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martes, 12 de noviembre de 2019

29 FANCINE: MENÚ 0 o CÓMO COMERSE UNA CIUDAD


Todos los años me gusta hacer una pequeña reflexión antes del inicio de FANCINE. Me dejo llevar y sin pensar demasiado practico la escritura automática, suerte de bulímica muestra de cómo soltar la suciedad interna. El cine fantaterrorífico siempre ha tenido a la antropofagia como un gran aliado. Nos comemos a nosotros mismos (véase Holocausto Caníbal de Ruggero Deodato), o nos comen desde el exterior (véase The Blob); el caso es que la fagocitación del Ser Humano hunde sus raíces en la Noche de los Tiempos. 

Hablando de la Noche de los Tiempos, ¿alguien recuerda esos infames documentales de Cine Mondo donde se nos ofrecían las más escabrosas imágenes de tribus caníbales?... Comer, ser comido. Desde el cine de aventuras al exploitation puro y duro. Por cierto, parece que también en las Salas de Cine se comen cosas... una nueva moda es la de comerse la Taquilla y sustituirla por una especie de pantallas espantosas digitales o bien sacar tu entrada donde mismo compras (o hipotecas tu vida para comprar) las palomitas. Ya se comieron al Acomodador hace más de década y media (al fin y al cabo, lo único que hacía era gastar pilas de linterna) y ahora se han comido la humanidad de la atención directa.

Menos atención humana, más barato todo. De todas formas, las Plataformas Digitales de Cine se están comiendo al mismo Cine, con lo que la cadena se está haciendo aún mayor. Una gran bomba autofagocítica se ha tragado por fin a esa fuente de especulaciones y negocio entre sombras llamada CINE ASTORIA

Se habrán quedado tranquilos de una santa vez. Mientras antes terminen en convertir a Málaga en MAKRO MALAKA mejor. El proceso es irreversible; es la última mutación antes de la tragedia. Se ve en esos pequeños detalles como el de la taquilla de los cines, y se manifiesta en su máximo esplendor en la Málaga Franquicia disfrazada para el exterior que nos encontramos en los alrededores de esos epicentros culturales fatuos llamados Museos. Porque no me digáis que no es curioso eso de Zona Thyssen, Zona Picasso y demás... son como las partículas radioactivas que desde el Reactor 4 de Chernobyl alcanza a Pripyat. Si a eso le unimos el falso SOHO, tenemos una camaleónica fachada cultural que no representa absolutamente nada; al fin y al cabo, las obras de construcción también COMEN

Se comen los restos de otras épocas (como las ruinas esas que aparecieron por la Zona del Corte Inglés) como termitas que sólo obedecen la fiel voz de mando del político de turno. Pero ojo, que lo peor de todo viene de dentro. Viene de esas mentes porosas como piedras pómez que aplauden a ese espectáculo de luces navideñas que no es más que una fanfarria (vergüenza ajena) decadente. Mientras nos azotan miles de problemas, cual borregos asistimos a la última comida y la más peligrosa, la del aborregamiento. El conformismo en su máxima expresión.

Pero volved al cine. 29 años ya, FANCINE resiste a que se lo coman, y mira que lo han intentado con saña. Tras el monumental atentado de idiocia del año pasado, levanta la cara bien alta y nos trae una programación de altura, ya como antesala de su 30 aniversario por llegar, que claramente no se celebrará en el Teatro Alameda porque también se lo comió un ilustre malagueño que se lo come todo, o aprevecha para comerse todo lo que puede. Claramente no se celebrará en esas zonas VIP que no paran de surgir por los alrededores de Calle Alcazabilla, pero que sí que espero se celebre en CINE ALBÉNIZ, el que se ha convertido últimamente en mi refugio anti sistema.

Me parece cuanto menos curioso que ahora que empieza a aflorar esa masa de comidas navideñas de gente vestida con abrigos bochornosos, con maquillajes al por mayor, tipos fumando gruesos puros mientras sus caras denotan una grave e incipiente hipertensión, sea a uno al que le llamen Friki y cosas así. ¿Sabéis qué os digo?. Iros a aplaudir vuestros espectáculos navideños, vuestras grandes comilonas de colesterol, que yo me encierro a evadirme en las salas de cine, donde se subtitulan las películas porque el idioma original es de por sí un arte

Ojalá llueva en estos días porque no hay más placer para un servidor que caminar por calles acharoladas en las que la lluvia (también como ente vivo) se ha comido a la muchedumbre. Pasear bajo los húmedos callejones para llegar al cine mientras se huele la limpieza, pasear de vuelta a casa mientras las gotitas te manchan las gafas. En la oscuridad subyace la verdadera ciudad, que solitaria clama porque le devuelvan su cara (se la han cambiado como en esas operaciones malvadas del cine de Mad Doctors)... desesperada, intentará avejentarse y agrietarse para soltar esos terribles y feos injertos que le están poniendo por todos sitios.

Larga vida al cine. Larga vida a FANCINE.



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