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sábado, 17 de noviembre de 2018

CRÓNICA FANCINE 28: VIERNES 17


La segunda maratón de FANCINE transcurre según lo previsto con una asistencia muy buena de público y un nivel alto en las películas proyectadas. Desde que tengo uso de razón hago maratones en el festival. Cuando era adolescente (es curioso, pero la palabra adolescente parece estar compuesta de Adolecer, es decir, de faltarte algo) y en mi paso a la madurez (si es que eso es posible) el cine y la literatura y la música han tenido un fuerte peso en mi vida. 

Los cortinajes del Teatro Alameda me sedujeron con su olor a polvo ya palomitas caducadas, con su bar que abría a deshoras y su gente de cartón piedra que estaba siempre allí, colocada como personajes del antiguo Cortylandia.

Unas escaleras que parecían sacadas de una película de la Hammer, el taquillero que parecía no tener cuerpo debajo de la cintura y que tan bien me trataba, esas grandes mesas donde de repente te encontrabas posters de las películas... la verdad es que supuso para mí un cambio importante el paso del Festival al Cine Albéniz. Luego estaban los Clásicos... los clásicos son esas personas que realmente son como tú (ellos te ven a tí también como clásicos) que te miran de reojo porque te conocen de algo (de qué te van a conocer, si estás allí 12 horas metidos con ellos) y que dudan si entablar o no una conversación contigo. Casi todos los años hablo de los clásicos, lo sé.

Es evidente que el paso del evento al nuevo entorno ha traído una importante renovación de público pero mi cabeza que no suele parar quieta me trae pequeñas incongruencias a la cabeza. El Ayuntamiento se inventa una especie de SOHO malagueño unos años después de llevarse el Festival al nuevo emplazamiento, abogando por una zona de Málaga que estaba en el ostracismo pero sin embargo privándola de uno de sus eventos culturales. 

Es decir, planteas una zona de cultura plástica (digo plástica por lo aséptico, falso y vacuo) y le lavas la cara pero ofreciendo realmente más de lo mismo: comidas, hostels, negocios que uno nota que van a durar telediarios y una vez más, la sensación de que se está improvisando sobre un mapa cual Risk infame. Fabricas un entorno cultural y lo único que quedaba cultural allí (bueno, los sex shops y locales extraños no cuentan) lo ninguneas y lo asfixias para que dentro de unas décadas y cuando Antonio Banderas se haya quedado con media Málaga casi nadie recuerde de dónde viene cada cosa.

Afortunadamente el cambio ha sido positivo. El Cine Albéniz ha acogido fantásticamente (nunca mejor dicho) a FANCINE. Se ha ganado en público y ampliado eventos y revitalizado una zona que estaba en decadencia. Hasta aquí perfecto, claro. Ya no tengo mis cortinajes, los fantasmales trabajadores del Alameda, el olor a polilla y casa antigua, pero tengo la amabilidad de unas personas (clásicas) que ya considera como de la familia. 

Porque están allí y se curran todo con una sonrisa y te ayudan en lo que sea, y además, estamos viendo cine fantástico en una Zona Telúrica de Málaga. A los pies de la Alcazaba y sobre vete a saber qué cientos de pedregales Tartésico Fenicios (o añada usted la etnia que quiera) que harían palidecer al cementero de POLTERGEIST

A lo que voy: que hagan lo que quieran con la ciudad y su rompecabezas urbano, pero que me respeten mi Festival, que lo llevo dentro como una astilla.

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CUTTERHEAD (DINAMARCA, 2018)

"Una joven periodista está visitando la construcción del Metro de Copenhague para relatar la cooperación europea cuando ocurre un accidente. Está atrapada en una cámara de presión junto a los croatas Ivo y Bharan de Eritrea. A pesar de sus visiones del mundo radicalmente opuestas, deberán poner sus vidas y cuerpos en las manos del otro para sobrevivir".

Tremenda película danesa claustrofóbica como comerte un bocadillo de pan rallado acompañado de melaza. Un brutalísimo primer plano de una cortadora pétrea industrial acompañada de un grave drone sonoro a plano fijo abren una cinta de culto (al tiempo) en la que la supervivencia es tratada sin efectismos absurdos. 

Su inicio es casi de documental, con una fotografía granulosa y un uso cerrado de la cámara en los planos que me recuerdan a la multipremiada DEAD SLOW AHEAD (2015), suerte de documental que transcurre en un barco y donde al igual que en esta CUTTERHEAD, la frialdad de la maquinaria se utiliza sabiamente en el desarrollo terrorífico de la trama. Los hierros, las tuberías y los motores adquieren vida propia; son un ecosistema salvaje que se vuelve en contra de lo humano creando una simbiosis salvaje en la que tres protagonistas muy distintos intentarán lo industrial no los devore a ellos.

Absténganse los que tengan miedo a los espacios cerrados.

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STEEL COUNTRY (REINO UNIDO,  2018)

"Cuando un niño aparece muerto en un tranquilo pueblo del oeste de Pennsylvania, Donald, un conductor de un camión de limpieza, hace de detective y se embarca en una investigación precaria y obsesiva para demostrar que el niño fue asesinado".

Con el extraño bagaje previo (una de Van Damm y ALICE IN WONDERLAND) de Simon Fellows no me esperaba este acertadísimo Thriller que juega con la importante baza de ser británico pero desarrollarse en el costumbrismo rural de los Estados Unidos. La trama es muy, muy deudora del último Stephen King por ejemplo (últimamente más enclavado en el Noir) y sus personajes están muy bien esbozados, resaltando la tremenda interpretación de Andrew Scott que devora la pantalla.

Una historia bien urdida con maravillosos planos de naturaleza y esos personajes auténticamente demenciales de las zonas menos amables de los USA. Por ponerle una pega, el final es precipitado y se pierde fuelle, pero por lo demás, otra joyita para alimentar mis nervios ópticos.

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VULTURES (ISLANDIA, DINAMARCA, SUECIA 2018)

"Dos hermanos antagónicos deciden traficar con drogas en su Islandia natal usando a una joven polaca como mula".

Anodino thriller islandés que se hace más largo que un estreñimiento cuando viajas al extranjero. Para empezar, tenemos al reparto de actores y actrices. Ya es sabido por los que gusten del cine nórdico que en Islando no abunda la gente, así que en su cine es habitual ver las mismas caras de siempre, cosa que por un lado no es que esté mal (son muy buenos intérpretes) pero a veces parece un poco de teatrillo eso de ver a los mismos en distintos papeles. 

Clásicos de cine y series ya como Rúnar Freyr Gíslason, Ingvar Eggert SigurðssonGísli Örn Garðarsson acompañan al actor que hace de camello (no recuerdo el nombre) cuyo papel es casi calcado del que hace en la serie Ófærð de 2015, donde salen casi todos los actores de esta VARGUR, y ambas del mismo director).

Al final lo que falla no es el neblinoso y frío ambiente de polígono islandés ni la puesta en escena ni nada de eso; lo que falla es que el guión es manido, los personajes son estereotipados (Marijana Jankovic es la peor y más aburrida policía que se haya visto en un film) y la banda sonora es espantosa.

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ONE CUT OF THE DEAD (JAPÓN 2018)

"Las cosas comienzan a ir mal para un director su equipo de rodaje que están filmando una película de zombies de bajo presupuesto en una instalación japonesa abandonada de la Segunda Guerra Mundial, cuando son atacados por zombies de verdad".

Demencial, alucinante cinta de Shin'ichirô Ueda de las que hay que ver sin que te cuente nadie absolutamente nada. Divertida, frenética muestra de cómo hacer cine con dos duros y obtener fantásticos resultados. Todo un prodigio de administración de recursos, inventiva y frescura que se presentó en FANCINE en su primer pase y recogió los aplausos y las risas del respetable.

Por lo demás no voy a comentar nada... bueno, sí: Kamera wo tomeru na!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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MANDY (EE.UU. 2018)

"Red Miller se enamora perdidamente de la cautivadora Mandy Bloom. Pero la vida que él había imaginado para ellos es destruida por una secta liderada por el sádico Jeremiah Sand. Un hombre roto, Red ahora vive por una sola cosa: cazar a estos villanos maníacos y cumplir su venganza".

El revuelo creado por Panos Cosmatos en esta película puede jugar en su contra por diversas razones. MANDY se retroalimenta del submundo en el que se expone, que es en el de una fantástica factura visual, la creación de un lenguaje metaficcional y el modelado de unos personajes que bien pudieran pertenecer a un panteón de dioses antiguos; es decir, MANDY va a su puñetera bola ofreciendo una historia simple pero recargada, barroca hasta la extenuación y ultradisfrutable por lo distinta que resulta.

Pero claro, BEYOND THE BLACK RAINBOW sólo se hace una vez, y MANDY no está a la altura de aquella aunque la regeneración cinematográfica que ha sufrido Nicolas Cage es importante. Al final, la excesiva historia es un cruce entre el cine onírico que vimos en el debut de RYING GOSLING en la película de culto LOST RIVER, el cine de Nicolas Winding Refn y THE LORDS OF SALEM de Rob Zombie.

En Sitges triunfó, aquí va a triunfar, y a mí me ha parecido una pasada. Mención especial para la banda sonora con O´Malley de SUNNO))) haciendo el Score y esa espectacular apertura con Starless de KING CRIMSON y la magnética interpretación de una camaleónca  Andrea Riseborough.

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Me voy para casa con una reflexión extraña. Si detrás de la barba de Chuck Norris había otro Chuck Norris, es posible que si se afeitara se matara a sí mismo o siempre existiría uno detrás que lo suplantara?. ¿Y si Chuck Norris hubiera sido imberbe?... ¿eso quiere decir que no habría existido?. Y si se dejara perilla... el Chuck Norris que asomara por las mejillas llevaría barba?... y si fuera así, ¿entonces nunca podría dejarse perilla porque se vería con la barba de debajo?.

No sé, muchas dudas.

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