mute a una caleidoscópica Jam motórica apabullante donde pasa casi que de todo; desde los fantásticos arreglos pseudo Ska sudamericanos de los vientos a una lanzadísima parte final a lo Hawkind.

Casi sin solución de continuidad, la frágil y bella "Dreamland" revisita los 70, con cambio de ritmo alucinante comandado por la trompeta. Ska Surf Crooner Psych o lo que te parezca, base rítmica que se adapta a todo como si del pellejo de unas tripas se tratara, la calidad instrumental es tan alta que a uno se le va la cabeza al Art Rock de cabeza y es que en apenas 4 minutos pasan tantas cosas que resulta casi inverosímil. "Storm", con su puntito Folkie, es una bella perla con toquecitos agrestes a lo Marc Bolan, Pentangle y cosas así (fantástico el violín).


Llegados a este punto, y firmememente posicionados, el final es de traca. Garajero, potente rock and roll con toda la pegada propia de los dioses Hawkwind, "Close to the Void" tiene además unos dejes doomianos en los riffs de guitarra que podrían recordarte a unos Reverend Bizarre reacondicionados para tocar en gravedad cero y tetanizados en un acelerador de partículas. Junta a MC5 con Blue Cheer y llévatelos un día a casa de Lee Dorrian a ver qué pasa. Sucio, violento, lisérgico Doom Psych en un comprimido de colorines sublingual de 3:33 minutos. A continuación, cambio radical y entra la flauta y el bajo para ir desbrozando hierbajos en "Sulayr", y atentos a la imponente percusión. Los ecos moriscos ya se dejan caer tanto en los riffs en espiral como en los Jethro Tullianos soplidos de la cerbatana con agujeros, y ya la entrada triunfal de la voz ya te barre de cualquier duda... Sulayr, antigua Sierra Nevada para los árabes (Montaña del Sol) como contexto letrístico en el que situar un temazo de 10 minutos de rock andaluz atemporal. 

Se suceden espacios para las Jams instrumentales, los adornos de Farfisa y los salvajes punteos de un bajo que remacha lonchas de piedra con la suavidad del Jamón de York... y ojo a la entrada de la sección de viento que aunque breve, campea por esos extraños mundos del Jazz Fusión setentero. Amo y señor del final del disco es  si no me equivoco Antonio Campos de Red Eye con una desintegración molecular aflamencada que pronto es rodeada por el resto de instrumentos (flauta incluída) como si de un tablao se tratara. Segundo disco y altísimo el listón que dejan. 

Me voy a aliviarme.


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